El coltan (columbita-tantalita) es un mineral compuesto de colombio y tantalio cuya propiedad más apreciada es que optimiza el consumo de corriente eléctrica, por lo que se emplea en la fabricación de condensadores para aparatos electrónicos y permite, entre otras cosas, que podamos usar el móvil durante mucho tiempo sin que se nos gaste la batería. Su campo de utilización, incluye tecnología espacial y armamento (misiles y bombas así llamadas inteligentes), vidojuegos, aparatos de diagnóstico médico, etc. Siempre se cita como ejemplo que Sony tuvo que retrasar el lanzamiento de la Play-2 por falta de coltan. Imagino que los japos apretaron un poco las clavijas en el Congo y el problema se subsanó. En cualquier caso, el 60% de la producción se destina a los teléfonos móviles. Las principales compañías que emplean el tantalio del Congo son Alcatel, Compaq, Dell, Ericsson, HP, IBM, Lucent, Motorola, Siemens y Sony.
Hasta finales de los 90, los principales productores eran Australia, Tailandia y Brasil, pero últimamente, Australia bajó la producción mientras que se estima que el 80% de las reservas mundiales conocidas se encuentran en el Este de la actual República del Congo.
El Congo Kinshasha-Zaire-República del Congo, ha sido objeto de las atenciones de las multinacionales occidentales desde su "independencia" en 1960; por no hablar de la época colonial propiamente dicha. Pero sus materias primas exportables más conocidas eran el oro, los diamantes y el uranio.
A principios de los 90, comenzó a hacerse patente en la región de los Grandes Lagos la lucha abierta entre las multinacionales norteamericanas y las europeas (principalmente francesas y belgas) por el control de la zona y sus materias primas. El genocidio ruandés de 1994 (v. Hotel Ruanda) lo aceleró todo, aunque la situación se gestaba desde hacía años. El Frente Patriótico Ruandés, apoyado por Uganda y Estados Unidos, combatía al Gobierno ruandés, financiado y armado por Francia y Bélgica. Este Gobierno llevaba a cabo una política que, ya en 1993, se consideraba genocida contra la población tutsi (sólo unos 300.000 muertos), pero el intento de exterminio sitemático de todos los tutsis en 1994, aceleró la victoria del FPR y el derrocamiento del gobierno genocida. Los miembros de dicho Gobierno y sus fuerzas armadas, fueron salvadas in extremis por la intervención del Ejército Francés, que, con la excusa de acabar con el genocidio, consiguió poner a buen recaudo a los instigadores y ejecutores principales del mismo en el vecino Zaire.
El resultado es conocido: 800.000 muertos más en dos meses. No obstante, en seguida se inició la maniobra de la confusión, inundando los telediarios con imágenes de los campos de refugiados en Zaire, como si las víctimas hubieran sido los genocidas. Fue el auge de las ONG, paseándose entre la desolación con sus 4x4 blancos con aire acondicionado y clamando contra el nuevo gobierno ruandés, que no tenía entonces ni máquinas de escribir, y cuyo pecado principal era ser angloparlante y recibir el apoyo norteamericano. De hecho, la Iglesia católica, y en especial los misioneros combonianos, muy implantados en Zaire y Uganda, iniciaron una campaña de negación del genocidio, achacando todos los males al FPR (otro de cuyos pecados era ser mayoritariamente protestante, al contrario que el anterior gobierno genocida, católico y apoyado por la Iglesia, muchos de cuyos pastores nativos participaron por activa o por pasiva en las matanzas, cosa que había que tapar a cualquier precio) Sigue sin conocerse el destino de los fondos procedentes de la ayuda internacional para dos millones y medio de refugiados hutus en Zaire, cuando acabó comprobándose que no pasaron de 700.000 (que ya está bien). El hecho es que Ruanda fue el primer país del mundo donde la Cruz Roja se dedicó a financiar la constrrucción de cárceles; lo que da una idea de la situación. El caso es que, el nuevo gobierno del FPR, en lugar de dedicarse a una venganza masiva e indiscriminada, como era lo habitual, se empeñó por alguna misteriosa razón en juzgar a los genocidas. Como en el genocidio se habían cargado a casi todos los jueces y abogados disponibles, la cosa se puso jodida.
Desde los campos de refugiados en Zaire, los restos del antiguo ejército ruandés, formaron los grupos conocidos por interhawe, que iniciaron una guerra de guerrillas extraordinariamente sanguinaria contra las poblaciones ruandesas cercanas a la frontera. El Gobierno ruandés del FPR, comenzó a armar y encuadrar a los banyamulenge, tutsis del Zaire (Hasta fines del s.XIX, en que se la repartieron entre Bélgica y Alemania, Ruanda abarcaba lo que hoy es Ruanda, Burundi, parte de Uganda y parte del este de Zaire-RDCongo). Como eso no fue suficiente, el ejército ruandés del FPR (Convertido gracias al entrenamiento de las Special Forces y al armamento de que fue generosamente provisto en el ejército más eficaz de la región) atacó a los interhawe en el interior del Zaire, entrando en conflicto directo con el Ejército zaireño y llegando a la guerra abierta, con el apoyo de Uganda, (cuyo presidente Museveni era amigo personal de Kagame y quien había acogido al FPR durante la guerra civil ruandesa; de hecho, Kagame había sido jefe del Estado Mayor del Ejército ugandés), y de Burundi, que también tenía que vérselas con rebeldes hutu, tan sanguinarios y tan bien vistos por la Iglesia como los interhawe.
