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17/7/13

Matar y destruir.

goku_braveheart

 

Hace muchos años, Indro Montanelli, que por aquel entonces aún era famoso maestro de periodistas, cifró en pocas palabras lo más que los italianos esperaban de sus políticos: “que no roben y que nos dejen en paz”. ¿Quién no se conformaría con eso? Por desgracia, es imposible: ¿de qué iban a vivir, de qué iban a alimentar su ego?

Además, los italianos son unos aficionados, como lo demuestra que teniendo –como tienen- políticos, grandes empresarios y líderes sindicales, aún dejen espacio para que sobrevivan la Mafia, la Camorra o la N’Dranghetta, arcaicas entidades que en España no durarían dos telediarios porque nuestros jefes no tienen la menor necesidad de repartir con parásitos folklóricos.

Los políticos tienen que robar. Se meten a políticos para ser poderosos, y los poderosos tienen que robar. ¿Para qué querría uno ser poderoso si no pudiera robar? La peregrina idea de que un político debería no robar sólo se le puede ocurrir a un buen burgués como Montanelli. El poder es mío y, con él, hago lo que quiero, que para eso es poder. Ya no necesito sicarios que vayan a torturar a los campesinos para que confiesen dónde han escondido la cosecha y el cerdo. Sencillamente, no tienen la menor posibilidad de ocultarlos. No hay posibilidad de que los campesinos se subleven, ni Irmandiños, ni Payeses de Remensa, ni Segadors, ni Comuneros: no corro peligro de acabar con las barbas atadas al rabo de una mula entre escupitajos del vulgo. No hay posible Robin Hood ni Curro Jiménez. Hoy, si a alguien se le ocurriera robar al rico para dárselo al pobre, el pobre rechazaría el botín y lo denunciaría. No porque no lo necesite, si no porque no ha tenido huevos de robarlo él mismo y no lo va a reconocer. Porque, si tuviera huevos, también robaría. Por eso se pone de parte del rico contra los demás pobres, por no reconocer que no tiene huevos. No tengo miedo, se la chupo porque quiero. The Economist llama a esto “sorprendente tolerancia de los españoles hacia la corrupción.”

Y es que rebelarse implica, antes que nada, reconocer que te pisotean, te escupen y te mean la oreja. Y eso no: yo soy clase media, no un currito de mierda. No se la chupo a los que mandan porque esté acojonado, sino porque exigir que cumplan lo que prometen es de ingenuos; exigir que no roben es demagogia y exigir que me paguen las horas extras es de jornaleros. Una educación de mierda y unos padres castrados han acabado en una generación con los preceptos más sagrados: responder a los golpes, no chivarte, que tus padres no se enteren; saber quién es tu enemigo y cuáles son las reglas.

Esa caterva de votantes, mamis y papis ablandadores de niños superdotados e hiperactivos , esos que regalan móviles a sus hijos para tenerlos geolocalizados y que los instan a chivarse y poner la otra mejilla para no ponerse al nivel de los malos, son los que mantienen al poder. Son los sicarios.

Sus hijos, sin Dios y sin un fusil, están perdidos. Sólo espero que, cuando esos fanáticos que incuban del Call of Duty, del Counter Strike y demás campos de entrenamiento virtuales pasen a la acción, no tengan piedad.

 

P.S.- Por esto no escribía, porque no tengo nada que decir. No voy a titular el postio “Bárcenas tira de la manta”, “Rajoy manipula la rueda de prensa”, “Rubalcaba plantea una moción de censura”, “En los ERES de Andalucía estaba pringado hasta el apuntador”, etc., etc. Pues, oiga, no. Felices vacaciones.



26/1/12

La absolución de Camps, el caso Gürtel, los juicios a Garzón y la madre que los pario a todos.

 

Después del veredicto del jurado popular en el caso Camps, aunque uno no es tonto y su confianza en la justicia es más bien floja, la sensación que me invade es de vergüenza. Hasta tuvieron la agudeza de hacerlo público justo antes de empezar el partido de vuelta Madrid-Barça, para garantizar que esta mañana en los bares se hablaría más de fútbol que de juicios.

Ahora, los que ayer daban por descontada la condena de Camps y lo ponían a parir (Vbgr.: El Mundo) ya pontifican contra ¿los “socialistas”? y los juicios paralelos. Evidentemente, el escenario ha cambiado merced a alguna intervención providencial sobre el jurado popular. (Popular, ¿lo pillan? ¡A quién se le ocurre!). Así que, lo siguiente es que Garzón sea condenado por las escuchas a los Abogados de Gürtel. Yo, la verdad, creo que deberían condenarlo por hacer esas cosas que él ha hecho siempre en sus instrucciones, pasándose por el forro el derecho de defensa y produciendo incontables absoluciones de grandes camellos y gente así. Es famoso por ser un instructor tan malo como buen propagandista de sí mismo.

