29/11/06

Educación infantil




Aparecida en el ADN de hoy, ésta es la típica foto que aterroriza a un progre, que se sentirá inmediatamente impelido a poner a parir a ese padre desnaturalizado que da un arma a su hijo pequeño. (en nuestro caso, una vetusta aunque sumamente fiable Tokarev del 7’63: la mano del niño oculta la estrella de cinco puntas con las siglas CCCP en la cacha. Por cierto, diga lo que diga el pie de foto, el cargador está en su sitio, como puede observarse)

Lo que el progre (o progra) no tiene en cuenta -su naturaleza le impide discernir ciertas cosas- es que el niño no está en la FNAC ni en la redacción de [EP3], sino en Somalia, donde lo más práctico que puede hacer un padre con su hijo de 10 años es enseñarle a manejar un arma (si la tiene) lo antes y mejor posible.

En cuanto al resto del pie de foto... Las pérfidas cortes islámicas, al estilo de los Talibanes en Afganistán están poniendo orden en el “país” (aunque sea un orden incuestionablemente chungo, implica el descenso estadístico de la probabilidad de que te vuelen, te den pol culo o te peguen un tiro según sales de casa)

Como diría Arcadi Espada en “El Mundo”:

Coda: ¿Alguien se acuerda de “Blackhawk derribado”? Pues los malos de la peli (no me refiero a los rangers, sino a los negros), esos perversos señores de la guerra (exactamente los mismos), ahora son los buenos, y la CIA vuelve a financiarlos. Como al ejército etíope, que está invadiendo Somalia para echar a los islamistas (o sea, para montar otro berenjenal de imposible salida. Aunque esta vez los libertadores por antonomasia han aprendido a no meterse)

Lo más pintoresco es que bin Laden ya lo advertía en su comunicado de abril.

26/11/06

Historias

Acabo de releer "Gengis Kan", de Mijail Pradwin, libro altamente recomendable, no obstante su punto literario, más que nada porque da cierta perspectiva. En España, hoy en día, se echan en falta más libros de este tipo. Es decir, no me refiero a libros sobre Gengis Kan, sino a libros de Historia, dirigidos al público semiculto que leemos estas cosas, que sean amenos sin perder el rigor. Es decir, libros que lea alguien más que los historiadores profesionales o los estudiantes. Hoy por hoy, los autores españoles más o menos serios, prácticamente no publican más que obras académicas y artículos en revistas del ramo para mantener el ranking; obras, en general, centradas en aspectos concretos de una investigación y de difusión limitada.

El campo de la divulgación, por decirlo así, le ha sido cedido sin apenas lucha a la factoría César Vidal/Pío Moa y acólitos. Ni que decir tiene, que considero la situación sumamente peligrosa; tanto más cuanto que obedece a una estrategia premeditada de inculcar una Historia tergiversada políticamente, desde la Antigüedad clásica y la Edad Media, hasta la así llamada Historia inmediata. A cambio, los del bando contrario, se dedican a escribir novelas y hacer películas, con lo que la cosa se mantiene por el momento en equilibrio inestable. Lo digo porque no he visto una sola peli en la que un miliciano fusile a un señor de derechas.

Ahora mismo estamos asistiendo a una reedición del error cometido durante la Sagrada Transición, cuando, para diluir el hecho de que Cataluña y Euskadi (y, probablemente, Galicia) iban a tener cierta autonomía, se decidió dividir (¡huy! casi escribo "repartirse") España en comunidades autónomas, (dando lugar a cosas tales como Cantabria o La Rioja, aunque no llegó a haber Segovia o El Bierzo, que estuvo a punto) dando lugar a lo que hoy tenemos. Por ello, la clase política catalana y vasca, que considera que ellos tienen que ser más distintos, reclama estatutos nuevos con más competencias y los políticos del resto de las comunidades, de cualquier color, como ya han aprendido a vivir del tema, hacen lo mismo y discuten por la competencia sobre los ríos o sobre el flamenco. En fin, será la cosa maragalliana de la España en red, que queda como muy moderno aunque nadie sabe muy bien qué es. Lo único que yo tengo claro es que si no fuera por el sistema de las autonomías, echen ustedes cuenta de la de políticos que habría en paro, y a ver de qué iban a vivir, pobrecitos míos.

