Idígoras y Pachi. El Mundo 06/12/2008.
Este era nuestro himno. (sobs...) Se recomienda la escucha previa para entrar en ambiente...
Cuando se aprobó la constitución yo tenía 17 años. Lo que más me interesó fue que establecía la mayoría de edad a los 18, y a los de mi quinta nos reducía ese horizonte en tres años: no había que esperar a los 21. Entonces pensábamos que eso tenía algún significado.
En aquellos tiempos estábamos muy al tanto de las cosas. No en vano el profesor Borodin y vuestro humilde narrador ya sabíamos hacer cócteles molotov de los que no necesitan fuego a la tierna edad de 12 años. Eso no significaba que hiciéramos un uso práctico de semejantes conocimientos, ojo, pero el caso es que los teníamos. Claro, que en aquellos tiempos siempre había algún amigo que tenía un cheminova (hasta que -indefectiblemente- su madre decidía tirarlo a la basura tras sofocar algún conato de incendio) y los experimentos pirotécnico-infantiles estaban a la orden del día.
A los 12 años yo era un asiduo lector del Sábado Gráfico y de la Gaceta Ilustrada de mi abuelo Fernando. Me gustaba más la Gaceta Ilustrada, donde leía los reportajes que escribía Oriana Fallaci antes de volverse loca. Vietnam, Camboya, La guerra del Yom Kippur, Chile... Recuerdo el atentado de Carrero Blanco y las caras de preocupación de todo el mundo, los colegios cerrados y el entierro presidido por el príncipe. Recuerdo la revolución de los claveles y las opiniones encontradas de mis tíos (a favor) y de mi padre y mi tío Nano (en contra, aunque con dudas, que al fin y al cabo era un golpe militar bastante bien hecho). Recuerdo la primera vez que Franco se cogió una baja: todo el mundo la mar de preocupado por qué iba a pasar si se moría. El final de la guerra de Vietnam, que había abierto sistemáticamente los telediarios en blanco y negro de nuestra infancia, me lo anunció el profesor Borodin en las escaleras del colegio, subiendo para clase.
Recuerdo las llamadas nocturnas a mi padre del cura que me había suministrado la primera comunión y que nos había bautizado a todos. Habían vuelto a detener a su hermano (también cura) allá en el País Vasco y a ver si mi padre, que era militar, podía hacer algo. También se suponía que mi padre podía "hacer algo" cuando detuvieron a la hermana de una tía mía, que era del PC (y que me presentó a los Beatles). Era normal recurrir a mi padre, o a mi tío Ramón, que era policía. La familia ante todo.
En el verano del 75, mi padre ascendió a comandante y estuvieron en un tris de mandarnos al Sahara. A mí me jodió un huevo que al final no fuéramos (el padre de un compañero de clase, de Caballería, estaba en el Sahara en carros y cuando nuestro compi volvía después del verano nos daba una envidia de la hostia enseñándonos fotos del desierto y hasta de sí mismo pegando tiros con cetme). Entre tanto, en el Goloso juzgaron a unos de ETA y el FRAP y acabaron fusilándolos, cosa que produjo mucho revuelo internacional (encima de que el gobierno había accedido a sus peticiones de ser fusilados en lugar de darles garrote vil: recuerdo los morbosos artículos del periódico detallando el funcionamiento de tan castizo como mortífero artilugio). Cuando quemaron la embajada española en Lisboa, los únicos que estaban dentro eran mi futuro colega Luigi (el gallego) y su familia, que su padre era el conserje. Desde entonces no puede ver a los portugueses.
Hubo una multitudinaria manifestación en la plaza de Oriente que inauguró -creo- los cómputos oficiales por encima del millón de personas y allí Franco habló por última vez del contubernio judeo masónico izquierdista internacional contra España. Recuerdo la patética imagen de un anciano terminal, arrugado como una pasa, con enormes gafas de sol y uno de esos uniformes diseñados para su uso exclusivo, diciendo incoherencias con voz temblorosa.
Franco volvió a cogerse una baja que, esta vez, sería definitiva. Nos acostumbramos a los partes diarios del así llamado equipo médico habitual, mientras Hassan II organizaba con apoyo americano su marcha verde aprovechando la enfermedad de Franco para quitarnos el Sahara. Recuerdo las fotos de los M-109 nuevecitos apuntando a la frontera y las bravuconadas de cada cual.
