Desde el postio sobre Aminatu Haidar, (que, por cierto, ya está de nuevo entre nosotros -sin que al parecer esta vez la haya secuestrado nadie- para ir al médico y renovar esa tarjeta de residencia a la que, por alguna misteriosa razón, tiene derecho ya que según ella reside en El Aaiún) tenía idea de escribir algo serio sobre el Sahara. La falta de tiempo unida a mi natural desidia, me ha llevado a irlo posponiendo. Así que he decidido ir colgando cosas cortas.
En mi opinión, una aproximación al tema del Sahara Occidental debería empezar con un mapa como éste, por ejemplo:
En él vemos el trazado de las principales rutas caravaneras a finales del s. XIX. Dichas rutas se iniciaron a comienzos de la Edad Media y permanecieron como el principal medio de comunicación y comercio hasta el primer tercio del s. XX.
En principio, su función era canalizar el comercio entre los imperios negros de la cuenca del Senegal (Ghana, Mali y Songhai) y el norte del actual Marruecos y Al Andalus. Hacia el Sur, circulaban las manufacturas de la Península y la sal, un bien preciado en la zona al sur del Sahara, que eran cambiados principalmente por el oro que permitió la pujanza de la España musulmana (y desde la cual circuló por toda Europa a lo largo de la Edad Media,) esclavos y productos exóticos.
La sal siguió teniendo tanta importancia, que ese extraño mordisco que tiene el mapa del Sahara Occidental hoy día, fue impuesto a España por Francia en el tratado de París a fin de que las salinas de Iyil quedaran en su colonia de Mauritania. Dichas salinas, las más importantes de la zona, eran claves para el comercio transahariano, ya que permitían ahorrar la mitad del camino con dicha carga.
Durante largos años, la zona del Sahara no estaba sometida a ningún estado organizado, aunque las tribus que lo poblaban, nómadas en su mayoría, salvo en los escasos lugares donde el acceso al agua permitía cierto grado de sedentarismo, fueron desarrollando cierto grado de organización y jerarquía. Era imprescindible contar con ellas para que permitieran el paso de las caravanas, ejerciendo funciones de guía y escolta en lugar de robarlas. Este tráfico comercial implicaba igualmente un tráfico cultural. Paulatinamente, el Islam y la cultura del Norte penetró en estas tierras y llegó hasta los estados del Sur.
En el s. XI, tras su victoria de Sagrajas sobre Alfonso VI de Castilla, los almorávides pudieron dedicar más atención a las rutas del Sur, a fin de controlar de modo más “centralizado” las fundamentales rutas comerciales con los imperios negros de más allá del desierto. De esta época provienen las primeros argumentos del actual Marruecos acerca de su soberanía sobre el Sahara.
Tras la caída del reino de Granada a finales del s. XV, se incrementó la presión de España y Portugal sobre el Magreb, encaminada principalmente al establecimiento de enclaves costeros que permitiesen, por una parte, controlar a los corsarios que amenazaban el tráfico marítimo y que, regularmente atacaban la costa. (por ejemplo: en 1511, Conil de la Frontera fue saqueado e incendiado; matando los corsarios a muchos de sus moradores y llevándose 70 cautivos) y, por otra parte, a disponer de puestos comerciales.
Ello era necesario por la competencia de Venecianos y Genoveses, que ya desde el s. XIV tenían sus delegaciones en las principales ciudades del Imperio marroquí, y, posteriormente, de Ingleses y Franceses, que desarrollaron un próspero comercio de manufacturas europeas, presagiando lo que acabaría ocurriendo a principios del s. XX.
En el s. XVI, el Sultán de Marruecos inició una campaña de penetración hacia el Sur, tratando de cerrar el paso a la creciente influencia en el Sahara y el Sahel del Imperio Otomano. No olvidemos que Marruecos fue el único estado musulmán de la época que no reconoció la soberanía de la Sublime Puerta ni fue colonizado por aquella.