Lo inquietante es que este proceso que (si realmente interesara a los así llamados ciudadanos y fuera a servir para cosa distinta de dar más poder a los reyecillos de taifas) hasta podría tener algún sentido, aunque a mí se me escape, se está desarrollando -y retroalimentando- en un clima de enfrentamiento político entre las dos españas que estuvieron adormecidas durante algunos años y hasta nos habíamos casi olvidado de ellas.

No voy a usar el socorrido recurso de "no voy a entrar en quién tuvo la culpa, pues todo el mundo sabe que...". Mi opinión personal, difícilmente conmovible es que quien las despertó tiene nombre y apellidos, y éstos son: José María Aznar López. Y fecha: 1994. El nivel de crispación que ese señor introdujo en la vida política (y, por ende, en las discusiones de los bares) para conseguir el poder, era desconocido desde principios de los 80. Cuando llegó ¡por fin! a su poder, se la tuvo que envainar temporalmente porque necesitaba a sus máximos enemigos mortales (después de Felipe González), es decir, a PNV y CiU. Cuando tuvo mayoría absoluta, pues ya lo hemos visto.

Pero es que resulta que Aznar nos deja y llega el beatífico ZP. Afortunadamente, la historia se repite y no tiene mayoría absoluta; porque, cuando la tenga, si la tiene, nos vamos a enterar también, que lo del tabaco es sólo un anticipo. Este señor -como Aznar, pleno de buenas intenciones- también cree estar en posesión de la verdad (aunque sea otra), y se está dedicando a legislar sobre determinadas materias, a fin de hacer España según la Idea que él se supone que tiene. Podremos coincidir en algunos aspectos, pero no porque nadie nos haya preguntado ni vaya a hacerlo.

La ofensiva ideológica de volver a la Historia franquista tradicional, la inició Aznar durante su reinado (recordemos aquella magna superproducción hispánica "Memoria de España") y ahora nos encontramos que las idílicas ideas ateneístas acerca de la otra historia de España han llegado a su vez al Gobierno. Nos encontramos con dos historias contrapuestas que apenas coinciden más que en la cronología y, a veces, ni eso.

Según una, España vivía feliz bajo el próspero reinado de Su Majestad Católica Don Alfonso XIII, cuando un montón de resentidos y marxistas a sueldo de Moscú (el PSOE) le dio un golpe de Estado y lo echó para implantar un régimen de caos y terror que llevaría a España a convertirse en República Soviética, echando a los jesuitas y puteando a los militares y la gente de bien. Como la derecha había ganado unas elecciones, en el año 1934 el PSOE empezó una guerra civil matando a los curas y a las monjas y a la gente de derechas, que obligó a Franco y otros militares de bien a acabar con el caos y la deriva sovietizante, dándonos, tras fulgurante cruzada, 40 años de paz.

Según la otra, la República llegó legítima y pacíficamente para colmar los anhelos del pueblo de paz y progreso, dando a España el régimen más modélico de su historia, en el que todo estaba lleno de maestros y maestras que enseñaban a los niños a ser buenos ciudadanos y las artes y las ciencias alcanzaban su máximo esplendor mientras Federico iba por los pueblos haciendo teatro, se hizo una reforma agraria y todo el mundo era libre y feliz y las mujeres votaban, y, por eso, la caverna reaccionaria, capitaneada por el capital, la Iglesia y el Ejército, dio un golpe de Estado para acabar con los mundos de Yupi, dándonos, tras horrenda guerra civil, en la que mataron a todos los maestros, y espantosa represión, la larga noche del franquismo.

Bueno, que me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Lo que quería decir es que la Historia ha vuelto a convertirse en arma de guerra entre las tribus patrias y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. No estaría de más que la guerra civil pasara, definitivamente, a ser historia, que parece que la hicimos nosotros, y que alguien se conformara con tratar este período de nuestra historia con cierto desapasionamiento no exento de seriedad y dejaran de mantener los mitos sobre los que se construyen pacientemente los enfrentamientos civiles y luego dices "¡Huy", ha sido ese".

Y ya me dirán ustedes qué tiene todo esto que ver con Gengis Kan. En fin, lo dejaré para otro día.

