Look agropenitente: un clásico
No voy a interpretar el último comunicado de ETA. Últimamente los anuncian tanto que parece que han inventado el iPAD, y luego, claro, pasa lo que pasa, que las expectativas no se ven colmadas. No se dan cuenta de que con ese look no se pueden anunciar altoelfuegos, porque la única forma de que la gente no se parta de risa al verte es que esté acojonada.
En este momento, el final de ETA es algo así como la sucesión de Zapatero, el caso Cascos o cualquiera de esos recursos mediáticos que los políticos y los “periodistas” usan para seguir acaparando los medios de comunicación sin querer enterarse de una puñetera vez de que sus cositas no nos importan lo más mínimo a los “ciudadanos”. Hoy por hoy, ETA es un recurso más, como la prohibición del tabaco, para seguir distrayendo nuestra atención de lo esencial: El fútbol.
Me da la impresión de que ETA ha defraudado mucho a nuestros amados políticos. Han resultado ser unos blandos, unos inútiles que están durando menos de lo que se esperaba de ellos. Y es que todos (o sea, el PP y el PSOE) desean que el terrorismo se acabe… pero cuando interese; ni antes ni después.
El PP y sus medios afines llevan un montón de tiempo advirtiendo de que ZP intentaría capitalizar el final de ETA para ganar las elecciones. El PSOE, obviamente, contaba con ello. Lo malo es que, como ETA ya lleva demasiado tiempo en la UCI, no va a poder convertirse en la noticia que condicione el entusiasmo ciudadano en las elecciones generales de 2012. Primero, porque igual se acaba antes –demasiado pronto- y, segundo, porque para cuando decidan que es el fin, la gente preguntará: ¡Ah!, ¿pero no se había acabado ya?
ETA es un fenómeno residual en Europa, fruto de una época concreta, y fue mantenida cuando esa época pasó, porque debía interesar. En Euskadi se mantuvo un estado de excepción, digamos, oficioso durante los años 80 y, al menos, principios de los 90 por inercia.
Cuando ETA estaba fuerte y las comisarías vascas rodeadas de alambradas, las tanquetas con ametralladoras eran parte del paisaje y los registros casa por casa eran moneda corriente; cuando los así llamados “malos tratos” eran algo asumido, cuando había siglas como la Triple A, el Batallón Vasco Español o los GAL… era normal que ETA siguiera reclutando personal, y que tuviera sus apoyos: cuando la Guardia Civil te tira la puerta abajo y apalea a todos los mayores de catorce años de tu casa, como mínimo, no te cae simpática.
La matanza de Hipercor supuso un cambio cualitativo; cuando empezaron a asesinar políticos, otro. Era la demostración de que ETA había traspasado los relativos límites que hasta entonces mantenía y ya no tenía otro fin en el mundo real que mantenerse a sí misma. Tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, algo parecía que iba a moverse y que la así llamada “unidad de los demócratas” llegaría a la calle; pero el amigo Aznar y sus estrategas se la cargaron antes de nacer cuando sus niñatos abuchearon a Raimon por cantar en catalán en Las Ventas. El movimiento que iba a surgir de la “sociedad civil” se convirtió en una serie de grupos parapartidarios: la sociedad civil del Partido. Eso sí, ETA todavía hacía mucho daño. Ya ni eso.
Aparte de la inestimable ayuda del Estado, en el interior de ETA se vive según la conocida mecánica de la secta. Uno está en la clandestinidad o semiclandestinidad, su forma de vivir le impide relacionarse con gente normal; sólo habla con quien está en su misma situación; todo lo que ocurre alrededor lo interpreta según los parámetros de la secta y, además, necesita encontrar justificaciones a las cosas tan malas que hace, es decir, creer en la Causa. Resulta muy difícil pensar como la gente corriente. De ahí los cambios que han sufrido muchos etarras, incluidos ex-jefes, después de cierto tiempo en la cárcel. Para ellos, ir a la cárcel supone, con el tiempo, aterrizar en el mundo real. Y para desprogramar a un miembro de una secta, lo primero que hay que hacer es apartarlo de sus correligionarios y mostrarle el ancho mundo. Hay que estar muy mal para creer a estas alturas de la película que cuatro niñatos con pistola matando gente van a conseguir una República Popular de Euskadi, más aún cuando el tiempo que tardan en ir a la cárcel se mide en meses. La Causa ya no existe.
Fue cuando el Estado empezó a funcionar –más o menos- como un Estado de Derecho cuando encontró cierta legitimidad (internacional, también) para expulsar a la así llamada izquierda abertzale de las instituciones y del dinero público; para meter mano a todo el entorno asociativo que era el agua donde ETA vivía como el pez que decía Mao. A mi juicio, la ley de partidos es una aberración democrática; las trabas a las listas electorales en que hubiera alguien que hubiera tenido relación con HB y sus sucesoras, otra aberración. Aunque lo diga Estrasburgo, me parecen difícilmente conciliables con la idea común de democracia. Pero han sido eficaces, qué duda cabe. Se sacó al PNV de Ajuria Enea y Euskadi parece como mucho más normal desde entonces, casi ha dejado de ser noticia.