Una mañana de noviembre, sonó el teléfono en casa muy temprano y escuché a mi padre hablar en voz baja. Terminó diciendo "a tus órdenes" y fue a despertar a mi madre. Nos dijo que Franco había muerto y que no íbamos a clase. La verdad es que la cosa era inquietante, porque uno había crecido en la certidumbre tácita de que cuando Franco cascara iba a haber otra guerra civil.
Mis abuelos maternos, que tenían posibles, se compraron una tele en color y toda la familia se reunía para presenciar en directo los fastos fúnebres. Mi tía la del PC le tiraba pullas a mi padre, que contestaba que, si de él dependiera, sacaba ahora mismo los tanques a la calle, por si las moscas.
Ahí yo empecé ya a tomarme confianzas; sobre todo cuando salió en la tele mi tío Nano (el que estuvo en la División Azul) cuadrándose ante el muerto y levantando el brazo con mucha marcialidad. Cuando llegó a casa de mis abuelos (en momentos de crisis, la familia se reagrupaba, supongo que siguiendo impulsos atávicos) fue recibido con parabienes de un sector de la familia y con chanzas del otro. "Vosotros no entendéis estas cosas", nos decía muy emocionado.
En el colegio pusieron el testamento político de Franco en todos los descansillos (cosas del profesor de FEN, que tenía mano alta sobre todo lo que se ponía en las paredes) y nosotros aún teníamos que aprendernos de memoria los Principios Fundamentales del Movimiento, los mismos que el rey juró cumplir y hacer cumplir en la ceremonia de su entronización ante las Cortes. ¡Ah!, aún recuerdo a Rodríguez de Valcárcel diciendo con voz que pretendía ser admonitoria: "Si así lo hiciéreis, que Dios os lo premie y, si no, que os lo demande". Eran otros tiempos.
A partir de ahí, la cosa se desbocó: Arias Navarro le dio el Sahara a Marruecos a cambio de mantener una sensible participación del INI en Fosbucraa y algunas otras cosillas sin importancia, haciendo caso omiso de las supuestas últimas admoniciones del Caudillo: "Si hay que ir a la guerra, vamos". Luego, ya se sabe, vino el espíritu del 12 de febrero, aquello de "sin prisa, pero sin pausa" (a esa gente le encantaban las frases ingeniosas, como aquella otra de "distinto y distante", etc.); bueno, la platajunta y todas esas cosas, la gente se desmandaba, manifestaciones por todos lados, huelga general a principios del 76, estado de excepción en Euskadi; Fraga masacrando obreros en Vitoria (6 muertos y 100 heridos de bala de una sentada: la calle era suya, ya se sabe), tiroteos en Montejurra entre carlistas, los fascistas italianos como Pedro por su casa enseñando maldades, ETA en su línea,: en aquella época se pasaba de 100 asesinatos al año y yo me adiestraba, por cuestiones familiares, las sutilezas de la contravigilancia hasta caer en la paranoia; salieron unos nuevos que se llamaban el GRAPO y habían empezado matando grises a martillazos porque no tenían muchos medios (alguno de aquellos ha acabado siendo icono postfranquista, quién lo iba a decir), Los abogados de Atocha y la tremenda manifestación del entierro, en la que hicieron sinergias el Partido y algo tan institucional y burgués como el Colegio de Abogados: serían rojos, pero eran compañeros ¡la hostia! (uno de mis tíos, clandestino de Comisiones en el Sindicato vertical; me contó el nudo en los cojones cuando el silencioso cortejo pasó bajo sus ventanas); Billy el Niño y el Comisario Conesa campando por sus respetos, el metro militarizado... era la época de los estudiantes voladores, porque manifestación equivalía a por lo menos un muerto (o dos) cuando la policía disparaba al aire. En fin, la mar de interesante si tienes 14 años.
Cuando el rey destituyó a Arias Navarro y nos explicaron minuciosamente cuál era el procedimiento para nombrar a dedo otro presidente del Gobierno (la terna y esas cosas) y salió Suárez, todo fue la mar de sorprendente: era la primera vez que un político salía en la tele y trataba a los españoles de usted. Era evidente que algo empezaba a cambiar de alguna manera.