24/11/06

Eso ya lo decía yo


Por una vez y sin que sirva de precedente, me ahorro los comentarios.

19/11/06

Fabes desconceptualizadas




El heróico Forges continúa defendiendo contra toda esperanza la última trinchera de la Civilización.

Bastaría con la viñeta sola; pero -incapaz de controlar mi disposición logorréica- no me puedo quedar sin añadir algo: pareciera que la Postnouvelle cuisine hispánica fuese mero fruto del delirio de unos cuantos chefs-vedettes decididos a rizar el rizo de la gastronomía considerada como una de las bellas artes, lo que estaría muy en la línea de la evolución del resto de las así llamadas bellas artes. Mas he aquí que la realidad es harto más grave; ya que la pintura, la escultura, la música, la arquitectura, etc. (o lo que queda de ellas) al fin y al cabo sólo atañen a nuestro intelecto; el cual, como ya está suficientemente deteriorado, no parece susceptible de demasiada degeneración adicional.

Amigos, con las cosas de comer no se juega, porque a lo que atañen es a nuestra propia composición orgánica: somos lo que comemos. ¿Será lo mismo una persona hecha de fabadas, lentejas con chorizo, cocidito madrileño, solomillo o bacalao al pil pil, sin olvidar la entrañable tortilla de patatas, ¡aahh! los callos con garbanzos!, que alguien compuesto de espuma tibia de... ¡puajj!, me resisto a mencionar esas cosas?

Hasta hace poco, un español siempre guardaba una última bala en el cargador al discutir con cualquier representante de las razas rosas que aludía, con ese vomitivo aire de superioridad tan suyo, al retraso hispánico. Cuando le habías dejado explayarse hablando de los toros y el flamenco y del ruido y de lo tarde que nos acostamos, entonces -tú- con una leve sonrisa en la comisura de la boca, le preguntabas en tono casual: "Ya, pero ¿y la fabada?".

Y el decadente bárbaro del Norte abría y cerraba la boca, una y otra vez, cual pez fuera del agua, y ponía abrupto fin a su discurso, sumido en la más absoluta humillación dialéctica .

Es decir: nos hallamos ante un eslabón más de la conspiración internacional, gestionada por el Polanquismo en general y EP[S] en particular, para debilitar -más- las esencias de la raza. Señores: si ustedes quieren experimentar con la comida como arte, abran una sala de exposiciones, no un restaurante. No jodan.

14/11/06

El ombligo del mundo sigue igual

(Aquí iba una foto chula, pero ni ayer ni hoy me deja Blogger subir imágenes. Tiene uno de esos días)
El otro día, los franceses han estado a punto de pegarle un misilazo a un caza israelí en Líbano. Supongo que, si llegan a hacerlo, aunque el general francés habría acabado despellejado vivo y su mujer y sus hijos habrían sido enterrados en un saco con bichos para calmar a la prensa, se habría dado un paso de gigante en la integración: un montón de franceses que hasta ahora se dedican a quemar coches habrían pensado que uno puede llegar a considerar adecuado ser francés.

Es un modo de pensar bastante primario, lo se. Pero es que vivimos en un mundo bastante primario. Si las cosas fueran iguales para todos, una coalición internacional, liderada por los Estados Unidos, hace años que habría puesto en pie de guerra un ejército de medio millón de tíos y habría invadido Israel, para liberar la Palestina ocupada contra todas esas resoluciones de la ONU. Luego, toda la clase política israelí sería juzgada por un tribunal internacional, como criminales contra la humanidad, y condenados a la horca para regocijo del amigo Aznar, que aplaudiría con el ceño fruncido mientras le invisten doctor honoris causa de alguna universidad ignota de esas a las que la FAES convence para que lo hagan. Ridículo, ¿verdad? Pues eso: este es el mundo en el que vivimos.

En la realidad, todo es un paripé. Los franceses están en Líbano porque se resisten a aceptar que Saladino les levantó Jerusalén en su día y que a San Luis Rey de Francia lo cogieron prisionero los moros cuando se fue de cruzada. Así que dicen: "mucho ojito, que con nosotros no se juega", pero... en fin.