En ese orden de cosas, tuvo lugar la conquista de Tombuctú por el ejército del Sultán compuesto en su gran parte por mercenarios y renegados castellanos, al mando del célebre Yudar Pachá. El control de los principales centros caravaneros y culturales del Sahel por el Sultán de Marruecos, aunque breve en cuanto a su eficacia real, constituye la base de las reivindicaciones marroquíes no sólo sobre el Sahara Occidental, sino sobre vastos territorios de la actual Mauritania, cuyas fronteras, sólo fueron reconocidas por Marruecos a principios de los años 70 del siglo pasado.
Desde finales del s. XIV, apareció otro factor determinante en la historia del Sahara, que fue la conquista y colonización castellana de las islas Canarias. La pujanza de las empresas pesqueras con base en Canarias a lo largo del Renacimiento y hasta la fecha, llevaron a interesarse por la zona costera (el Sahara se encuentra a escasos 100 km. de Fuerteventura) a fin de llegar a acuerdos con los jefes locales que, sólo en ocasiones reconocían la soberanía nominal del Sultán, a fin de dar seguridad a la pesca y establecer alguna base en el continente. El propio Bethencourt, el más conocido conquistador de Canarias, llegó a desembarcar en la costa del Sahara y en la época de la conquista se hicieron numerosas entradas en el interior.
No tenemos nada que decir, que estamos de pruebas. Pero se dirá, ya te digo.
ResponderEliminar¿He leído desidia?
ResponderEliminarNo me quiero imaginar con qué nos sorprenderá usted el día que se levante poco desidioso.
CHSF ¡Coño! Ya tenemos firma institucional.
ResponderEliminarMJ, no me halague Vd., se lo ruego, que me echo a perder.
Espero el segundo capítulo. Es increíble lo poco que sabemos de nuestras ex colonias. Bueno, lo poco que sé. No voy a generalizar mi ignorancia
ResponderEliminarLe agradezco el comentario que ha dejado en mi blog, más que nada porque me ha permitido conocer el suyo. Todo lo que he leído hasta ahora me ha parecido interesantísimo. Trataré de seguirlo con regularidad de ahora en adelante.
ResponderEliminarUn placer.
Me parece excelente tu idea de escribir la historia del Sáhara, "desde el principio". Es más útil de lo que parece retrotraerse al Génesis para comprender lo que sucedió ayer. Si un turista japonés me preguntase cómo es posible que ni mi Lehendakari ni mi presidente del Gobierno hablen ningún idioma aparte del materno, pero que en cambio sí elos hable el repartidor del supermercado y si yo tuviera conocimintos y él paciencia, seguramente, para pfrecerle una cumplida respuesta, tendría que empezar con Viriato.
ResponderEliminarAdemás, es que todos tenemos la tendencia de hablar de un tema cuando se produce una noticia , como el caso de Haidar, y olvidarlo en cuanto pasan varios días.
Espero que continúes con la serie.
Saludos.
Estimada Sra. Liddell: en cuanto tenga un ratito, continúo. Pensaba marcarme un postio formato el de Afganistán, pero mi disponibilidad n o lo permite, así que colgaré cosas cortas, ya digo.
ResponderEliminarSr. Miyagi: Bienvenido a éste su bar. Gracias por los halagos, pero para mí vd. ha sido un descubrimiento.
Dizdira, gracias. Eso mismo opino yo, que suelen reprocharme que para explicar cualquier conflicto actual tienda a remontarme hasta el Imperio Aqueménida. Espero seguir esta semana.
Yo sí voy a generalizar la ignorancia de la señorita Liddell y agradecerte la lección en nombre de todos y en el mío propio.
ResponderEliminarGo on!
Es usted un yacimiento del saber, me encanezco de envidia vil y traidora.
ResponderEliminarPortorosa y Tía cookie gracias por seguir enalteciendo mi vanidad. Por cierto, Tía cookie, que se la echaba a Vd. de menos por estos pagos blogosféricos
ResponderEliminarEso que dices es todo mentira porque lo que pasa con el Sahara es que ellos merecen ser hindependientes porque los de Marruecos les hacen pupa y que los niños del Sahara vienen los veranos a España porque son pobres y sus padres piden dinero para el llip a los de acogida porque los de Marruecos que son malvados aunque sus zocos molan porque son así como multiculturales no les dan llips y el desierto es así como romántico y vivir en el desierto que les tenemos que dar dinero porque pobrecitos que nosotros tenemos la culpa. ¿No?