Además, Suárez no era un extraño en casa: mi padre y él habían sido amigos en Ávila, de jóvenes, y mi padre siempre le felicitaba cuando lo ascendían: cuando lo nombraron director de TVE, cuandolo hicieron Ministro Secretario General del Movimiento y ahora, cuando llegaba a Presidente del Gobierno; sólo que esta vez mi padre sólo recibió un telegrama de agradecimiento en lugar de la carta habitual. Claro, es que presidente del Gobierno ya es mucho: no tiene tiempo de andar escribiendo cartas a todo el mundo. Pero, de todas formas, dio mucho prestigio en la escalera eso de que a mi padre le llegara un telegrama del presidente del Gobierno, que esas cosas se saben entre vecinos.
Claro, que en seguida mi padre se percató de que Suárez era un traidor y dejó de comprar el ABC y el Pueblo para pasarse al Arriba y El Alcázar, ante el regocijo de mis tíos, que llevaban bigotes a lo Íñigo (de progre, que se llamaban esos bigotes) y compraban el Cambio 16 y Cuadernos para el diálogo. Así he salido yo, que no sólo leía esas cosas a la edad en que la mente está en formación, sino también los panfletos mucho más rojos que me llegaban por otros conductos.
Recuerdo un poema que salió en El Alcázar por aquel entonces, debido a la pluma de Lluys Santa Marina, creo, o alguien parecido:"Ten valor, sal de la fila /viejo amigo, camarada, /y olvida nuestras banderas /si ya no quieres guardarlas".
Era el espíritu que se respiraba entre los que no cambiaban de bandera (como el suegro de Gallardón, que escribió un libro que se titulaba así: "Sin cambiar de bandera") y los que resultaban ser demócratas de toda la vida. Cuando en semana santa se legalizó el PC después de aquellas aparatosas andanzas de Carrillo con su peluca, la cosa ya empezó a ponerse realmente seria: los que no cambiaban de bandera se convencieron de que nada había quedado atado y bien atado y empezaron a hablar abiertamente del Honor del Ejército y de que se imponía Sacar Los Tanques A La Calle.
Cuando se hizo el referendum de la Ley de Reforma Política (defendida en las Cortes, por cierto, por Fernando Suárez Senior (exministro de Franco) y Miguel Primo de Rivera, sobrino del mismísimo José Antonio), vimos que se pretendía que a los procuradores los eligiera todo el mundo y no por la cosa de los tercios, como hasta entonces y que el presidente del Gobierno no lo iba a nombrar el rey a dedo, sino que iba a depender de quién ganara las futuras e hipotéticas elecciones, las discusiones en el patio del colegio subieron bastante de nivel y me percaté de que abarcábamos todos los colores del futuro espectro político y no como hasta entonces, que se suponía que todos pensábamos lo mismo. Interesante momento, oiga. Esto era revolucionario, sí señor. ¿Qué iba a pasar?
Pues nada. En junio del 77, el profesor Borodin y yo hicimos una exhaustiva recopilación de todos los carteles de propaganda electoral, programas, panfletos, folletos informativos y candidaturas que pudimos haber. Yo los tenía guardados en mi armario; pero cuando me marché de casa de mis padres ahí se quedaron, hasta que mi madre, como buena madre, se aburrió y los tiró a la basura. Soy un gilipollas: hoy día sería una curiosa colección que hasta valdría sus perras.
En clase de FEN el profesor aporreaba la mesa hablando de la doctrina joseantoniana mientras uno de mis compañeros, que era de las juventudes del PSP (luego se pasó al PC cuando Tierno pactó con Felipe) se empeñaba en hablar del marxismo y el profe clamaba que mientras el viviera eso no ocurriría en su clase y le decíamos que hasta el PC era un partido legal y a él casi le daba una apoplegía mientras su mundo se derrumbaba en torno suyo.
Pobre. Cuando al año siguiente (ojo: el curso 77-78) nos pusieron la clase de FEN a última hora de la tarde del viernes. ya no era ni pálido reflejo de lo que había sido y, la verdad, acabamos organizando unos cirios importantes. Una vez salimos unos cuantos (entre ellos uno que con el tiempo sería juez) con un pedo de cojones después de haber trasegado abundantes licores de alta graduación en clase mientras nos hablaban de la traición del rey y de los políticos a los Principios del Moovimiento (que ya empezábamos a olvidar) y a la Herencia del Caudillo. Lo peor fue cuando a uno se le cayó al suelo una lata de chipirones en su tinta que, aparte de difícil de limpiar, olía bastante.