Resulta sorprendente la cantidad de gente que llega a este bar buscando en Google "putos moros"; en cambio, nadie parece buscar "putos judíos". Y, con todo, los palestinos son conocidos. Por lo menos, la gente se indigna con las cosas que les hacen; cosa que no ocurre con los congoleños, o los sudaneses o los chadianos o los somalís, pongo por caso. En África, nuestros ricos han estado montándose, con la alegre colaboración de diversos gobiernos de allá, unos bonitos genocidios mineros sin que nadie se haya enterado. Porque, realmente, a nadie le importa nada. Es molesto que te pongan delante de las narices un niño muerto para que veas la foto en el periódico mientras mojas la tostada en el café: te obliga a decir que qué horror y todas esas cosas, con lo tranquilo que podrías desayunar si hubieras adoptado la buena costumbre de leer el Marca.

En cuanto a lo del casi misilazo, forma parte de la política israelí. Están tan acostumbrados a hacer lo que les da la gana (véase el enésimo intento de resolución de civilizada condena en la ONU, vetada automáticamente por Estados Unidos) que se dedican a la guerra de nervios con las fuerzas de la ONU. Lo de anteayer fue un episodio más. Ya se da por sentado que a pesar de los términos del apaño de paz (alto el fuego temporal, o como lo queráis llamar), Israel conserva el derecho de violar impunemente el espacio aéreo libanés. De lo que ahora se trata es de apretar un poquito más, y cada apretón, acaba consiguiendo que, por la fuerza de la costumbre, se considere la nueva ilegalidad como parte del statu quo. Luego, se aprieta un poco más, y un poco más. Lo de siempre. Como luego siempre se parte a la hora de justificar masacres en alguna violación árabe de ese nuevo statu quo ilegal y conseguido exclusivamente por la fuerza, pues resulta bastante útil. En especial para los sesudos especialistas en contarnos lo malvados y traicioneros que son los moros y lo buenos para nuestros intereses que son los seráficos israelís.

De momento, ya se consiguió que el Gobierno legítimo aunque desagradable de Hamás, se rindiera a la presión concertada del Tsahal por un lado y de Estados Unidos y la Unión Europea por otro, con la inestimable colaboración de esa ONG impoluta llamada Al Fatah, que veía que se le escapaba la pasta de la ayuda internacional. Una vez convenientemente asfixiado económicamente (más) por el delito de haber ganado unas elecciones democráticas (cosa sumamente inusual en un país árabe) sin percatarse de que esas elecciones se habían hecho con la idea de que no tenían que salir ellos, dicen que vale, que un Gobierno de unidad y se olvidan de las elecciones y se aparcan los muertos producidos desde el verano; pero eso no es suficiente, qué va. Hasta que ya, por pura desesperación, no quede otro remedio que romper la baraja y la tregua unilateral que sólo ellos estaban respetando a pesar de todo. Pues ya está: a poder seguir llamándolos terroristas cómodamente. Ahí está Olmert con Bush y Condi, tan felices en Yuesei.

El gran problema de Israel es que tienen tanto miedo, viven con tanto miedo por lo que les han hecho a los árabes, por lo que les están haciendo, que se han metido en una espiral de desesperada locura colectiva que no pueden atenuar las voces razonables que, en la mejor tradición judía, claman en el desierto. Nunca mejor dicho.

En cuanto al Líbano, lo mismo: Hezbolá y Amal se retiran del Gobierno, y la prensa hablando de los turbios manejos de Irán y Siria. Motivo formal: quieren un sistema de elecciones en el que el parlamento y el gobierno salgan de las urnas, no de las componendas feudales en que consiste el reparto del poder libanés entre los jefes de grupos étnicos o religiosos. Lo de Irán y Siria es conocido, pero los turbios manejos de Estados Unidos y Francia no son, ni turbios, ni manejos. Son encomiables esfuerzos para llevar la democracia a Oriente Medio.

Lo único que resulta sorprendente, hablando de democracia, es que, cada vez que alguien hace unas elecciones más o menos limpias, se le da un golpe de Estado o, directamente, se le invade. Cansa repetirlo, pero cada vez que leo un sesudo comentario sobre "La Única Democracia de Oriente Próximo", me da la impresión de que lo último que les interesa a nuestros amigos y aliados es que deje de ser la única.

