24/5/10

Banderas victoriosas 3.

 

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Sentado sobre un par de ladrillos que lo aislaban un poco de la humedad del suelo, Méndez untaba con un pedazo de pan mohoso el aguachirli que quedaba en la marmita. El rancho consistía en un caldo de nabos donde, si tenías suerte, pillabas flotando un indicio de patata, y medio chusco de pan. Una ración cojonuda para tíos que se pasaban el día picando piedra y explanando para hacer una carretera. Bueno, al fin y al cabo, se trataba de cargárselos sin hacer mucho ruido. Para eso, estaba bien.

Mientras trataba de no desperdiciar ni una partícula de comida que ayudara a mantener su cuerpo en funcionamiento, rumiaba lo que el páter acababa de decirle. Su rumiar fue interrumpido por la aparición de Valdés y Avelino, dos de su pelotón, que venían rebañando las marmitas con los dedos.

-- ¿Qué pasa, Ingeniero, qué tal de monaguillo?

-- Iros a tomar por culo.

-- ¿Te has confesado? Seguro que le has mentido al páter, si sigues vivo. ¿Te ha metido mano?

-- Que os vayáis a tomar por culo, joder. Bastante tengo ya con lo mío.

Sus dos compañeros lo miraron con sorna y se marcharon riéndose por lo bajo. La verdad es que reírse ahí, en el campo de concentración y con ese frío, tenía su mérito, hay que reconocerlo; pero la imagen de Méndez ayudando a misa vestido de monaguillo era para partirse, ¿o no?

El Ingeniero los miró alejarse y siguió pensando. Nadie lo sabía, claro, pero su humor tétrico no venía del ridículo que iba a hacer meneando las campanillas en misa, sino de lo que el cura le había propuesto en su despacho. Estaba acojonado. No era cobarde, lo tenía acreditado; pero, acojonado, estaba.

3 comentarios:

  1. ¡Joder! Ya empezamos con los suspenses.

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  2. La verdad es que tengo que esforzarme en pensar que Méndez NO es Cándido para conseguir empatizar con él.
    Con respecto a la intriga, teniendo en cuenta lo rompecorazones que es Méndez (recordemos el episodio de la enfermera) y que los patres son como son y el frío que hace, seguramente lo que le proponga el sacerdote sea... darle un gotelé a la sacristía. .
    Muy buen relato, a ver si en el último capítulo sale el capitán, ya centenario, como portavoz de Dignidad y Justicia y logrando meter en la cárcel al hijo de Méndez, por habérsele ocurrido pedir saber en qué cuneta estaba enterrado su padre.

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  3. Estimado Capazorros, los suspenses son esenciales para fidelizar al lector, ¿no? Tampoco es pa tanto.

    Dizdira, joer... debería borrar las dos primeras líneas de este comentario tuyo, que le vas a joder el cuento a los eventuales lectores. Juro que Cándido jamás se me pasó por la imaginación. Palabrita. ;)

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