15-M: No estamos indignados, estamos hasta los huevos (echemos a Yupi de la Puerta del Sol)

 

Anoche la Puerta del Sol se salió. Vamos, es que sólo se le ocurre a los de la Junta Electoral Central prohibir la concentración el primer viernes de mayo que no llueve. Además, como más o menos todo el mundo sabe que, no sólo la prohibición era contraria a la Constitución, sino que la Junta ni siquiera era competente para prohibirla, porque no era un acto electoral, el resultado no pudo ser más impactante.

A las doce de la noche, en Sol ya no cabía un alfiler, y no sólo en Sol. Todas las calles que desembocan en la plaza estaban aún más abarrotadas que el día anterior. Por Alcalá, la marea humana llegaba hasta Sevilla, por carretas hasta la plaza de Benavente, que también estaba llena. El silencio que se hizo para escuchar las campanadas que daban las doce fue la mar de emocionante y, sobre todo que el grito que se lanzó después fue aquello de “el pueblo unido jamás será vencido”, cosa que a los carcas como yo nos pone mucho, oiga.

Yo había estado a mediodía en la asamblea y echando un vistazo y luego volví sobre las nueve y media. Cuando nos fuimos a las tres de la mañana, el ambiente era de euforia. En cuanto a los antidisturbios, como eran los mismos de todos los días, ya había confianza.

Esta tarde he estado por ahí, y he asistido al debate de la comisión de Política. Anoche, comentaba con unos amigos que ya han aparecido alguna vez en este vuestro blog, acerca de que ahora es el momento de los veinteañeros de hoy, pero que los que fuimos veinteañeros y ya no lo somos, tenemos el deber de echarles una mano en todo lo que podamos. Especialmente para que no repitan nuestros errores.

La cosa está en un momento clave: el movimiento sigue creciendo, pero es absolutamente imprescindible –ya- plantear sus exigencias a los políticos. Unas exigencias pocas y claras. Y reales.

Por ejemplo, cosas sencillas y posibles:

a) Reforma de la Ley electoral para implantar un sistema realmente proporcional que acabe con el bipartidismo.

b) Que los que provocaron la crisis la paguen, y no nosotros: que se los juzgue y se los encarcele y que devuelvan el dinero. Y que esto no vuelva a suceder, para lo que hay que regular los mercados financieros (esto hay que hacerlo a nivel europeo e internacional) y las agencias de calificación.

c) Que los recortes en el gasto público se hagan donde hay que hacerlos: por ejemplo, en el sobreprecio de las obras y contratos públicos. Aunque la caja B de los partidos y los bolsillos de los corruptos se resientan. Y que los ladrones vayan a la cárcel, que es donde deben estar.

Eso, para empezar, luego ya veremos.

Porque una oportunidad así, sólo surge una vez en cada generación y, si dejamos que se diluya, el desencanto será tan grande que impedirá nuevas movilizaciones durante mucho tiempo. La gente que está acampada ha fundado la República de la Puerta del Sol, muy organizada, pero no deben olvidar que, aparte de internet y el reflejo en los medios del Movimiento, en Madrid, en cuanto te alejas de la plaza (cada vez más, todo hay que decirlo), la vida sigue exactamente igual que si no pasara nada.

De aquí sólo se puede salir con dignidad. Habiendo echado un pulso al sistema y habiéndolo ganado, porque hay una oportunidad. Hay mucha gente que está hasta los huevos, y va allí a demostrarlo. Esa gente no es –somos- ni de derechas, ni de izquierdas, ni anarquista, ni perriflauta; es decir, sí: somos todo eso, cada uno lo suyo: es gente. Y de lo que ahora se trata es de meter mano a problemas que tenemos todos en común.

Ahora, hay que hablar de lo que nos une, no de lo que nos separa, ni perdernos en disquisiciones ideológicas. Y lo que nos une es, ni más ni menos, el hecho de que una banda de ladrones y sus marionetas políticas nos están jodiendo pero bien.

Si mostramos todos juntos nuestra fuerza, con un mensaje en el que todos nos reconozcamos, y los obligamos a actuar como es debido, habremos vencido (por esta vez).

Pero, si nos dedicamos a divagar y a elaborar un programa político como si hubiera habido una revolución, la hubiéramos ganado nosotros y tuviésemos que decidir qué hacemos con el poder, no sólo habremos perdido, sino que habremos hecho el ridículo. Ante los políticos y los banqueros y ante todos los cabreados del mundo rico que nos miran.

A estas alturas, ponerse a escribir cartas a los Reyes Magos en lugar de imponer soluciones concretas al problema concreto que nos ha traído aquí, no es idealismo, no es ingenuidad juvenil: es traición.

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P.D. En la comisión de política ha habido un apasionante debate acerca de si procede reformar la constitución o lo que hay que hacer es abrir un proceso constituyente.

OTRAS VISIONES DEL ASUNTO:

Ignacio desde Valencia:

y me alegro de los insultos que desde la derecha me vierten en facebook porque me certifican que los que van de exquisitos intelectuales sólo son cobardes de sillón y tv y luego denostar a quien no piense como yo en nombre de la democracia, y me alegro de que mis amigos de la plaza  de la acampada me hayan reconocido como de ellos, porque prefiero ser perroflauta con esos que con los exquisitos amparados en facebook diciendo “la verdad” de todas las cosas y sin hacer nada: y por todos ellos hemos estado achampados.

El situacionista:

Debemos estar listos para el momento en que el campamento se levante por falta de apoyo social. También en esto espero equivocarme, pero la más que posible victoria de los partidos mencionados en las elecciones de hoy podría provocar que se pinche el globo de la ilusión que se ha venido llenando esta semana. Como en el París de mayo de 1968, durante esta semana se ha sufrido la alucinación colectiva de que la vida puede cambiar, de repente y para mejor. Que tal y como hacemos click y reseteamos el ordenador, podríamos resetear la democracia. Y sin embargo la realidad nos muestra que normalmente no es así.

Gonzalo, desde Sevilla:

Otro empieza a hablar y por su tono intuyo que va a ser quien meta la pata. Mucha bruma insustancial y al final dice haber conocido el apoyo que desde Cuba manda “Fidel” y termina con un ¡Viva la República”. Y digo que termina porque la plaza le pita y abuchea y le quitan el micrófono al grito de “Sin banderas, sin banderas”. Una vez vista la reacción, recoge sus bártulos y se marcha tranquilamente.

¿Es esto una manipulación de Rubalcaba? ¿Seguro? Yo creo que Alfredo cuidaría más los detalles.