En el fondo, aquí en España, y en el así llamado Occidente en general, nos fijamos más en lo que hacen los Israelís, a unos porque nos molesta, a otros porque los defienden hagan lo que hagan, por el simple hecho de que los consideramos, digamos lo que digamos, más cercanos a nosotros que los árabes. Así de sencillo.

Pero, en fin, ya hemos hablado de ello más veces. ¿Para qué seguir? Sólo soy un tonto útil que contribuyo a desmoralizar la civilización occidental y reniego de nuestros valores. Y soy tan tonto, que me cabreo precisamente por ver pisoteados esos nuestros supuestos valores.


P.S.: Ayer El País publicó un artículo de David Grossmann que no tiene desperdicio.
De cara a la eventual polémica y para no repetirme, cosas que había dicho antes ( a veces cabreado y se me nota, qué le voy a hacer)

5/11/06

Reencarnarse en virus no está tan mal



Dentro de unos días se estrena el documental ese que ha patrocinado Al Gore sobre el cambio climático "Una verdad incómoda", y en la tele y los medios en general, todo el mundo se pondrá a hablar del asunto durante un tiempo.

Mi opinión personal (que con gusto someteré a otra mejor fundada) es que el que -a día de hoy- niega que ese cambio se está produciendo ante nuestros ojos pertenece a dos grupos:

a) Tiene importantes intereses en industrias altamente contaminantes y es viejo.

b) Es un imbécil.

Cabe una opción c) Reúne las tres características o, al menos dos de ellas.

Como todos sabemos, los miembros del grupo a) son escasos aunque muy influyentes. En especial, son sumamente influyentes sobre los pertenecientes al grupo b), grupo que, desgraciadamente, como es sabido reúne a una ingente cantidad de humanos.

Al menos siempre nos queda el retorcido consuelo de que los influyentes cofrades del grupo a) y sus seguidores (b), tienen su función ecológica, ya que son instrumentos de Gaia para exterminar a la especie humana y permitir que continúe algún otro tipo de vida sobre la Tierra que, con el paso de los eones, vaya evolucionando hasta repetir el ciclo. Pero, claro, es que la tal Gaia trabaja con unos ciclos bastante largos para mi gusto y, como la paciencia no es una de mis virtudes, se me hace cuesta arriba esperar varios cientos de millones de años para volver a ir al cine. Si fuera seguidor de las cuatro nobles verdades, me importaría menos, ya que, una vez preso en la rueda del Samsara, pues, ¿qué más me da reencarnarme en alguna clase de virus y esperar de tal guisa la liberación?

Pues nada, amigos: a seguir quemando petróleo y carbón, a seguir talando y quemando bosques. Sobre todo, a seguir financiando informes que nos tranquilicen desenmascarando a esa pléyade de pseudocientíficos radicales que en actos de verdadero terrorismo (atención a la última novela de Crichton), nos cuentan cómo los polos se derriten, los glaciares desaparecen, las tormentas tropicales llegan a Galicia, etc., etc.: todas esas mentiras de mentes retorcidas cuya oscura relación con Bin Laden descubriremos algún día.

Además: todo es cosa de adaptarse: Cuando el Polo Norte esté derretido, será navegable todo el año y se abrirán rutas insospechadas al comercio mundial, las zonas hasta hoy estériles por el permafrost y esos molestos glaciares, serán vergeles; los turistas de playa irán a Trondheim, Stavanger o al norte de Siberia, que se convertirán en los nuevos Marbella y Benidorm y en lo que quede de Andalucía pondremos un megaparque temático con tuareg y todo que nos inviten a té a la menta. Además, cuando ya no haya Ría de Arousa, y Cangas del Morrazo no sea más que un recuerdo en nuestra discoteca, habremos acabado con el narcotráfico y se acabará la llegada de cayucos a las playas canarias, porque no habrá playas donde llegar.

Y nosotros, a seguir gastando, qué coño, que son dos días.

Curiosamente, se trata de un peligro cierto y extraordinariamente grave, sabemos qué hay que hacer para intentar atenuar sus consecuencias, pero nadie está dispuesto a pagar el precio que supone. Es decir, los del grupo a) no están dispuestos y nosotros, los del grupo b) nos quedamos mirando y viendo películas para decir "¡joder, qué chungo!"
Algunos datos sobre el tema para poder parecer unos expertos cuando discutáis en los bares: