30/12/08

Campaña electoral




(lo he sacado de aquí)

El Tsahal vuelve a machacar directamente Gaza. No vamos a ponernos sensibleros: es normal. No sé si a la hora de escribir esto ya habrán entrado los carros, o seguirán ablandando los objetivos desde el aire. De momento, el balance es el habitual: unos 100 muertos palestinos por cada muerto israelí. Es evidente que los israelíes no pueden comportarse como si vivieran en los mundos de Yupi. Nunca han podido. Por eso se hicieron su sitio y lo defienden. Evidentemente, sin su fuerza militar y el apoyo incondicional de Occidente hace tiempo que no existirían. Lo que pasa es que la mera fuerza bruta acaba agotándose y eso implica pensar en varias cosas a la vez, lo que nadie hace con unas elecciones a la vista.

No voy a insistir en lo ya dicho. Sólo en una cosa: Israel no tiene futuro por esta vía. Los más lúcidos lo saben, gente como David Grossmann, Amos Oz, Daniel Baremboim, los de Paz ahora, los que tratan de impedir los derribos de casas de palestinos... Pero el nivel de propaganda es tan infernal, que como siempre las víctimas se convierten en culpables: los palestinos asesinan, los judíos ejecutan; los palestinos secuestran, los judíos detienen; los palestinos son terroristas, los judíos son militares... y el lento exterminio moral, cultural y en parte físico de un pueblo entero se llama proceso de paz.

En seguida llegarán los comentarios defendiendo a Israel, la única democracia de Oriente Medio. Democracia, ¿para quién? Una democracia sólo para los miembros de una religión que viven en un país conquistado del que expulsaron a buena parte de su anterior población.

La legitimidad del Estado de Israel se basa en el Holocausto (el único autorizado a ir con mayúscula). El Holocausto los legitimó para invadir una tierra y ocuparla militarmente. En una lucha épica, eso es cierto, pero, ¿a quién le importaban entonces los palestinos? ¿Al rey Abdulla de Transjordania, que se apoderó de Cisjordania? ¿Al rey Faruk de Egipto que se quedó con Gaza? (hasta que los israelíes se las quitaron en 1967) ¿Al presidente Truman, que forzó la partición de Palestina? ¿A quién le importan hoy? Son una molestia. O tal vez la legitimidad venga de aquella vez que llegaron con Josué y con la ayuda de Dios exterminaron minuciosamente a la población nativa...

Sólo insistiré en dos cosas: Israel no tiene futuro por este camino por la mera demografía, lo que les tiene tan aterrorizados que no se les ocurre más que tirar bombas. No tienen más que mirarse en el espejo de su antiguo aliado, Sudáfrica. Probablemente ya haya demasiado odio y demasiado miedo como para que las cosas tengan arreglo.

Por otra parte, si se produce la ofensiva terrestre, que parece inminente(ojalá me equivoque), Hezbollá puede sentir ganas de echar una mano. Nasralá ya lo ha advertido, y ¿quién está en medio del Tsahal y Hezbollá en la frontera libanesa? ¡Ah! Nuestros chicos. Feo asunto. Moratinos y Chacón deben estar bastante inquietos estos días.

Hacía mucho que no hablábamos de este tema, pero esto es lo que decía hace un par de años:

El ombligo del mundo sigue igual.

El tipo de gente que se las come todas

Vamos un poco patrás

From Israel with love

Esto es increible, pero es lo que hay

Una vez mas hasta los yarboclos

Cuando las premisas son falsas pasa lo que pasa

26/12/08

La Hemeroteca de Carpzovius (I)

CAMBIO 16 001

Últimamente en la B.F.I. discutimos mucho sobre la Transición. Me estoy dando cuenta de que, a nuestra edad, cinco años no son nada; pero en su momento eran la diferencia entre diez años y quince, y eso sí era mucho.

Buscando otras cosas, me he encontrado en una de mis famosas cajas varios ejemplares antiguos de Cambio 16, una de las principales revistas "desafectas" con el régimen postfranquista: su presidente era Luis González Seara, que llegó a ministro de Educación y Ciencia con UCD y cuya Ley de Reforma Universitaria fue objeto de mis algaradas estudiantiles. El director era Juan Tomás de Salas y estaban, entre muchos otros, Miguel Ángel Aguilar, José Oneto, Carmen Rico-Godoy, Consuelo Álvarez de Toledo, colaboraba gente como Enrique Barón, Xavier Domingo, Cela y, por supuesto, el más grande: Forges.

Algo que hoy resulta sorprendente es que la mayoría de los artículos iban sin firma, lo que significaba que la revista y su director se hacían responsables fuenteovejunamente de lo que pudiera ocurrir. Voy a colgar algunos del verano del 76; concretamente, la portada, el editorial, la quinta página, una sección titulada "De buena fuente..." y, obviamente, los chistes de Forges. Dan una idea de lo que se pensaba por aquel entonces.

El 14 de junio del 76, hacía seis meses de la proclamación del Rey y la noticia era su primer viaje al extranjero, concretamente a Estados Unidos. Hacía 40 años que un jefe del estado español no visitaba oficialmente otro país y nos parecía importantísimo. En Estados Unidos le prepararon un recibimiento por todo lo alto y pronunció un discurso ante una sesión conjunta del Congreso y el Senado en el Capitolio. En ese discurso, que empezaba diciendo que dos terceras partes de los españoles teníamos menos de cuarenta años, dejó claro que su intención era convertir a España en una democracia homologable. La lectura que se hizo aquí era que, teniendo de testigo al cuerpo legislativo del Imperio al completo, no podía echarse atrás. Por otra parte, en una famosa entrevista a Newsweek, sijo literalmente que su presidente del Gobierno era un absoluto desastre.

Carlos Arias Navarro (por mal nombre "carnicerito de Málaga") era el presidente del Gobierno al morir Franco, que lo había nombrado para sustituir a Carrero Blanco tras su asesinato. Se negó a poner su cargo a disposición del Rey tras su advenimiento a la jefatura del Estado, alegando que a él lo había nombrado el Caudillo y que tenía que agotar los cinco años de su mandato como si aquí no hubiera pasado nada. No se entendían y, de hecho, para echarle un pulso, llegó a plantear su dimisión al rey en plena crisis del Sahara, cuando la inminente guerra con Marruecos estaba en la mente de todos.

En ese mes de junio, Arias Navarro ya no controlaba a la mitad de sus ministros: el Vicepresidente y Ministro del Interior era Fraga, que iba por libre; Areilza, Ministro de Asuntos Exteriores, un hombre muy viajado y además conde, competía con Fraga por ser el sucesor de Arias; Pío Cabanillas, Ministro de Información y Turismo (sí, ya sé, los nombres se repiten) trataba de introducir una tímida "apertura" en los medios de comunicación... La situación era bastante caótica.

Estaba en tramitación un proyecto de Arias para modificar parte de las Leyes Fundamentales franquistas introduciendo una cosa llamada "asociaciones políticas" (la palabra "partido" era tabú absoluto) y un trasunto de elecciones. Aunque los partidos a la derecha del PCE se movían a la luz del sol (es la época de Coordinación Democrática, ya se sabe: la platajunta y todo eso), la represión y la tortura seguían siendo cosa corriente y los medios de comunicación no afectos al régimen se paseaban por el filo de la navaja: los procesamientos de periodistas ante el Tribunal de Orden Público y el secuestro de publicaciones estaban a la orden del día. Sin embargo, Felipe González ya tenía escolta policial desde antes de morir Franco.

Tanto la oposición como los elementos más razonables del régimen eran conscientes de que las modificaciones en las leyes fundamentales no debían ver la luz: Lo que Arias pretendía era dar un barniz de supuesta legitimidad democrática a las instituciones franquistas para que todo siguiera igual. Vestir al muñeco le llamaban a eso.

Mientras tanto, el Rey, que no se había atrevido a cesar directamente a Arias (para lo cual necesitaba la aquiescencia del Consejo del Reino desde donde Don José Antonio Girón de Velasco, "El León de Fuengirola" tronaba contra los traidores al legado del Caudillo) porque no terminaba de tener claro el grado de apoyo que su presidente del Gobierno tenía entre la clase política oficial y el Ejército. El Rey, conspiraba con el Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, Torcuato Fernández Miranda, la esfinge asturiana.

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22/12/08

El Almirante Yamamoto y el sexo

yamamoto

 

He descubierto esta breve exhortación del Almirante Yamamoto Isoroku a los oficiales subalternos de la Armada Imperial Japonesa en el año 1939. Muestra que en verdad era un genio de la estrategia y también por qué los americanos se lo cargaron de aquella manera tan poco elegante.

"Puedes averiguar la personalidad de un hombre por su forma de abordar a una mujer. Los hombres como vosotros, por ejemplo, cuando la flota se halla en puerto, parece que hagáis tan sólo dos cosas: en primer lugar, le decís directamente a la mujer en cuestión: "Eh, ¿qué tal un polvo?" Lo cierto es que cualquier mujer, hasta la peor de las fulanas, va a rechazaros si se lo planteáis de ese modo. Bueno, y ¿qué hacéis entonces? Pues os sentís insultados y os ponéis groseros, u os rendís de inmediato y os largáis a probar la misma táctica con otra mujer. Eso es todo de lo que sois capaces. Pero echadles un vistazo a los hombres occidentales, pues ellos son muy distintos. Una vez que le han echado el ojo a una mujer, la invitan a una copa, o a cenar, o a bailar. De esa manera van minando gradualmente sus defensas hasta que, al final consiguen lo que quieren, y además con elegancia. Cuando se trata de conseguir un objetivo particular, ésa es desde luego una forma mucho más sabia de hacer las cosas. En todo caso, ésa es la clase de hombres a los que vais a enfrentaros si se declara una guerra, de manera que más os vale pensar un poco en ello."

18/12/08

Los Ofidios y el Liberalismo


Nuevamente en la B.F.I. para tranquilizar a nuestro tabernero hongkonés, que me ha mandado un mensajito porque está preocupado el hombre, que llevo unos días sin venir y, claro, la caja se resiente. Como en la Facultad de Odontología están procediendo a la minuciosa demolición y desescombro de mi boca (esto sería tema de otro postio, cuando acaben conmigo) y me atiborran de antibióticos y otros fármacos, la única forma de no liarme es no comparecer.

Bueno, pues vengo y resulta que no hay nadie conocido. Siguen poniendo los 40 Latinos en la tele y, aunque llego a tiempo de presenciar por enésima vez cómo Shakira contorsiona los abdominales, cosa ésta que, por más vista que esté, nunca deja de ser agradable, en seguida la sustituye el Antonio Orozco, que cada vez tiene peor aspecto (especialmente en comparación con Shakira, aunque eso no signifique mucho). Yo imagino que es la mala conciencia que tiene de deberme una comida hace más de dos años, que no le deja dormir bien. Será eso.

En fin: que aquí siguen cuidando los detalles con su selecta clientela, sobre todo la parte musical. Ya hemos desistido.

En realidad, lo dicho hasta ahora no deja de ser una vulgar excusa para camuflar mi humor misántropo. Intento ir a sitios infrecuentes para no encontrarme a nadie. Pero, que si quieres arroz, Catalina: Ayer, sin ir más lejos, sostuve una animada charla acerca del concepto:

Liberalismo

Con uno de los tipos que más admiro del barrio. Un tipo que, no sólo ha sobrevivido a la mordedura de una serpiente de cascabel, que eso no deja de ser más o menos asumible, sino también a la de una víbora rinoceronte africana, que eso ya son palabras mayores. En este caso tuvieron que traerle el antídoto desde Suiza. Los suizos se lo traían en un caza -son suizos- a Torrejón en dos horas; pero, como nadie se hacía cargo de la factura, tuvo que conformarse con esperar un vuelo comercial. Y, a pesar de todo, sobrevivió. La prueba es que anoche discutía conmigo.

No sólo sobrevivió, etc...., sino que en su día modificó mi clasificación de la gente en función de su empleo de las medidas de capacidad. Véase:

Nuestro tabernero hongkonés nos explicaba en cierta ocasión el tamaño de algo, diciendo con ademanes abarcatorios:

-- Pues... como unos tallarines fritos para llevar.

Mi admirado vecino (superviviente de los tóxicos reptantes, no lo olvidemos) decía al día siguiente:

-- No sé... Como un cubo de zinc de los de dar de beber a los tigres.

Es decir, que estamos hablando de dos concepciones del mundo prácticamente excluyentes entre sí.

Bueno, en definitiva, ese es mi vecino. Yo discutía animadamente con él a horas ya avanzadas para ser martes y le comentaba con educados gritos, recios aunque por el momento comedidos, y en los que casi no aparecía la palabra "nazi", que tenía que someterse urgentemente a terapia y dejar de envenenarse la mente con Intereconomía, el Gato (esto más bien lo decía su compañera de piso) y nuestro inefable Talibán Matutino, para volver a los clásicos Ebro, que sin duda alguna relajarían su espíritu y devolverían la ecuanimidad a su ánimo, de ordinario objetivo y quirúrgico. Pero, como él estaba en otras cosas más etológicas, acabó discutiendo con otro vecino, éste de índole más bien sindicalista.

Y es que eso que hoy se llama ser liberal es una mierda

[breve inciso para mis apreciados blogueiros liberales: en todo lo que sigue no hay nada personal, son sólo negocios]

De hecho, es la antítesis del concepto tradicional de liberal, mecachis, un concepto tan nuestro, tan español, que el patrón de éste vuestro blog, Don Pedro Calderón de la Barca, dejó ya dicho para correteo y regocijo de la Ynfantería Española que:

"El dar y el pedir aquí

puesto en tan buen uso vive,

que tal vez al que recibe

quedar más airoso vi

que al que da, porque aquí es tal

el fruto de la opinión,

que es dádiva la ocasión

de hacer a otro liberal"

(Cosa ésta que deberéis tener muy en cuenta la próxima vez que os halléis en mi presencia y tengáis ocasión de pagaros una ronda)

El novedoso concepto de ser "liberal", enunciado tranquilamente, parece la mar de razonable: la libertad del individuo ante todo, libertad para decir lo que quiera, para elegir el trabajo que quiera, libertad para vivir donde quiera, libertad para elegir la educación de los padawan, etc., etc. Me recuerda a una entrevista con el hijo de Susan Sontag (icono progre donde los haya) que venía en el último dominical de El País: "Creo que me cogeré un piso en Londres para ver a mi hijo", venía a decir el muchacho.

¡Qué guay! Yo también llevo tiempo pensando en pillarme un pisito en Londres para pasar temporadas allí... La putada es que no tengo pasta, ni para pillarme el pisito, ni para pasar temporadas en Londres entregado al dolce far niente.

Y es que, cuando partimos de premisas falsas, pasa lo que pasa, y llegamos a defender (como hacía mi vecino, aunque es de justicia reconocer que las cervezas que ambos habíamos trasegado eran abundantes y, a nuestra edad, el hígado ya no procesa como antes) y se llega, en fin, a defender cosas como lo de las 65 horas semanales de curro.

Que es lo que estaba pasando. Ya se sabe: España es un país de vagos, etc. Ojo, yo no tengo nada (bueno, la verdad, sí) en contra de currar todo el tiempo que a uno le dé la gana o tenga necesidad de. En realidad, yo lo hago mucho últimamente y, aún así, me da tiempo de ir a los bares a perderlo (el tiempo). Pero es que yo no tengo jefe desde que terminé la mili. A veces, tengo mucha pasta, pero otras (por lo general), no.

La falacia está en lo de contar que es un derecho el dejar negociar al currito con el jefe al margen de los sindicatos corruptos (que lo son). Ello implica creerse la falacia fundacional, es decir:

"Yo soy igual a Don Emilio Botín"

Pongamos que yo tengo, no sé..., 24 años y empiezo a currar en La Casa. Don Emilio y yo nos sentamos relajadamente en el bar a tener un intercambio de impresiones, así, en plan campechano, sobre mi contrato:

-- Pues mira, chaval, como me has caído bien, que he pensado que por las 100 horas semanales que me vas a currar, como que te voy a dar 485 euros.

-- ¡Hombre! Emilio, qué cachondo eres... Yo, por ese precio, te curro 80 horas máximo.

-- Jejeje (palmadita en el muslo) eres un crack, colega... Mira, como hablas Alemán, te lo dejo en 87 horas semanales.

-- Guay, Emilito, pero me pagas 500.

-- ¡Joder, tío! Eres duro, ¿que no? Hecho. Necesitamos peña como tú, que sepa negociar. Tú llegarás, te lo digo yo, que de eso sé un huevo.

Vale. Un buen liberal me argumentará que el aspirante (salvo que tenga un par de hijos a su cargo, a quién se le ocurre) podría haberse levantado nada más empezar la conversación y declamar con gesto airado aquello que me gusta tanto de:

"Aqueso será, Señor,

como fuer galardonado,

porque allá en cualquier tyerra

dan sueldo a los fijosdalgo.

Por besar mano de rey

no me tengo por honrado,

porque la besó mi padre

me tengo por afrentado."

Pero, claro, es que Don Emilio contestaría sin dudar:

"Vete de mis tierras, Cid,

mal caballero probado,

y no me entres más en ellas

desde este día en un año."

(en román paladino: "quitadme de encima a esta escoria")

Bueno, vale... siempre tenemos la opción de seguir el rollo épico y, sin perder nuestro altanero continente, reponer:

"Pláceme, dijo el buen Cid,

pláceme, dijo de grado,

por ser la primera cosa

que mandas en tu reinado.

Por un año me destierras,

yo me destierro por cuatro..."

Y así podríamos seguir, ya lo sé. En realidad, da lo mismo. Os pongáis como os pongáis, lo único que a mi entender justifica proclamarse "liberal" en la actual acepción jimenezlosantina del término, es:

a) Tener pasta. (en tal caso, absolutamente justificado)

b) Tener el temperamento kamikaze.

c) Ser masoquista.

Y es que, ya lo sé, el dinero no da la felicidad, pero -desde luego- hace la vida mucho más agradable: puedes hacerte superpopular pagándote rondas en los bares, mandar a los padawan a colegios carísimos y frecuentar puticlubs más prestigiosos.

Además, el ejemplo es malísimo, porque Mío Cid el Campeador, aún viéndose abocado por aquel entonces a la movilidad geográfica, era un emprendedor que acababa de crear una empresa cojonuda de military consulting con un team de 300 caballeros (todos ellos hijosdalgo), cuya credibilidad aumentaba al haber fichado para su staff a valores emergentes como eran Álvar Fáñez, Per Vermúdez, Martín Antolínez (el burgalés leal) o Muño Gustioz (por no mencionar el respaldo de Raquel, Vidas & Co., Capital Riesgo)

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P.S. Al loro: he descubierto que los currantes del Cirque du Soleil han descubierto que la B.F.I. es el bar abierto más cercano al afamado chiringuito. Prometo jugoso postio sobre las condiciones de explotación laboral de multinacional tan guay.

8/12/08

Feliz patrona

(Nota del día 09/12/2008: ¡Mira que me tengo prohibido meterme en el blog después de pasar por el bar... pero ni por esas. Además, qué coño, me hizo mucha gracia encontrarme a mí mismo ataviado de fusilero en una composición tan primaria y con el ardor guerrero de fondo. Además, tengo conocidos-fuentes esparcidos por el mundo y a ellos les debéis algo de lo que aquí se cuenta. Así que qué menos que una felicitación por la patrona, ¿no? .- vid. nota al pie)


¡Joder! Yo vengo de la B.F.I. y me digo: "hombre, voy a felicitar a los infantes" y se me ocurre ver si en youtube está el "Avispas". Pero, claro, eso es demasiado especializado y aún nadie lo ha colgado en Internet.

Me digo -lógicamente- "Bueno: pues el Ardor Guerrero". Ahí, sí. Pero, ¿qué me diríais que aparece en primer lugar?: Esto. Vale, se oye como el culo, pero, si os fijáis, en determinado momento, se ve, ¿qué se ve?, fácil: esto:







En fin, Felicidades a todos, estéis donde estéis.

Vale, lo siento: he vuelto a dejar de tomarme la medicación, pero para mí no son datos para el argumentario.


Nota al pie, cit.: El Avispas es una especie de himno extraoficial de la Academia de Infantería -en la afoto al fondo- para entonar en las grandes ocasiones y en especial cuando es la Patrona. Dice así:

Solista (desgañitándose hasta el último aliento):

¡¡¡¡AviiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisPAS!!!!

¡¡¡¡AlcornoooooooooooooooooooooQUES!!!!

Todos:

¡¡FUEGO, MOVIMIENTO Y CHOQUE!!

¡¡IN-FAN-TE-RÍ-A!!

Soomos de Infantería ía ía

Somoos de Infantería ía ía

Somos de Infantería, nos gusta el vino nos gusta el vino y las mujeres, ¡joder! y las mujeeeereeees."

Probablemente, dada la irrupción de la mujer española en las Fuerzas Armadas, habrá cambiado algo la letra, no lo sé; podría quedar sencillamente "nos gusta el vino nos gusta el vino y el jodeeeeeeee-er!" prolongando las sílabas convenientemente, todavía pegaría.

6/12/08

Preconstitución


Idígoras y Pachi. El Mundo 06/12/2008.


Este era nuestro himno. (sobs...) Se recomienda la escucha previa para entrar en ambiente...






Cuando se aprobó la constitución yo tenía 17 años. Lo que más me interesó fue que establecía la mayoría de edad a los 18, y a los de mi quinta nos reducía ese horizonte en tres años: no había que esperar a los 21. Entonces pensábamos que eso tenía algún significado.

En aquellos tiempos estábamos muy al tanto de las cosas. No en vano el profesor Borodin y vuestro humilde narrador ya sabíamos hacer cócteles molotov de los que no necesitan fuego a la tierna edad de 12 años. Eso no significaba que hiciéramos un uso práctico de semejantes conocimientos, ojo, pero el caso es que los teníamos. Claro, que en aquellos tiempos siempre había algún amigo que tenía un cheminova (hasta que -indefectiblemente- su madre decidía tirarlo a la basura tras sofocar algún conato de incendio) y los experimentos pirotécnico-infantiles estaban a la orden del día.

A los 12 años yo era un asiduo lector del Sábado Gráfico y de la Gaceta Ilustrada de mi abuelo Fernando. Me gustaba más la Gaceta Ilustrada, donde leía los reportajes que escribía Oriana Fallaci antes de volverse loca. Vietnam, Camboya, La guerra del Yom Kippur, Chile... Recuerdo el atentado de Carrero Blanco y las caras de preocupación de todo el mundo, los colegios cerrados y el entierro presidido por el príncipe. Recuerdo la revolución de los claveles y las opiniones encontradas de mis tíos (a favor) y de mi padre y mi tío Nano (en contra, aunque con dudas, que al fin y al cabo era un golpe militar bastante bien hecho). Recuerdo la primera vez que Franco se cogió una baja: todo el mundo la mar de preocupado por qué iba a pasar si se moría. El final de la guerra de Vietnam, que había abierto sistemáticamente los telediarios en blanco y negro de nuestra infancia, me lo anunció el profesor Borodin en las escaleras del colegio, subiendo para clase.

Recuerdo las llamadas nocturnas a mi padre del cura que me había suministrado la primera comunión y que nos había bautizado a todos. Habían vuelto a detener a su hermano (también cura) allá en el País Vasco y a ver si mi padre, que era militar, podía hacer algo. También se suponía que mi padre podía "hacer algo" cuando detuvieron a la hermana de una tía mía, que era del PC (y que me presentó a los Beatles). Era normal recurrir a mi padre, o a mi tío Ramón, que era policía. La familia ante todo.

En el verano del 75, mi padre ascendió a comandante y estuvieron en un tris de mandarnos al Sahara. A mí me jodió un huevo que al final no fuéramos (el padre de un compañero de clase, de Caballería, estaba en el Sahara en carros y cuando nuestro compi volvía después del verano nos daba una envidia de la hostia enseñándonos fotos del desierto y hasta de sí mismo pegando tiros con cetme). Entre tanto, en el Goloso juzgaron a unos de ETA y el FRAP y acabaron fusilándolos, cosa que produjo mucho revuelo internacional (encima de que el gobierno había accedido a sus peticiones de ser fusilados en lugar de darles garrote vil: recuerdo los morbosos artículos del periódico detallando el funcionamiento de tan castizo como mortífero artilugio). Cuando quemaron la embajada española en Lisboa, los únicos que estaban dentro eran mi futuro colega Luigi (el gallego) y su familia, que su padre era el conserje. Desde entonces no puede ver a los portugueses.

Hubo una multitudinaria manifestación en la plaza de Oriente que inauguró -creo- los cómputos oficiales por encima del millón de personas y allí Franco habló por última vez del contubernio judeo masónico izquierdista internacional contra España. Recuerdo la patética imagen de un anciano terminal, arrugado como una pasa, con enormes gafas de sol y uno de esos uniformes diseñados para su uso exclusivo, diciendo incoherencias con voz temblorosa.

Franco volvió a cogerse una baja que, esta vez, sería definitiva. Nos acostumbramos a los partes diarios del así llamado equipo médico habitual, mientras Hassan II organizaba con apoyo americano su marcha verde aprovechando la enfermedad de Franco para quitarnos el Sahara. Recuerdo las fotos de los M-109 nuevecitos apuntando a la frontera y las bravuconadas de cada cual.

Una mañana de noviembre, sonó el teléfono en casa muy temprano y escuché a mi padre hablar en voz baja. Terminó diciendo "a tus órdenes" y fue a despertar a mi madre. Nos dijo que Franco había muerto y que no íbamos a clase. La verdad es que la cosa era inquietante, porque uno había crecido en la certidumbre tácita de que cuando Franco cascara iba a haber otra guerra civil.

Mis abuelos maternos, que tenían posibles, se compraron una tele en color y toda la familia se reunía para presenciar en directo los fastos fúnebres. Mi tía la del PC le tiraba pullas a mi padre, que contestaba que, si de él dependiera, sacaba ahora mismo los tanques a la calle, por si las moscas.

Ahí yo empecé ya a tomarme confianzas; sobre todo cuando salió en la tele mi tío Nano (el que estuvo en la División Azul) cuadrándose ante el muerto y levantando el brazo con mucha marcialidad. Cuando llegó a casa de mis abuelos (en momentos de crisis, la familia se reagrupaba, supongo que siguiendo impulsos atávicos) fue recibido con parabienes de un sector de la familia y con chanzas del otro. "Vosotros no entendéis estas cosas", nos decía muy emocionado.

En el colegio pusieron el testamento político de Franco en todos los descansillos (cosas del profesor de FEN, que tenía mano alta sobre todo lo que se ponía en las paredes) y nosotros aún teníamos que aprendernos de memoria los Principios Fundamentales del Movimiento, los mismos que el rey juró cumplir y hacer cumplir en la ceremonia de su entronización ante las Cortes. ¡Ah!, aún recuerdo a Rodríguez de Valcárcel diciendo con voz que pretendía ser admonitoria: "Si así lo hiciéreis, que Dios os lo premie y, si no, que os lo demande". Eran otros tiempos.

A partir de ahí, la cosa se desbocó: Arias Navarro le dio el Sahara a Marruecos a cambio de mantener una sensible participación del INI en Fosbucraa y algunas otras cosillas sin importancia, haciendo caso omiso de las supuestas últimas admoniciones del Caudillo: "Si hay que ir a la guerra, vamos". Luego, ya se sabe, vino el espíritu del 12 de febrero, aquello de "sin prisa, pero sin pausa" (a esa gente le encantaban las frases ingeniosas, como aquella otra de "distinto y distante", etc.); bueno, la platajunta y todas esas cosas, la gente se desmandaba, manifestaciones por todos lados, huelga general a principios del 76, estado de excepción en Euskadi; Fraga masacrando obreros en Vitoria (6 muertos y 100 heridos de bala de una sentada: la calle era suya, ya se sabe), tiroteos en Montejurra entre carlistas, los fascistas italianos como Pedro por su casa enseñando maldades, ETA en su línea,: en aquella época se pasaba de 100 asesinatos al año y yo me adiestraba, por cuestiones familiares, las sutilezas de la contravigilancia hasta caer en la paranoia; salieron unos nuevos que se llamaban el GRAPO y habían empezado matando grises a martillazos porque no tenían muchos medios (alguno de aquellos ha acabado siendo icono postfranquista, quién lo iba a decir), Los abogados de Atocha y la tremenda manifestación del entierro, en la que hicieron sinergias el Partido y algo tan institucional y burgués como el Colegio de Abogados: serían rojos, pero eran compañeros ¡la hostia! (uno de mis tíos, clandestino de Comisiones en el Sindicato vertical; me contó el nudo en los cojones cuando el silencioso cortejo pasó bajo sus ventanas); Billy el Niño y el Comisario Conesa campando por sus respetos, el metro militarizado... era la época de los estudiantes voladores, porque manifestación equivalía a por lo menos un muerto (o dos) cuando la policía disparaba al aire. En fin, la mar de interesante si tienes 14 años.

Cuando el rey destituyó a Arias Navarro y nos explicaron minuciosamente cuál era el procedimiento para nombrar a dedo otro presidente del Gobierno (la terna y esas cosas) y salió Suárez, todo fue la mar de sorprendente: era la primera vez que un político salía en la tele y trataba a los españoles de usted. Era evidente que algo empezaba a cambiar de alguna manera.

Además, Suárez no era un extraño en casa: mi padre y él habían sido amigos en Ávila, de jóvenes, y mi padre siempre le felicitaba cuando lo ascendían: cuando lo nombraron director de TVE, cuandolo hicieron Ministro Secretario General del Movimiento y ahora, cuando llegaba a Presidente del Gobierno; sólo que esta vez mi padre sólo recibió un telegrama de agradecimiento en lugar de la carta habitual. Claro, es que presidente del Gobierno ya es mucho: no tiene tiempo de andar escribiendo cartas a todo el mundo. Pero, de todas formas, dio mucho prestigio en la escalera eso de que a mi padre le llegara un telegrama del presidente del Gobierno, que esas cosas se saben entre vecinos.

Claro, que en seguida mi padre se percató de que Suárez era un traidor y dejó de comprar el ABC y el Pueblo para pasarse al Arriba y El Alcázar, ante el regocijo de mis tíos, que llevaban bigotes a lo Íñigo (de progre, que se llamaban esos bigotes) y compraban el Cambio 16 y Cuadernos para el diálogo. Así he salido yo, que no sólo leía esas cosas a la edad en que la mente está en formación, sino también los panfletos mucho más rojos que me llegaban por otros conductos.

Recuerdo un poema que salió en El Alcázar por aquel entonces, debido a la pluma de Lluys Santa Marina, creo, o alguien parecido:"Ten valor, sal de la fila /viejo amigo, camarada, /y olvida nuestras banderas /si ya no quieres guardarlas".

Era el espíritu que se respiraba entre los que no cambiaban de bandera (como el suegro de Gallardón, que escribió un libro que se titulaba así: "Sin cambiar de bandera") y los que resultaban ser demócratas de toda la vida. Cuando en semana santa se legalizó el PC después de aquellas aparatosas andanzas de Carrillo con su peluca, la cosa ya empezó a ponerse realmente seria: los que no cambiaban de bandera se convencieron de que nada había quedado atado y bien atado y empezaron a hablar abiertamente del Honor del Ejército y de que se imponía Sacar Los Tanques A La Calle.

Cuando se hizo el referendum de la Ley de Reforma Política (defendida en las Cortes, por cierto, por Fernando Suárez Senior (exministro de Franco) y Miguel Primo de Rivera, sobrino del mismísimo José Antonio), vimos que se pretendía que a los procuradores los eligiera todo el mundo y no por la cosa de los tercios, como hasta entonces y que el presidente del Gobierno no lo iba a nombrar el rey a dedo, sino que iba a depender de quién ganara las futuras e hipotéticas elecciones, las discusiones en el patio del colegio subieron bastante de nivel y me percaté de que abarcábamos todos los colores del futuro espectro político y no como hasta entonces, que se suponía que todos pensábamos lo mismo. Interesante momento, oiga. Esto era revolucionario, sí señor. ¿Qué iba a pasar?

Pues nada. En junio del 77, el profesor Borodin y yo hicimos una exhaustiva recopilación de todos los carteles de propaganda electoral, programas, panfletos, folletos informativos y candidaturas que pudimos haber. Yo los tenía guardados en mi armario; pero cuando me marché de casa de mis padres ahí se quedaron, hasta que mi madre, como buena madre, se aburrió y los tiró a la basura. Soy un gilipollas: hoy día sería una curiosa colección que hasta valdría sus perras.

En clase de FEN el profesor aporreaba la mesa hablando de la doctrina joseantoniana mientras uno de mis compañeros, que era de las juventudes del PSP (luego se pasó al PC cuando Tierno pactó con Felipe) se empeñaba en hablar del marxismo y el profe clamaba que mientras el viviera eso no ocurriría en su clase y le decíamos que hasta el PC era un partido legal y a él casi le daba una apoplegía mientras su mundo se derrumbaba en torno suyo.

Pobre. Cuando al año siguiente (ojo: el curso 77-78) nos pusieron la clase de FEN a última hora de la tarde del viernes. ya no era ni pálido reflejo de lo que había sido y, la verdad, acabamos organizando unos cirios importantes. Una vez salimos unos cuantos (entre ellos uno que con el tiempo sería juez) con un pedo de cojones después de haber trasegado abundantes licores de alta graduación en clase mientras nos hablaban de la traición del rey y de los políticos a los Principios del Moovimiento (que ya empezábamos a olvidar) y a la Herencia del Caudillo. Lo peor fue cuando a uno se le cayó al suelo una lata de chipirones en su tinta que, aparte de difícil de limpiar, olía bastante.

En resumidas cuentas, que las Cortes (donde -¡ay!- por primera vez no hacían su espectacular presentación los procuradores saharauis con sus vistosos trajes de tuareg) decidieron, así por las buenas, constituirse en Cortes constituyentes y que iban a hacer una constitución nueva. Una constitución que iba a sustituir a las Leyes fundamentales del Reino, ojo (que Editorial Doncel publicaba últimamente bajo el título genérico de "constitución española"). Y la hicieron, con un ojo puesto en la alemana, como es sabido y muchas filigranas dialécticas entre los Padres de la Patria sobre el alcance de los impuestos y la cosa de los estatutos de autonomía, que era el eterno tema en estos casos.

Luego la cosa volvió a desbocarse: el Bierzo exigía sus derechos históricos y Segovia quería constituirse en comunidad autónoma. Al final, por alguna extraña razón, se decidió autonomizar a Logroño y Santander y que Albacete dejara de ser de Murcia para integrarse en Castilla la Mancha. Lo que peor llevamos fue que Madrid dejara de ser Castilla y se quedara a su aire, como así seguimos.

Bueno, y ya basta por hoy, que me he vuelto a extender demasiado. Feliz día, sobre todo para los republicanos. ;)

5/12/08

Ya lo decía Julio Camba (III)

Bueno, pues continúo con mis experimentos para colgar postios sin que pasen cosas raras con el fid y la edición pero sin que sea un coñazo para vuestro humilde narrador.

Cuelgo otro artículo de Julio Camba, que veo que hay gente que le gusta. Este es el tercero y último. En realidad tiene gran actualidad teniendo en cuenta que tengo muchos conocidos que dicen ser republicanos. Yo no lo soy especialmente: ya he dicho más de una vez que la República es un mito inventado por Tito Livio y, en nuestra realidad, no veo especial diferencia entre la monarquía que tenemos y las repúblicas de nuestro entorno. Si acaso, la monarquía burguesa-constitucional ésta, es más barata, nos ahorramos un montón de pensiones y gastos de representación de ex-presidentes, otras elecciones (y, lo que es peor, campañas electorales) cada equis tiempo, y sólo hay un rey cazando y haciendo bisnis en lugar de un montón de ex-presidentes. Además, al fin y al cabo, un rey, como pasa tanto tiempo en el cargo, acaba conociendo a todo el mundo, cosa la mar de útil.

Claro que, tal vez quede alguien que piense que si el Jefe del Estado es un Borbón, somos súbditos, mientras que si es, pongo por caso, Aznar o Zapatero (presidentes del gobierno eméritos en un hipotético futuro) entonces, somos ciudadanos. Juro que no termino de entenderlo.

Bueno: Julio Camba.

"Imagínense ustedes un caserón viejo, destartalado, lleno de telarañas. Esto era España antes de la República. Un caserón en el que apenas si quedaba vidrio entero ni teja sana, y cuyas vigas, carcomidas, se doblaban penosamente al peso de la techumbre. No había más remedio que iniciar cuanto antes una labor de restauración. Todo el mundo convino en ello, aun los más comodones y enemigos de reformas, y cuando un grupo determinado -tal vez fuera más exacto decir una sociedad- se ofreció a ejecutar las obras, se le abrió un amplio margen de crédito.