ResponderEliminarFolken, haga usté el favor de dejarme intoxicar en paz, coño que luego vienen los anónimos y tengo que reprimirlos, joé.
ResponderEliminarPues yo iba a unirme al comentario de Folken, pero me abstengo, no sea que los trolls comiencen a hacer de las suyas.
ResponderEliminarEso sí, haces muy bien en retrotraer a tiempos medievales el porqué de todo el meollo del Sahara. Ídem cuando hay que explicar por qué nosotros tenemos Ceuta y Melilla y por qué no es exactamente igual que el caso de Gibraltar (que es un tema aparte pero más o menos vinculado).
Espero ansioso posteriores artículos y, si hay suerte, que toques el rumor -que a nosotros nos contó cierto profesor- de que Marruecos lleva alguna que otra década preparando una guerra contra las Españas.
Se agradece que cubras este conflicto desde sus inicios. Como te dije entonces, no sé casi nada sobre el tema.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de remontarse a la historia pasada para entender el presente, a muchos parecen no gustarle, pero no sé cómo evitarlo. En Cuba tenía que sufrir a los que pensaban que la historia de la Isla empezaba con Fidel o, a lo mucho, con Fulgencio Batista. En casa de mi padre (corresponsal de prensa extranjera) tuvimos muchas discusiones con periodistas e intelectuales españoles (los suecos y los norteamericanos tienden a escuchar más y no creen que nacieron con el gen para entender a Cuba, una ilusión muy española) que nos reprochaban que nos fuéramos al período colonial (y especialmente al siglo XIX, aunque no sólo) para apuntar a los inicios de determinados fenómenos presentes en la sociedad cubana contemporánea, pero es que de otra manera no hay forma de entender las cosas.
Otro tanto pasa con la polémica acerca del derecho de autor y la industria cultural, donde ambos bandos hablan como si la situación actual existiera desde siempre y estuviera condenada a existir per secula seculorum so pena de quedarnos sin cultura (eso ya lo dice más un solo bando), olvidando ambos que la situación actual recién comienza a originarse a mediados del XVIII y no empieza a existir significativamente hasta finales del XIX principios del XX.
En lingüística dirían que la mayoría de la gente tiende a analizar los sucesos en sincronía, pero olvidan (o no saben) hacerlo en diacronía.
otra víctima del "status quo". Salvo genocidio, éstos no se independizan en la vida. Ya se sabe que para que los yankis se pongan de tu parte algún malote se tiene que haber cargado a toda tu familia antes.
ResponderEliminarDespués de escribir lo anterior, estuve unos días pensando que Borges había escrito algo sobre el tema y finalmente recordé dónde aparecía (en Otras inquisiciones, en un ensayito titulado "Dos libros"), que aparece sin fecha, pero debió ser escrito durante la Segunda Guerra Mundial. El fragmento que viene al caso dice como sigue:
ResponderEliminar"... la "actualidad candente", que nos exaspera o exalta y que con alguna frecuencia nos aniquila, no es otra cosa que una reverberación imperfecta de viejas discusiones. Hitler, horrendo en públicos ejércitos y en secretos espías, es un pleonasmo de Carlyle (1795-1881) y aun de J. G. Fichte (1762-1814); Lenin, una transcripción de Karl Marx. De ahí que el verdadero intelectual rehúya los debates contemporáneos: la realidad es siempre anacrónica."
Pcbcarp: es hora de que una vez por todas fijemos fecha lugar y hora para la cerveza. Dime tú en momento propicio, a no ser que el devenir de las escusas pueriles alejen irreversiblemente la amistad de dos amidos: y que esta nuestra amistad se disuelva y se pierda. En tu mano está: Pon lugar fecha y hora. Julián
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