El resultado es conocido: En 1997, Mobutu, el dictador que gobernaba Zaire desde 1964 como una propiedad particular, con el beneplácito de todo el mundo (Lo que hoy conocemos por comunidad internacional) cayó y tuvo que exiliarse. Una lástima, porque en medio de la selva se había hecho un palacio formato Versalles, con aeropuerto propio, y su señora pedía que le mandaran un Concorde que la llevaba a París de compras y volvía en el día, la mujer. En su lugar, Kagame y Museveni (o más bien los Estados Unidos) pusieron a Laurent Desirée Kabila, antiguo compañero de armas del Che Guevara que vegetaba por ahí esperando que llegara su momento (o sin esperarlo, porque ya el Che en los 60 lo ponía a parir por lo vago que era) Zaire, tras la huida de Mobutu, cambió su nombre por el de República del Congo.
Se generalizó una guerra con diversos cambios de bando, en la que participaron directamente, aparte de los ya dichos, Zimbawe, Namibia, Angola y ¡Chad!, con intervenciones de Sudáfrica, en plan potencia regional para poner paces. También vino muy bien por la cosa de los mercenarios. Ahí se estrenaron en el oficio, aparte de los de siempre, rusos, ucranianos y serbios, incluso con aviación.
El objetivo primero de la guerra era la defensa de las fronteras de Uganda, Ruanda y Burundi contra las incursiones desde territorio zaireño. Pero en seguida se vio que el control del Este del Congo para explotar sus recursos era el otro objetivo. Los bandos no fueron muy estrictos. Kabila acabó enfrentándose con sus antiguos aliados, que no se iban del Congo, y acabó siendo asesinado supuestamente por agentes ruandeses, sucediéndole, con impecabilidad democrática, su hijo, que estaba muy tranquilo en Tanzania hasta que empezó todo esto y que es el actual presidente y que seguirá siéndolo, visto como van las cosas, salvo que recomience la guerra civil.
Los legionarios españoles que anteayer tuvieron que sacar a tiros de la residencia de Bemba (el hasta ayer guerrillero enemigo de Kabila, candidato a presidente y aliado de Ruanda) en Kinshasha a los embajadores de los países miembros del Consejo de Seguridad, forman parte del último acto de esa guerra por el control de los recursos que ha costado cuatro millones de muertos. Para este último acto, me remito a la prensa reciente.
En 1999 se puso fin oficialmente (aunque nada más lejano de la realidad) a la guerra, con un reparto provisional de la zona entre ambos bandos. Obviamente, no sirvió de mucho. el último acuerdo de paz es de 2002. Veremos en qué acaba todo esto.
Se crearon diversas empresas mixtas ad hoc, como la SOMIGL (Sociedad Minera de los Grandes Lagos) integrada por la Africom (Belga), la Promeco (ruandesa) y la Cogecom (Sudafricana). De hecho, las Fuerzas Armadas ruandesas son las que de momento controlan la comercialización del coltan, realizando el transporte con sus propios medios orgánicos (que para eso se los han facilitado) Antes de su exportación, el mineral es tratado en Kigali en las instalaciones de la Somirwa (Sociedad Minera de Ruanda) En la zona controlada por Uganda, los socios son más bien rusos y kazajos. Según informes de Naciones Unidas, una de las personas claves en el tráfico era la hija del presidente Kazajo, Nursultan Nazarbaiev, a través de sociedades mixtas belgas y Ulba, la empresa kazaja de refinado de uranio, coltan y otros minerales estratégicos.
Desde entonces, se inició el círculo habitual: aviones occidentales de carga llegando al aeropuerto de Kigali cargados de armas y despegando cargados de, entre otras cosas, el preciado coltan. La principal compañía que se dedica a esto es Sabena (Belga) filial de American Airlines.
Las diversas empresas financian a través de sus filiales locales a las diversas fuerzas en presencia. Por ejemplo: Eagle Wings Resources (EWR) es una joint-venture entre Trinitrech (USA) y Chemi Pharmacie Holland (holandesa). El representante local de EWR en Kigali es (o era hasta hace poco) Alfred Rwigema, cuñado del presidente Kagame.
El coltan se envía principalmente a Estados Unidos, Alemania, Bélgica y Kazajstan. La empresa Starck produce la mitad del tantalio en polvo a nivel mundial. Starck es filial de Bayer. Una de las principales entidades bancarias que financia todo este movimiento es el Banco de Comercio, Desarrollo e Industria (BCDI), que es filial no reconocida de CITIBANK en la zona.
De las condiciones de trabajo de los mineros, mejor ni hablamos. Ni de los pobres gorilas, si es que a estas alturas queda alguno en el Congo.