Ya conocen ustedes el resultado. Primero se procedió a la oportuna división del trabajo, nombrando gerentes, inspectores, capataces, contables, contramaestres, secretarios, tenedores de libros, taquimecas, etc., etc. Se constituyó una comisión de tejas, otra de vidrios y otra de vigas. Se enviaron delegaciones al extranjero para estudiar lo que se hace allí en casos semejantes, y, en fin, se montó una máquina burocrática de padre y muy señor mío. Naturalmente, todo este personal necesitaba una instalación conveniente, y se lo alojó con el debido confort, procurando que a nadie le faltase la calefacción, el agua caliente ni la radio -la radio es el piano del nuevo régimen- , y que el que más y el que menos, tuviese cada uno su automóvil a la puerta. Y en cuanto al caserón, ahí está con sus corrientes de aire y sus techos llenos de goteras.

Ésta es, ni más ni menos, la historia de nuestros tres años de República, breve y sucintamente expuesta por medio de un procedimiento que las gentes del oficio llamamos apólogo.

- ¿Y el sufragio femenino? - podrá preguntarme alguien.

O bien:

- ¿Y la secularización de los cementerios? ¿Es que la secularización de los cementerios no justifica acaso la creación de la burocracia republicana?

Desde luego, no se puede negar que la República ha secularizado los cementerios y las escuelas, que le ha dado el voto a la mujer y que ha hecho la ley del divorcio; pero, volviendo a mi apólogo, para mí todo esto es como si en el viejo caserón se hubiesen puesto unos cuantos sillones de tubos o se hubiese instalado una iluminación indirecta de color violáceo, sin preocuparse de retejarlo o de sustituir los vidrios rotos. El problema no era ése, y no es que fuese precisamente un problema más complicado. Era, al contrario, muchísimo más sencillo..."

3/12/08

Ya lo decía Julio Camba (II)




Bueno, voy a experimentar con otro programilla para colgar postios en el blog y que no pasen cosas raras. A ver si es verdad. Pido a los que estáis al tanto de esas cosas que si me digáis si se ve bien o no. Gracias

Com prueba, otro textillo del Sr. Camba. Ya, ya, tiene un cierto tufillo reaccionario, lo sé, pero es que el sentido común suele serlo.


OBREROS AUTOMÁTICOS Y
CAPITALISTAS INTERCAMBIABLES


Yo soy, desde luego, enemigo del socialismo; pero si alguien cree que estoy encantado con el régimen capitalista, se equivoca de medio a medio. Para mí, socialismo y capitalismo no son dos fuerzas antagónicas que se combaten, sino una sola y misma fuerza, cuyo objetivo principal consiste en abolir la propiedad privada y en destruir la personalidad individual. Naturalmente, esto de que el capitalismo pretende abolir la propiedad privada parecerá quizá un poco extraño; pero no sólo lo pretende, sino que lo está haciendo con una rapidez vertiginosa. ¿O es que usted cree, amigo lector, que por poseer dos o tres mil duros en acciones de una Compañía petrolífera cuyos pozos están, por ejemplo, en Méjico, y cuya sede se encuentra, pongamos por caso, en Amsterdam, posee usted algo en alguna parte? Si vende usted sus acciones y se compra usted un aparato de radio, poseerá usted un aparato de radio; pero, mientras tanto, yo me sentiría mucho más propietario del Retiro -en el que puedo entrar y salir cuando quiera, como vecino que soy de Madrid- que de los pozos mejicanos de petróleo.

La propiedad privada es otra cosa. Para que tenga todos los caracteres debidos, debe ser real, directa y transmisible por herencia. Una huerta en la que hayamos jugado de niños y en la que nuestros hijos jueguen a su vez, representa perfectamente la propiedad privada, y éste es el tipo de propiedad que quieren destruir a la vez el socialismo y el capitalismo, aunque, individualmente, los capitalistas -y los socialistas- estén todos los días comprando huertas.

No sé si fue el señor Largo Caballero quien, al advenimiento de la República, dijo que un país como España, donde el capitalismo había alcanzado tan parco desarrollo, no estaba todavía bastante maduro para el socialismo, y que era necesario esperar. La cosa resultaba un poco rara. Si la razón de ser del socialismo consiste en destruir el capitalismo y en España no había capitalismo propiamente dicho, los socialistas no tenían nada que esperar. Lo que tenían que hacer era irse, reconociendo su error al llegar con un contraveneno a un lugar donde nadie se había envenenado, y no envenenar a unos y otros con el único y exclusivo objetivo de lucirse luego destruyéndoles las toxinas.

Pero el socialismo no es, ni mucho menos, lo contrario del capitalismo, sino que constituye más bien un aspecto o fase del fenómeno capitalista, y las palabras del señor Largo Caballero -si fue él, en efecto, quien las pronunció- no pueden estar más llenas de sentido. El capitalismo moderno se caracteriza, ante todo, por la producción en serie, y la producción en serie es una cosa terrible, porque necesita unas concentraciones enormes de capital, en las que la pequeña propiedad se va disolviendo poco a poco, y exige una división del trabajo que destruye por completo los oficios y convierte a cada obrero en un autómata, igualmente útil para trabajar en una fábrica de automóviles que en una de fideos. Y este tipo de obrero automático e intercambiable hace juego con ese tipo de industrial que, de la noche a la mañana y con un simple telefonazo, deja el petróleo para meterse en el algodón o abandona los productos químicos para dedicarse a la perfumería.

El uno es el pendant del otro, así como el socialismo es el pendant del capitalismo.