En resumidas cuentas, que las Cortes (donde -¡ay!- por primera vez no hacían su espectacular presentación los procuradores saharauis con sus vistosos trajes de tuareg) decidieron, así por las buenas, constituirse en Cortes constituyentes y que iban a hacer una constitución nueva. Una constitución que iba a sustituir a las Leyes fundamentales del Reino, ojo (que Editorial Doncel publicaba últimamente bajo el título genérico de "constitución española"). Y la hicieron, con un ojo puesto en la alemana, como es sabido y muchas filigranas dialécticas entre los Padres de la Patria sobre el alcance de los impuestos y la cosa de los estatutos de autonomía, que era el eterno tema en estos casos.
Luego la cosa volvió a desbocarse: el Bierzo exigía sus derechos históricos y Segovia quería constituirse en comunidad autónoma. Al final, por alguna extraña razón, se decidió autonomizar a Logroño y Santander y que Albacete dejara de ser de Murcia para integrarse en Castilla la Mancha. Lo que peor llevamos fue que Madrid dejara de ser Castilla y se quedara a su aire, como así seguimos.
Bueno, y ya basta por hoy, que me he vuelto a extender demasiado. Feliz día, sobre todo para los republicanos. ;)
Madre mía, es usted más joven que Bruce Dickinson.
ResponderEliminarEsto da para releerlo alguna vez más.
Genial documento histórico, vive $Deity
Gracias, gracias, genosse Folken. Es que me he puesto melancólico.
ResponderEliminarIn $ we trust
ResponderEliminarY más viejo que yo, quién lo diria: no lo aparentas PARA NADA (excepto en los conocimientos, claro, pero esos no son clave definitiva ni determinante de una edad necesariamente).
ResponderEliminarMuy bueno tu artículo, me ha gustado bastante, hasta la chafardería del telegrama del Presi. En mi casa también se compraban esas publicaciones y otras de la época, algunas excelentes. Por cierto, ¿quizás tú te acordarás de ese personaje que yo leía de niña (fui lectora precocísima) y tú de jovenzuelo (jiji) que era un pasota o un macarrita o algo así y utilizaba el lenguaje escrito semejante al oral por primera vez, que yo sepa? Me acuerdo cuánto esperaba yo por sus andanzas que tanto me gustaban y con las que tanto me reía; luego llegué a tener un libro recopilatorio que perdí no sé cómo (prestándolo, supongo, como se pierden todos los libros) que tenía la portada como el Sargent Peppers de los Beatles pero tuneada.
¡Saludos, rapaz!
Estimada Sra. Fauve: Es que me conservo muy bien. Hasta las chicas de la Facultad de Odontología que están procediendo a la demolición y desescombro de mi boca me han echado menos años.
ResponderEliminarEn cuanto al personaje literario en cuestión... pues, la verdad, ahora no caigo en quién me dices. ¿Era texto a palo seco o tebeo? Y mira que me acuerdo hasta de Esther y su mundo, que para algo tenía hermanas... Bueno, tengo.
Muy bueno. No le hacía yo tan "maduro", y totalmente de acuerdo con el último párrafo.
ResponderEliminar¡Cagon'to! LLevo horas intentando comentar y por h o por b no lo consigo. Ahora no me acuerdo de lo que iba a decir. Pero lo que si se es que, a estas alturas la gente supermegaprogre y luchadores antifranquistas que dieron su infancia por la causa son legión. Gracias a todos ellos.
ResponderEliminarEmbajador, no te creas, que estoy muy bien conservado (la Mahou es lo que tiene, que te conserva joven).
ResponderEliminarEl último párrafo, con el que estás de acuerdo, ¿es el de "ya basta por hoy"? ;)
Amigo Capazorros, es que el Blogger anda levantisco últimamente. Sobre todo los antifranquistas que ni siquiera habían nacido y no pudieron divertirse como nostros jugando en el parque (y no saben lo que es un cheminova)
Ay, que escribí antes de tiempo y no estaba terminado el escrito, que si llego a leer alguna cosa... Por cierto, ¿cuándo fue Albacete DE Murcia?
ResponderEliminarYo viví la época pero como una niña con sus juegos y no pasaba de cantar en el autobús eso de Franco, Franco, cabeza de alcornoque culo de avestruz, lo vuelvo a repetir, burro, cazurro, cuadrúpedo animal... que era la letra del himno español. Hasta que mi amiga me contó que eso era peligroso (ella y su familia se vinieron pitando antes de que los matara Gadafi y estaba más concienciada políticamente...).
