La punta del iceberg
Cosas por las que debemos estar cabreados y en las que deberíamos centrar nuestra atención:
La corrupción política en España, no es un daño colateral, sino que constituye la base de nuestro sistema político. La corrupción es, como se dice ahora, sistémica.
La democracia en España está limitada a la alternancia de determinados partidos en el poder. Esa alternancia y la exclusión de otras formaciones o canales de participación democrática, han llevado a que los dirigentes de dichos partidos turnantes tengan una concepción patrimonial del poder político; es decir: “es mío, y hago con él lo que me da la gana, vamos, faltaría más.”
La lucha partidaria no es, ni más ni menos, que una guerra encarnizada por el acceso a los presupuestos públicos. Es decir: luchan para repartirse el dinero obtenido por la Hacienda Pública de los impuestos que pagamos los ciudadanos.
La corrupción sistémica se ve facilitada por las desorbitadas necesidades de financiación de los principales partidos políticos, la ausencia o debilidad de los sistemas de control preventivo de la corrupción (el Tribunal de Cuentas carece a efectos prácticos de capacidad sancionadora), la ineficacia de la legislación sobre financiación de los partidos (realizada por los propios partidos a los que debería controlar), la descentralización administrativa que multiplica las fuentes de acceso a los distintos presupuestos, y la ausencia de democracia interna y de transparencia en la actuación de los partidos, que permite el monopolio del poder por una reducida casta de políticos profesionales.
Por todo ello, la lucha contra la corrupción política en España no es una cuestión ética: es una cuestión de supervivencia.
El ingente trasvase del dinero público a manos privadas realizado de forma delictiva por cargos públicos es una de las principales causas de la asfixia económica del Estado, las Comunidades Autónomas, las Diputaciones, Cabildos, Juntas y Ayuntamientos. Debido al saqueo, unido al fraude fiscal generalizado por parte de las grandes fortunas y las grandes empresas, fraude en muchos casos legalizado por la normativa ad hoc generada por el Gobierno y por las Cortes, hay déficit, la deuda se dispara y falta presupuesto.
El déficit fiscal generado por la clase política, por ejemplo, al renunciar las Comunidades Autónomas a impuestos cedidos por el Estado, para, en lugar de financiarse con sus propios recursos, endeudarse con las entidades bancarias y los mercados, a los que se regalan los correspondientes intereses a costa de todos los ciudadanos, se pretende enjugar con los famosos “recortes”, es decir, se baja el sueldo a los empleados públicos, se suben los impuestos sobre el consumo (los más injustos: los consejeros de las multinacionales pagan lo mismo que Vd., lector), y se reducen gastos fundamentales en Educación, Sanidad, Justicia e infraestructuras. Todo antes que reducir el nivel de saqueo.
El fruto del saqueo, ese dinero sistemáticamente robado y entregado por cargos públicos a empresas afines mediante soborno y, en muchos casos, para repartir con los partidos, es el que debería servir para que los Ayuntamientos pagasen a sus proveedores, el que debería invertir el Estado en políticas sociales o infraestructuras necesarias; el que deberían gastar las comunidades autónomas en Sanidad, Educación o Dependencia.
Por su parte, los medios de comunicación, que deberían ser uno de los agentes fundamentales en el control de los comportamientos corruptos, no sólo no son independientes, sino que viven en simbiosis con los partidos y, a la vez, actúan como correa de transmisión de los intereses de sus propietarios y patrocinadores (grandes empresas anunciantes, a su vez beneficiadas por la corrupción)
Precisamente, debido a que los medios de comunicación no cumplen con la función que deberían tener en una democracia, la corrupción no es percibida por los ciudadanos como sistémica. Los medios se ocupan –y con notable éxito, por cierto- de distraer la atención.
Sólo cuando es inevitable, por lo general debido a la intervención de la Policía o la Guardia Civil, determinados escándalos saltan a los medios; pero siempre compartimentados, limitándose la información a un caso concreto que, al afectar a un solo partido cada vez, pasa a integrarse en la lucha partidista y –gracias a la información sesgada facilitada por los medios- suele producir en los votantes del partido afectado una reacción de cierre de filas (recurso a la idea de conspiraciones político-judiciales, etc.) que impide que los comportamientos corruptos, incluso aunque estén siendo enjuiciados por los Tribunales de Justicia, impliquen –como en principio sería lo lógico- un castigo en las urnas por parte de la ciudadanía que –paradójicamente- es la principal perjudicada por la corrupción. Sencillamente, lpese a la evidencia, los ciudadanos eligen no creerse que el político al que votan es un ladrón.
En resumen: que si no nos levantamos contra este estado de cosas, es que somos profundamente imbéciles y tenemos lo que nos merecemos.
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P.D. Vuelvo a proponer a mis amables lectores unos sencillos ejercicios prácticos:
a) Cuando paseen por la calle de su ciudad o de su pueblo, o circulen por una carretera y se topen con un cartel de esos que anuncian a bombo y platillo las obras que los políticos hacen por nuestro bien, tomen nota de la obra y del presupuesto. (si sacan una foto, mejor) Luego le preguntan a cualquier conocido que trabaje en la construcción cuánto cuesta realmente esa obra.
b) Si trabaja Vd. en cualquier dependencia de la Administración y tiene que reponer, digamos, su ordenador o la impresora, intente informarse de cuánto le ha costado al Estado. Luego, acérquese al Mediamarket o a Carrefour y mire cuánto le habría costado comprársela Vd. por su cuenta.
c) Si por alguna extraña razón es Vd. concejal o concejala de un partido minoritario, de los que no están en condiciones de rapiñar (aún) y se siente heroico o heroica, intente acceder al presupuesto de alguna de las obras mencionadas, como es su derecho, y luego coménteselo a su amigo de la constru. Verá qué sorpresa se lleva. Luego, cállese, por favor, salvo que esté decidido a marcharse de su pueblo.
Mon Capitain, análisis tan lúcido e irónico debería ser difundido. Con su permiso, y con la debida mención a su autoría, enlace incluido, me lo llevo a mi facebook y al foro de mi pueblo. Se le saluda, Mon Capitain.
ResponderEliminar(Si tuviera usted alguna objeción que oponer a ello, le ruego me lo haga saber a través del facebook)
Tiene lógica que se haya creado una "casta de políticos profesionales", cuyas aspiraciones profesionales -incluso en su época estudiantil- son y han sido, trabajar en su partido político. Y es que, ¿en qué otra empresa conseguirían esos beneficios? Yo es que miro a los del PP o el PSOE y casi me parecen una multinacional con franquicias repartidas por todo el territorio. Visto así, no es de extrañar que su único propósito sea el de aumentar beneficios, sin importar las condiciones morales (y legales) para conseguirlo.
ResponderEliminarMu bonico el mapa.
...a ver si nos asustamos en serio de una vez y dejamos de mirar y empezamos a ver y actuar...gracias por contarnos tantas cosas Profesor
ResponderEliminarRaquel, encantado de que difundas mis improperios, como ya te he dicho. Lo único que, por desgracia, no he intentado ser irónico, palabra. Por ejemplo, lo de irse del pueblo el concejal (o concejala)no es broma. No todo el mundo resiste cuando le mandan por e-mail fotos de sus hijos de siete años saliendo del colegio y le amenazan con violarlos si no vota a favor de según qué recalificación.
ResponderEliminarMara Jade, yo creo que los partidos políticos sirven a las multinacionales de laboratorio para experimentar hastá qué punto está un joven especimen humano a humillarse con tal de conseguir una migaja de "poder".
Iralow... Bueno lo estamos intentando de alguna manera.
¿...pero... y Canarias...? (Suspiro). Para cuestiones isleñas atlánticas, consúltese http://www.archipielagomachango.com/ y sus diversos apartados. Si no es mucha molestia, claro.
ResponderEliminarhttp://farm5.static.flickr.com/4048/4176613190_1b053f2d82_b.jpg
ResponderEliminarEsta me encanta. Había un par cerca de mi casa: Cambiar farolas 1.2 millones de euros, pero no les hice foto.
La corrupción, más que un fenómeno sistémica es el motor de la Historia que cambia a todo sistema. El capitalismo nació como consecuencia de la corrupción especialmente intensa, generalizada y sofisiticada de ciertos estados nacionales como Inglaterra.
ResponderEliminarLa corrupción es el proceso por el cual hoy una forma cualquiera de estado deviene capitalismo. Si en España hay tanta corrupción es porque todavía quedan bienes públicos que corromper de la época de Franco. Si Rusia es hoy un país tan corrupto es porque tras caer el Muro de Berlín había allí toneladas de carne recién muerta en la que los gusanos capitalistas podían cebarse. Cuando todo sea una gran mierda privada, como los EEUU lo son ya hace tiempo, la corrupción cesará, porque ya no quedará nada por pudrirse. La caca no se puede corromper ya más.
Perdón por ser tan escatológica.
Paula, mea culpa. Como verás, he puesto al Archipiélago machango en lugar de honor.
ResponderEliminarFolken, yo jaleo a todo el mundo para que saque fotos de los carteles y me las pase. Tanta desfachatez me fascina. Yo sé que lo hacen por añadir el insulto al robo, pero, oye, ellos solitos nos dan la información: cantidad robada y empresa intermediaria.
Emocionada y agradecida, hoyga.
ResponderEliminarEscuela política de negocios PPSOE imparte master de corrupción impune. No se precisa titulación previa, basta vocación de delinquir y hacerse rico en el menor tiempo posible. La matricula es gratuita, basta apuntarse en cualquiera de los dos partidos corruptos
ResponderEliminarLa escuela politica de negocios garantiza a los alumnos la realización de prácticas en empresas colaboradoras y trabajo indefinido a la finalización de los estudios.
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