Álvaro Mutis, autor de la saga de Maqroll el Gaviero, se definió como partidario de la Monarquía de Derecho divino en cuanto sistema político más adecuado.
Yo oscilo entre coincidir con él y la anarquía (ya se sabe: autogestión y todas esas cosas). De ahí mis aparentes contradicciones. Digo aparentes, no porque no sean ciertas, sino en el sentido clásico de “visibles”.
El caso es que Maqroll el Gaviero es –obviamente- una reencarnación de Corto Maltés pero que como que lo lleva peor. Aunque, eso sí, aún cultiva la amistad como valor absoluto, le falta el punto épico. La diferencia está, básicamente, en los autores; porque Hugo Pratt ya pegaba tiros a la temprana edad de 14 años en defensa de su vida y Mutis ha vivido de forma bastante más apacible.
Por otra parte, Maqroll, aunque recomendable, tampoco es como para ponerse a tirar cohetes y hay cosas cuya lectura puede ser bastante más urgente si uno tiene prisa.
¡Joder! Empiezo citando al Mutis que, al fin y al cabo, es Premio Príncipe de Asturias, por darle un barniz medio culto a esta elucubración mía y ya me he ido por los Cerros de Úbeda. Al fin y al cabo –lo confieso- yo me hice prestar el tomacho de las andanzas y tribulaciones de Maqroll el gaviero porque lo había confundido con “Capitán de Mar yGuerra”; uséase: Master and Commander. Y lo peor es que la ella que me lo prestó se quedó un rehén más valioso.
Empezamos de nuevo: Lo que yo quería decir es que la Monarquía de Derecho divino (MDD) es, al fin y al cabo, el sistema natural de gobierno. Y, si no, véase Beethoven (el de gorilas en la niebla, no el viejo Ludwig van).
Si tú tienes un MDD al que no le dé por guerrear excesivamente, te ahorrarás un montón de pasta en elecciones. Lo malo es que, como cada tribu tiene el suyo, pues siempre hay alguno que tiene que tocar los yarboclos y, como uno siempre sigue (por Derecho divino) al MDD, pues pasa lo que pasa.
Pero eso no es un argumento en contra, ya que las Repúblicas también guerrean bastante y, si no, véanse Atenas, Roma o Estados Unidos. Porque, al final, ¿qué pasa?: que las repúblicas también son de Derecho divino (RDD) y, así, las muy republicanas Águilas Romanas eran sagradas, ahí, posadas con sus garritas sobre un letrero que ponía SPQR (SENATUS POPULUSQUE ROMANUS) (Es decir, para las jóvenes generaciones iletradas: el Senado y el Pueblo Romano)
Y, así, vemos que lo que dice cada facción en esta Monarquía republicana que tenemos (en la que el Presidente, en lugar de ser elegido cada ekis años de entre los ricos del lugar, es siempre el mismo rico; porque fue engendrado a partir de espermatozoides de ascendencia divina), también es asumido y defendido por los fieles de cada facción (es decir, los facciosos) de acuerdo a su origen divino.
Así, la palabra de Aznar (a quien un amiguete adicto confesaba ayer mismo que “idolatra”: término extraordinariamente preciso), es aceptada por sus fieles única y exclusivamente porque Él lo ha dicho: luego es verdad.
Así, la palabra de ZP (de quien un amiguete adicto afirma ser “el tío más grande que ha existido” –incierto: ese era John Wayne-) es aceptada por sus fieles única y exclusivamente porque Él lo ha dicho: luego es verdad.
Si nos limitáramos a las emanaciones divinas asumidas por cada segmento poblacional (o feligresía) como fuente de conocimiento para el personal, la cosa no sería tan mala; pero no:
El carisma, como sabemos, se transmite y, como los pobres vicedioses no dan abasto a comunicar su dogma respectivo, he aquí que su espíritu desciende, ya sea en forma de paloma, ya de lengua ígnea, ya de lluvia dorada, para fecundar a sus elegidos, y llamarlos a realizar entre el vulgo lacayo la función hermenéutica de trasladar el íntimo pensamiento de dios al pobre entendimiento de los fieles:
Jiménez Losantos, Iñaki Gabilondo: San Pablo.
Por eso me parece más prudente la MDD que, al fin y al cabo, simplifica las cosas; dado que la autogestión requiere pensar y asumir responsabilidades, cosa harto incómoda y sólo posible en petit comité (in illo tempore, soviet)
P.D. Mira por donde, yo trabé conocimiento con Corto Maltés a la tierna edad de 12 años gracias a mi amigo Borodin, merced a un hoy llamado álbum (en aquel tiempo, tal denominación se relegaba a cosas para pegar cromos) ¡en color! Que nos mostraba al viejo Corto fumándose un puro acodado en la veranda de la pensión Java, en Paramaribo (Guayana Holandesa) mientras “actuaba para un público invisible”. Momento fundacional: corría el año del Señor de 1974.
Por alusiones. Oh, sí, sí ... libro perdido como otros tesoros materiales y no de nuestra infancia. Recuperé las historias que contenia pero no el libro primorosamente coloreado a la acuarela. No lloro más. Que sepas que leo en silencio.
ResponderEliminarP.D. Parece mentira que tu que has visto cosas que ellos no creerian hayas olvidado Blade Runner en la lista de pelis.