Lo malo es que, una vez condenado Garzón, como merece, no sólo no va a acumularse todo el caso Gürtel (o sea, financiación ilegal del PP) en el Supremo, como debería ser; sino que, debido a las escuchas ilegales de nuestro Juez Estrella, van a llover las solicitudes de nulidad de actuaciones en todo lo relacionado con la trama del Sr. Correa y sus colegas; nulidades que es probable que prosperen, aunque sea en Estrasburgo.

Resultado: el que ya conocemos. Una serie de tipos que todo el mundo sabe que son culpables, serán exculpados y, dentro de unos años, nadie se acordará de esto. ¿o se acuerda Vd., amable lector del Caso Naseiro, pongo por caso?



28/5/09

Sustancias




A mediados del s. XIX, el Imperio Británico entró en guerra con el Imperio Chino. En aquella sazón, el Emperador de China, el Imperio del Centro, aún tenía la curiosa idea de que Victoria, Regina Imperatrix, cuyos casacas rojas se disponían a desmantelar su Imperio, era una pintoresca vasalla que gobernaba en su nombre a unos bárbaros feísimos de caras coloradas que comerciaban en sus puertos.

El sistema empleado por el Gobierno chino para designar al general que indefectiblemente habría de derrotar a los bárbaros, fue ordenar a los candidatos la redacción de una composición poética sobre los fastos de celebración de la victoria. Como es sabido, tal victoria nunca tuvo lugar y China dejó de ser una potencia mundial para deslizarse a velocidad uniformemente acelerada por la pendiente que lleva al muladar de los estados fallidos.

Aquella guerra se produjo porque los honorables comerciantes anglosajones consideraron inaceptable para Las Reglas del Libre Comercio que el Gobierno chino decidiera prohibir la importación de la principal mercancía occidental: unas bolas parduzcas que proporcionaban paraísos artificiales: opio.

El Gobierno chino estaba alarmado por el creciente número de súbditos suyos enganchados al opio; pero más alarmado estaba por el insoportable desequilibrio que ese tráfico producía a su balanza comercial.

El Gobierno de Su Graciosa Majestad se alarmó, a su vez, ante la previsible ruina de sus honorables comerciantes y de que el rentable saqueo de la plata y demás productos chinos pudiera tocar a su fin.

Resultado: el derecho inalienable de los chinos a drogarse fue garantizado por las armas frente a su gobierno inicuo, que pretendía prohibírselo.

Durante los siguientes 100 años, poco más o menos, las diversas sustancias estupefaccientes y psicotrópicas fueron una cuestión neutra y hasta literaria; hasta que en los años 20 del siglo pasado, los sucesores de aquellos honorables comerciantes acometieron lo que podríamos llamar un "ensayo general con todo" en los Estados Unidos de América. Rescataron del olvido los argumentos del gobierno chino de mediados del XIX, y, mirando por el bienestar de los súbditos de la Unión, prohibieron la elaboración, comercio y consumo de bebidas alcohólicas.

Resultado: altamente satisfactorio. Se demostró empíricamente que la demanda de sustancias para colocar al personal es inelástica y que no decrece apreciablemente por más que encarezcas su precio o dificultes el acceso a las mismas.

Por otra parte, al eliminar la carga impositiva sobre las sustancias, el beneficio de los honorables comerciantes se incrementa proporcionalmente, generando grandes fortunas; lo que se traslada con limpieza al flujo circular de la renta, que será dedicada a cosas prácticas en lugar de a esas tonterías en las que los gobiernos acostumbran a malgastar el dinero de los impuestos que roban a la gente. Además, no hay problema, porque el dinero obtenido del tráfico ilegalizado debe ser blanqueado y, al final, genera ingresos fiscales quieras que no.

Más ventajas adicionales:

- Se crean muchos puestos de trabajo en los sectores relacionados con la represión.

- Se justifica el incremento descontrolado de dicha represión con una excusa tan moral como es la salud física y espiritual de la ciudadanía.

- Se incrementa la delincuencia, lo que produce un efecto de retroalimentación, asustando mucho a la gente, que reclama más represión y más merma de libertades perfectamente inútiles para la vida ordinaria.
- Se genera un nivel saludable de corrupción de forma que los funcionarios públicos puedan mejorar su nivel de vida y gastar más.

