10/11/09

El búnker de Conil (VII)

El relato entero está en el almacén de la barra virtual.









7.

El cabo Expósito estaba subido en el techo del búnker mirando el mar con los gemelos. La cosa debía de estar jodida, porque hacía tres días que el sargento les había dicho que, a partir de ahora, con el casco puesto todo el rato. También les habían bajado más cajas de munición para las máquinas y cañones de respeto (que es la manera militar de decir repuesto). Hasta una caja de granadas les habían traído. Además, ya era noviembre y el mar estaba revuelto.

No se veía nada, más allá de los barquitos de costumbre. Pasó un biplano volando bajo.

-- ¿Qué avión es? – Era el sargento.

-- ¡Un Heinkel 51, alias pavipollo, mi sargento!

-- Ahí te has pasado de listo. El pavipollo es otro.

-- Pero es un Heinkel, ¿verdad, mi sargento? – preguntó el cabo Expósito, angustiado.

-- Sí, hombre, pero ese no tiene mote, que yo sepa, vete a saber por qué – respondió el capitán.

-- Gra… Gracias, mi capitán –musitó el cabo, aterrado, ya que el capitán, que, como todo el mundo sabe, en su compañía es Dios, le había hablado por primera vez en su vida.

-- Ni gracias ni perdón: a la orden- habló por segunda vez La Voz de Dios.

Cano estaba en la rampa de entrada, hablando con el capitán y su teniente, que también miraban al avión. Cuando pasaba alguno, si conocía el modelo, se lo decía al cabo Expósito. Aparte de porque sabía que le gustaba conocer los aviones, porque, como cabo, era su obligación saberlos para identificar los materiales cuando fuera necesario, para informar y tal. Por eso le examinaba cada vez.

El caza se adentró en el mar con un bordoneo cada vez más lejano. El cabo Expósito lo enfocó con los prismáticos a tiempo de distinguir la cruz de San Andrés en la cola. La verdad es que parecía la mar de antiguo en comparación con los cazas alemanes, los Messerschmitt que salían en el Signal. El cabo Expósito no entendía por qué Franco no hacía aviones de esos. El sargento le había dicho que sí teníamos Messerschmitt, pero el cabo expósito nunca había visto uno.

Arriba, en el acantilado, los presos republicanos también miraban al avión que se alejaba sobre el mar.

El sargento Cano y los oficiales tomaron el camino del acantilado. El cabo Expósito se dio cuenta de que el teniente llevaba el casco colgado del cinturón, a la alemana, como el capitán y el sargento. Y un naranjero al hombro. El sargento lo llevaba siempre –había que estar a todas- pero al teniente era la primera vez que lo veía con subfusil. También llevaba cartucheras para los cargadores.

El cabo Expósito notaba que las cosas se estaban poniendo jodidas. No sabía muy bien qué pasaba, pero lo de tener que llevar el casco puesto todo el santo día se encargaba de recordárselo. Y eso que no sabía, cosa que sus superiores sí, que los aviones que pasaban mañana y tarde yendo y viniendo del mar, andaban buscando la flota aliada.

Cano y los oficiales llegaron arriba. la trinchera que semanas antes estaban encofrando, se había convertido en un abrigo supuestamente a prueba de bombas con techo abovedado de cemento. A su alrededor, a distancia razonable del borde, había pozos de tirador, invisibles desde abajo, o para quien subiera por ahí después de haberse follado el búnker. A su izquierda, los de la segunda sección tendían alambradas. Unos cuantos presos, a los que aparentemente no vigilaba nadie, estaban apoyados en sus palas mirando hacia el mar muy interesados. El capitán les dio una voz:

-- ¡Vosotros! ¿No tenéis nada que hacer?

Inmediatamente, los presos volvieron a mostrar una inactividad frenética.

-- Esos no piensan ya más que en los americanos. No me fío, no me fío un pelo… –dijo el capitán, como hablándose a sí mismo.

9 comentarios:

  1. Estoy esperandoque acabes la serie par arecomendarlo en la galaxia, obiviamente, pro eso no comento, recomendaré la obra entera.
    No se, pensé que te gustaría saberlo.

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  2. Pues claro que me gusta saberlo. Tampoco es una obra maestra, pero me lo pasé muy bien escribiendo. Sobre todo librándome de mis neurosis detallistas. Desde entonces, cuando voy a Conil pienso que es "mi búnker" Vaya gilipollez, ya ves tú.

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  3. Cagüen... ¿Pues no me encuentro mi búnker en una web de fotos de pago? Pero esta gente es capaz de comerciar con lo más sagrado. Pues ahora voy y cuelgo gratis todas las fotos que tengo, hombre. Y en grande.

    http://www.andaluciaimagen.com/foto-Bunker-en-la-playa--Conil--Cadiz_22365I0IA0.htm

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  4. Joder, ya me veo junto a otros cuantos frikis barravirtualeros yendo de expedición iniciática al bunquer de Conil, con el relato en mano e inclusive haciendo un "reenactment" de esos.

    (Lo dice un forofo de Sven Hassel que ha hecho cosas de esas en el pasado y tiene fotos del "Windstärke 11" que todavía existe).

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  5. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  6. Parece que por fin puedo comentar, biennnnn!!!!

    Pues ya veo que por aquí nada de pereza, está más productivo que nunca.

    Saludos!!!

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  7. ¡Virgen Santa!, Embajador, el "Windstärke 11" No me lo pasé yo bien en mis tiempos con Porta, el Hermanito y demás... Al final puedo llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento, que es de IU, para montar un revival Jojojo.

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  8. Aloma69, qué placer volver a verte por aquí. Mujer, no tiene mucho mérito estar productivo cuando hace casi un año que tienes escrito el material, ¿no?

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  9. Pues ayer para celebrar tan feliz coincidencia me leí de un tirón (y por enésima vez) "La ruta sangrienta" . Es un vicio, un mal vicio, no puedo dejar de leer esos libros.

    Hace años que estoy metido en una lista de correo internacional sobre el amigo Sven. Hace una semana hubo un intensísimo intercambio a cuenta de unas fotos autenticas que un tipo había encontrado de soldados alemanes en las que aparecía uno con sombrero de copa y que no podía ser otro que Porta.

    Tres o cuatro años atrás organizamos una expedición a Hamburgo en busca del "Windstärke 11". Yo al final, y sintiéndolo terriblemente no pude acudir a la cita, pero los que lo hicieron (donde se incluía hasta a un australiano) consiguieron el objetivo y trajeron fotos a mogollón, que comparadas con el relato no dejaban lugar a dudas.

    Preveo que lo del bunquer de Conil va a ser otra de estas novelas "de culto".

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