ETA ya no tiene nada que negociar. La Policía, la Guardia Civil y el CNI la han ido desmantelando pieza a pieza con la colaboración francesa, mientras gran parte de la izquierda abertzale ha ido dando la espalda paulatinamente a la “lucha armada” (aunque no siempre a los asesinos) por consciencia, por interés o por puro aburrimiento. A los de la pistola ya no les queda nada. Sólo son un estorbo para todos. Ya no dan miedo y alguien que se viste así, o da miedo, o puede irse despidiendo.
Brindo, chin chin, por su fin.
ResponderEliminarBuen análisis.
Qué tema tan complejo sin que acabe como moneda de cambio de los que todo lo convierten en eso, en mercancia política.
ResponderEliminarLa izquierda abertzale no supo mantener las ideas de izquierda que la definían, acabo en un nacionalismo cutre y pueblerino... y, sobre todo, acabó como una sucursal de ETA. Nunca han tenido autonomía para intentar otro camino y alguna/o que lo intentó lo mataron también.
Todo este proceso puede generar muchas reflexiones (y la tuya es estupenda) pero para mi hay una clave, de la violencia no sale nunca un mundo nuevo, una sociedad diferente, valores igualitarios y libertarios. Y que conste que no me refiero sólo a la violencia de grupos como ETA, también la que practican los Estados...
En fin, a ver por donde circula el asunto.
Un abrazo.
Como tantas otras veces antes, precisión y agudeza desbordan su análisis. Sigue siendo igual de grato leerle.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que opina, coincido incluso en lo de la ley de partidos: un descalabro democrático que nunca terminé de digerir, pero que finalmente he terminado reconociendo como vía de resolución expeditiva. Visto el resultado, claro. Con el tiempo incluso dejan de importarnos los medios.
La única pega es que últimamente publique ud. tan de tarde en tarde, con la de cuestiones jugosas que da la actualidad en estos momentos para que nos las desentrañe con esa óptica suya.
Un saludo.
Me ha gustado mucho el texto (también preferiría que no se dosificase usted tanto).
ResponderEliminarY es verdad que, si no dan miedo, ¡miran qué dan risa, así de capuchones con boina! Hombre, por favor...
Un abrazo.
(Uy, sobra esa tilde del qué. Sabrá usted perdonarme.)
ResponderEliminar(Ah, ya que estamos, ¿ha leído usted algo de Hobsbawn? Yo lo he descubierto hace nada, y estoy con su Historia del siglo XX, y me está encantando)
¡Bueeeno...! La verdad es que viene la mar de bien empezar el día con piropos que le echan a uno. La verdad es que sí que estoy (o estaba, espero) atravesando una época de vagancia. Procuraré volver a la regularidad.
ResponderEliminarLaura, por desgracia, en el mundo en que vivimos la violencia y las armas a veces sí que son necesarias para sobrevivir. Lo que, obviamente, nada tiene que ver con el caso que nos ocupa. Por otra parte, algunos etarras, incluso condenados a muerte en tiempos de Franco, acabaron sus días, por ejemplo, de diputados del PSOE. Ha habido muchas etas. La última escisión de Batasuna (Aralar) no hace tanto, ha dado lugar a un partido normal formado por ex batasunos que rechazaban la lucha armada.
Unodetantos. Lamentable lo de la Ley de partidos, sí. Lo que me inquieta es la legislación ad hoc y que todos los controles de legalidad la acepten. Puede hacerse con cualquiera. Y, sí, ha funcionado... Empiezas prohibiendo partidos y acabas prohibiendo los toros o fumar en los bares.
Portorosa, gracias, también. Pues no, no he leído nada de Hobsbawn. Me lo han recomendado y procuraré rellenar esa laguna. Saludos
¿Look agropenitente? ¡Jojojo!
ResponderEliminarYo creo que si se logra que no cuelen en las listas municipales y autonómicas a ningún representante político y aún así mantienen el alto el fuego, entonces habrá que tomarles en serio. No antes.
ResponderEliminarPunto por punto coincido con tu opinión. Hasta en lo de la ley de partidos: es una burrada, pero es una burrada que está siendo útil.
ResponderEliminarY también coincido con el clamor general: más artículos, por Dior.
PD: ni que me hubieses leído el pensamiento, acabo de colgar un artículo sobre lo mismo.
La ley de partidos es un precedente peligroso, aunque acabe con esa aberración de las bolsas de mercadona con ojos y boina, genialmente bautizada como agropenitente.
ResponderEliminarEstamos todavía en lo de Maquiavelo, ¿el fin justifica los medios?
Una entrada muy acertada o una opinión muy certera, como usted guste. Ahora debemos esperar que llevemos razón.
ResponderEliminarDebo decirte que, solo ver la foto y antes de leer la entrada, me ha entrado la risa floja.
¡qué payasada!
Pienso que ETA ha cometido muchos errores y si ha durado tanto ha sido más por la estupidez y falta de pericia de los que debían eliminarla, que por méritos propios.
La ley de partidos solo es posible en un país con una ciudadanía pobre en cultura democrática. Eso, a mi modo de ver, es algo obvio y no debería extrañarnos, que con solo pasear y hablar con la gente, uno ya se da cuenta.