Capazorros, tienes razón, pero también piensa que a esos niños que vivimos la dictadura (aunque fuera como niños) no nos agrada mucho que ya no los chavalines, sino los señores y señoras de treinta años no sepan ni qué es la Constitución (algo que hasta en el colegio se estudia) y le parezca algo de hace cinco siglos... Aunque al fin y al cabo es simplemente una constatación de cómo se ha ido denigrando la educación y el conocimiento.
Saludos.
Y que incluso los hay que no eran niños, ¡fíjate tú!
ResponderEliminarFauve, a lo mejor me he precipitado, pero cuando en el cole cantábamos aquello de "Barcelona Tarragonoa, Lérida y Gerona", Huesca Zaragoza y Teruel", "Castellón de la Plana Valencia y Alicante", Luego creo que venía "Murcia y Albacete". Pero, cuidado, que a lo mejor es un recuerdo implantado por los extraterrestres y se monta aquí una de esas polémicas como la de la trotilla de patatas. Así que estoy inseguro.
ResponderEliminarMe someto a la opinión profesional de Capazorros: Oye, Capazorros, ¿Tú te acuerdas de lo de Murcia y Albacete? ¿o han sido los extraterrestres?
Para empezar, se me han puesto los pelos como escarpias oyendo al Llach y L'Estaca. Aquí vendría un inciso de cuando asistí a un concierto suyo en donde hoy se levantan esos horrorosos rascacielos.
ResponderEliminarNos hacemos mayores, trasegador de mahou, pero estamos tan pimpantes como antaño. Eso sí, más resabiados.
Y usted que lo diga, Sra. Liddell
ResponderEliminarAhora sí, pcbcarp, Murcia Y Albacete; no "Albacede DE Murcia"... :P
ResponderEliminarEspero que no le ofenda a usted, pero yo sí estaba informado de su edad (aproximada) xD
ResponderEliminarEso es algo maravilloso ya que a los que hemos vivido más bien poco como yo nos aporta una nueva dimensión de la historia reciente.
Un placer volver a pasarse por aquí después de tanto tiempo
Petite Sauvage, cierto: no había reparado en que ponías "DE" y no "de". O sea, que aún me acuerdo de cosas olvidadas.
ResponderEliminarFrozen, un placer tenerte por aquí. Ya sabes que éste es tu bar, que para algo eres de los clientes más antiguos. Si no recuerdo mal, hasta te conté en su día de dónde viene lo de PCBCarp.
Pues no te equivocas. Albacete pertenecía a la Región de Murcia y fue en la transición cuando se incorporó a Castilla (La Mancha en este caso).
ResponderEliminarMás o menos es la edad que te calculaba, por la mezcla de intelectualidad y actitud punk. ;-)
Interesante el relato. Bastante diferente la perspectiva de la que he escuchado con más frecuencia... Por cierto eso de que las Cortes se declararan así porque sí consituyentes no está muy bien, verdad? Justo hoy en un vídeo de estos antiguos del youtube se lo he escuchado al Sr. García-Trevijano.
Saludos.
García Trevijano que en su día era un señor la mar de interesante, fue incluido por este humilde narrador hace ya tiempo en la categoría de "Los amigos de Balbín" Es decir: Los primeros que tuvieron vista para valerse de sus credenciales izquierdosas para aposentarse apacible y lucrativamente en el facherío. Véase La Clave en sus últimos tiempos; Ya se sabe: Desde el amigo Tamames, hasta Trevijano. El Crack (éste no amigo de Balbín, que yo sepa) ha sido el SR. Moa. Eso sí: la última vez que yo estuve en el Mindanao una noche de elecciones, todavía se paseaba Balbín por ahí con su pipa.
ResponderEliminarEs curioso, porque el asunto es que algunos que eran más o menos honrados, lo que les pasó es que decidieron que lo que era malo para Felipe era de rojos. (O algo así)
Y, sí: Obviamente, las Cortes generales (unicamerales, o sea, las de toda la vida) salidas del 15-J del 77, no habían sido elegidas para hacer una constitución. Pero, aunque eso fue objetivamente un engaño al pueblo soberano, que no las había elegido para eso, se sobreentendía que después de forrenta años de Caudillo y brazos incorruptos varios, nadie se iba a inquietar por esas sutilezas.
