5/2/10

Sahara Occidental (III)







Mapa de Canarias y las costas de Berberia de Pedro Agustín del Castelo León (1686) En T. García Figueras, Santa Cruz de Mar Pequeña, Ifni-Sahara. 1941.

Desde que se inició la conquista de Canarias, en el s.XV, la costa frontera de África fue objeto del interés de los expedicionarios castellanos y después de los canarios. Las necesidades de la pesca requerían contar con asentamientos en tierra firme y cierta seguridad para las aguadas y en caso de naufragio (problema éste que continuó hasta principios del s. XX). Por otra parte, durante los siglos XV y parte del XVI, se sucedieron continuas entradas en la costa saharaui y de lo que hoy es el Sur de Marruecos (Sus y Nun) por parte de los canarios a la caza de esclavos para trabajar en las plantaciones isleñas.

En este sentido, los castellanos fundaron el establecimiento fortificado de Santa Cruz de Mar Pequeña, más o menos donde ahora se encuentra Ifni, en 1478, que, aunque sirvió para un intenso tráfico comercial, debió ser abandonado finalmente en 1527 por la guerra que le hacían los naturales. 

A partir del primer tercio del s. XVI, la creciente influencia otomana, que trajo consigo el asentamiento de los corsarios berberiscos en la costa atlántica, produjo un cambio de tornas, y así, fueron los musulmanes los que iniciaron sus expediciones sobre las Canarias con los mismos objetivos: pillaje y captura de esclavos, que se sucedieron hasta bien entrado el s. XVIII.

La creciente presión de los españoles y europeos, por una parte, intentando establecerse en la costa del sur de Marruecos y el Sahara, y, por otra, la expansión del Imperio otomano por el Magreb y Sahel, llevaron al Sultán saadí marroquí a preservar su independencia, asegurando su dominio del sur del imperio y de las principales rutas caravaneras. Y es que, si las caravanas que traían las mercancías del Sudán y de los reinos negros hubieran podido acortar el camino y negociar directamente con los europeos mucho más al Sur, sin necesidad de dirigirse a los centros autorizados por el gobierno marroquí, los perjuicios económicos que podrían derivarse para su imperio habrían sido gravísimos. A estos efectos, en la segunda mitad del s. XVI, se sucedieron las campañas sobre el Sus y el Nun, y al sur del Draa, en territorio saharaui.

En este sentido, se produjeron dos acontecimientos trascendentales: en 1577, la batalla de Alcazarquivir, o de los tres reyes, decidió la guerra civil por el trono de Marruecos, en la que Portugal apoyaba a uno de los bandos (el derrotado), en la que desapareció el rey Don Sebastián de Portugal, dando lugar indirectamente a que Felipe II hiciera valer sus derechos al trono portugués con las consecuencias conocidas.

Consolidado en su trono, el nuevo soberano Al Mansur, llevó al imperio de Marruecos a su máxima expansión desde los tiempos almorávides. En 1590 inició, con financiación inglesa, la conquista de Tombuctú, que se tomó en 1591. La odisea del ejército que atravesó el desierto, como ya dijimos al mando del renegado almeriense Yudar Pachá (también llamado Joder Pachá, es de suponer que por sus floridas interjecciones) y compuesto en gran medida de mercenarios y renegados españoles –los Arma- cuyos descendientes siguen allí, merece un postio aparte. Tras la toma de Tombuctú, el control de la zona se mantuvo con más o menos lasitud en manos de los pachás designados por el Sultán hasta principios del s. XVIII; aunque el control real de la corte marroquí se difuminó rápidamente hasta ser puramente ritual y finalizar con el sometimiento del territorio por las tribus tuareg. 


Relación de las tropas participantes en la expedición a Tombuctú de 1590. La palabra "elche", que se repite en el texto, significa renegado. En J. Corral, Ciudades de las caravanas. 1985.

Es de señalar la alianza entre el Sultán Al Mansur y el Gobierno de Isabel I de Inglaterra contra su común enemigo Felipe II. El famoso Walsingham, santo fundador del Intelligence Service británico, trató por todos los medios y a peso de oro de que el Sultán abriese un segundo frente en la costa sur de la Península que impidiera o retrasara el ataque de la Armada Invencible.


Máxima expansión del Imperio Saadí de Marruecos (wikipedia)

Hubo diversos episodios, como el plan fallido de establecer a los hugonotes franceses en la costa africana por cuenta de la corona española. Pero no fue hasta el s. XVIII, reinando Carlos III, cuando se reanudó el interés del Gobierno español por la costa del sur de Marruecos y del Sahara, rememorando la fundación de Santa Cruz de Mar Pequeña. Dicho interés, aparte de por los intereses de los pescadores canarios, venía dado sobre todo por los intentos británicos (que en cada guerra con España y Francia acosaban a las Canarias y obstaculizaban las comunicaciones con las islas) de hacerse con una base en la costa cercana que permitiera el bloqueo marítimo de las Canarias.

Ese peligro se consideró tan grave, que el ministro Grimaldi envió diversas embajadas, entre ellas una a cargo de Jorge Juan, para conseguir del Sultán un acuerdo que permitiera a España volver a establecerse en Santa Cruz de Mar Pequeña, a fin de disponer de una base que neutralizara las asechanzas inglesas, de lo que el soberano marroquí se excusaba alegando que no tenía control sobre el sur de su Imperio. Como veremos, éste fue uno de los leit motiv de las relaciones entre los sucesivos gobiernos de su Majestad Católica y del Sultán.


8 comentarios:

  1. Cierto, parece que la máxima de ingleses y franceses durante siglos fue joder todo lo ibérico que se moviera...
    Eso sí, desde ya pido el postio sobre Tombuctú y, ya que estamos, sobre la ventolera africanista de Sebastián, lo de Alcazarquivir y el quinto imperio luso.

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  2. Esto es apasionante. Mejor que Lawrence de Arabia y el Viento y el León juntos, que a ello llegaremos (espero)

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  3. Se agradece que continúes con el tema, es algo sobre lo que no tengo ni idea.

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  4. Qué interesante se está poniendo. Es muy curioso lo de los hugonotes. No me extraña que saliera mal. Suena muy raro eso de España dando refugio a unos calvinistas.

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  5. No quería hacerlo, pero no me puedo contener: ILICITANOS RENEGADOS

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  6. MJ y Fer, es lo que tiene la competencia. En cuanto a los postios sobre Yudar Pachá y Don Sebastián, ya veremos, ya... cuando termine con esto.

    Dª Alicia. Usted siempre tan superlativa. De todas formas, tengo en mente algún postio sobre personajes coloniales españoles que nada tendrían que envidiar a T.E.L.

    Gabriel Syme. Me soprende que tú no tengas idea de algo. ;)

    Dizdira. Lo de los hugonotes era una forma barata de fastidiar a los ingleses. Pero, efectivamente, resultaba demasiado desinhibido para la época y por eso no prosperó.

    Folken, es curioso, ¿verdad? ¿por qué precisamente "elches"? ¿Por qué no "madridejos" o "ciudadreales", pongo por caso?

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