- Como la ciudadanía lo reclama, se reducen democráticamente más libertades inútiles y se aumenta el control sobre la población: incluso aumenta la estabilidad laboral: Edgar Hoover estuvo más de 40 años al frente del FBI, lo suficiente como para conducir la transición desde la prehistoria a la situación actual.

¿Por qué la Ley Seca sólo fue un ensayo? Supongo que por tres motivos:

a) Se prohibió una droga socialmente aceptada, de hecho, se prohibió una de las bases de la Civilización Occidental; lo que -obviamente- molestaba a casi todo el mundo, generando desafección al Gobierno y, como cada cuatro años los ciudadanos de la Unión tenían que votar, la cosa era insostenible.

b) Sólo se prohibió el alcohol en Estados Unidos, por lo que el tráfico de drogas de calidad, por ejemplo, Johnnie Walker o Moët Chandon, quedó en manos de empresas perfectamente legales de terceros países que, aparte de incurrir en prácticas de competencia desleal con la Cosa Nostra, proporcionaban jugosos ingresos a sus respectivos fiscos.

c) Los Estados Unidos se convirtieron en el hazmerreir del mundo. (De hecho, lo mejor de la Ley Seca fue catapultar a Concha Piquer al estrellato)

Visto lo visto, los honorables comerciantes reflexionaron sobre los resultados del experimento y extrajeron sus conclusiones:

Se dieron cuenta de que no podían garantizar el apoyo de los electores, bebedores en su mayoría, a la prohibición con el sólo auxilio de unas cuantas sufragistas histéricas y algunos predicadores más bien heterodoxos.

Por otra parte, comprendieron también que la siguiente prohibición, para que fuera eficaz, habría de ser a escala mundial.

Así, hubo que esperar a que

a) Se inventaran instancias internacionales que fueran, al menos temporalmente, consideradas unánimemente como guays: la ONU y la OMS.

b) Se generalizaran sistemas eficientes de indoctrinamiento: la tele y el cine en (sonoro y en tecnicolor) que saturaran a la población target hasta que asumiera por simple inercia la situación.

Entonces, aplicando lo aprendido, se concentró la prohibición en sustancias no tradicionales en el mercado occidental (básicamente, opiáceos, cannabináceos y cocáceos), por tanto, no defendidas socialmente y cuya extracción del comercio de los hombres generó escasa alarma social y afectó poco a las grandes empresas. Se esperó a que fueran ilegales para promover su consumo como algo socialmente prestigioso.

Resultado: óptimo. Como mínimo, decenas de miles de puestos de trabajo represivos, sistemas penitenciarios saturados de gente que en los años 40 no habrían hecho nada ilegal, incremento exponencial de la delincuencia violenta generada por la prohibición, corrupción rampante, estados fallidos, excusas perfectas para intervenir en terceros países (pobres) financiación autónoma por los servicios de sus guerras subterráneas, control de la población hasta unos niveles insospechados, pero la mar de útiles: ¿derecho a la intimidad? ¿habeas corpus? ¿secreto de las comunicaciones? Como había dicho anteriormente el último jefe de la Ojrana, a la única gente que le preocupa que la policía le lea las cartas antes de que el cartero se las eche en el buzón, es a los delincuentes. Oposiciones políticas desmanteladas casi sin esfuerzo; miles y miles de muertos: miedo, que es lo que necesitan los que mandan para que el populacho les exija que hagan precisamente aquello que están deseando hacer.

A día de hoy, si los cárteles de las sustancias decidieran sacar su pasta del banco, nos enteraríamos de lo que es una crisis, y no esta moñigada.

A pesar de lo dicho, la experiencia me ha llevado a creer más en las coincidencias y en la infinita estupidez humana que en las conspiraciones. En este caso, la situación, salvo por parte de núcleos de moralistas muy activos, se mantiene más que nada por inercia; como una guerra de guerrillas enquistada e imposible de ganar. A pesar de todo, o precisamente por ello, resulta que el gramo de coca en Madrid, hace 20 años costaba, si no eras amigo del camello, unas 12.000 pesetas, o sea, unos 72 €; a día de hoy, en las mismas condiciones, cuesta 50 €. Teniendo en cuenta que, si esos 72 € hubieran correspondido al alquiler de una vivienda, en 20 años se habrían convertido en 148,25 €, se plantean cuanto menos algunos interrogantes sobre la eficacia de la prohibición y las prioridades sociales.