ResponderEliminarYo, desde luego, sigo sin inquietarme. Pero los de El Alcázar, que eran muy legalistas, sí que se lo tomaron muy en serio, para acreditar la ilegitimidad de origen del nuevo régimen (aparte de las traiciones de Suárez y del rey)
Por supuesto, Murcia y Albacete. Luego vino lo de las autonomias y Albacete pa' Castilla- La mancha y Murcia pa'... Murcia.
ResponderEliminar¡No, joder, Capazorros! lo del expolio de Murcia ya está aclarado, coño, yo me refería a lo de la Infantería.
ResponderEliminar¡Atiza! tremendo documento, sobretodo la parte escolar.
ResponderEliminarsaludos. y felicidades por reflejar tan bien tu memoria
Buenas, Casshern, Poquito a poquito acabaré escribiendo las "memorias de un tipo que no dejará ni rastro".
ResponderEliminarPerdón, quise decir el penúltimo. Que Madrid es Castilla, y el resto territorio conquistado....como aquel que dice.
ResponderEliminar¡Cómo que estaba aclarado lo de Murcia! Te olvidaste de mencionar que te referías a la región, cosa que yo ya sabía y simplemente quise pinchar, pero si es la guerra y hay que pelear... ¡se pelea! Ahora dime que Castellón era y es de Valencia, cobarde :P
ResponderEliminarCapazorros: ¡GENIO!
Y de mi infancia recuerdo un artilugio que formábamos con palillos entrelazados y que al encender por un extremo saltaba por el aire y decíamos: ¡como Carrero Blanco!
ResponderEliminarPero eran cosas de niños.
Y ahora me excomulgan de este Blog. Como si lo viera.
¿Lo qué?
ResponderEliminarCastellón ERA, ES y SERÁ de Valencia, a no ser que se la anexione Rumanía.
ResponderEliminarEl libro podría llamarse Intrahistoria intrascendente.
Solo por el título algún que otro gafapasta picaría.
Y la tortilla de patatas no lleva cositas dulces
ResponderEliminarOh, sielos, qué grandeza la del Anfitrión: qué precisión en el verbo y en la descripción. Para aportar datos adicionales y gratuítos reseñaré que la noche en que palmó Paca la Culona pusieron Objetivo Birmania. Ah, qué grandes imitaciones pueden hacerse del anciano el la Plaza de Oriente hablando en plenos 70s de conjuras judeomasónicas...
ResponderEliminarYo, que soy un poquito más joven, me acuerdo de todo eso. De los miles de pegatinas de los cientos de partidillos politiquillos. También me acuerdo de ir en un bus del colegio el 23 F viendo a unos cuantos compañeros cantar el 'Cara al Sol' y gritando 'Por fín, por fín...'. En fin.
Embajador: Lo sospechaba, que te referías a ese párrafo.
ResponderEliminarPetite Sauvage, en cuanto a lo de la Región de Murcia (su nombre oficial, por cierto) te dejo que lo discutas con Folken y Capazorros, si se tercia. En cuanto a lo del artilugio saltarín con palillos, mira, yo nunca lo relacioné con Carrero. Eso sí: cuando era joven e inexperto, cantábamos unas canciones bastante irreverentes que no es del caso reproducir aquí. Había una adaptación de los payasos de la tele... Bueno. Dejémoslo estar.
Capazorros, no sé qué haces, que levantas pasiones.
Folken: entiéndete tú con la Petite Sauvage sobre dependencias autonómicas. (Y sobre las tortillas)
En cuanto al título... me lo pensaré. Pero creo que un título gafapástico es indigno de mí. Aunque así nunca me recensionarán en El País Dominical. Qué le vamos a hacer...
Hans: me abruma Vd., señor mío. ¡Coño! Es cierto, sí: Objetivo Birmania. ¿Cómo he podido olvidar ese detalle?
Me has dado una idea: el 23-F. Es un proyecto que llevo acariciando cerca de 25 años: ¿Qué estabas haciendo cuándo te enteraste de la performance tejeril en el Congreso? No conteste ahora: espere al próximo postio.
Pedazo de escrito. Esto es un recordatorio y no lo que daba yo cuando mi primera comunión.
ResponderEliminarSalud.