7/2/07

R.N.M. y el método experimental.

Como he decidido que, por un tiempo al menos, no me van a marcar la agenda ni los malditos politicastros de mierda, ni los periodistas, ni los terroristas, ni los magistrados del Constitucional, reflexiono sobre el hecho de que, a medida que cumplo años, voy identificándome más con aquello de que "cuando más conozco a los hombres, más aprecio a mi perro" (que creo que es de Schopenhauer en “El amor, las mujeres y la muerte”; pero, dado que es de esas citas que cada cual atribuye a quien le parece oportuno, no lo juraría)

Nesta no es propiamente mi perro, pero es una especie de sobrino perruno que cumple su función con bastante coherencia. Últimamente, lo saco con cierta asiduidad; incluso estos días atrás que hacía un frío de cojones. Pero a él el frío le da igual, ya se sabe: los schnauzer son inmunes al frío.

Nesta tiene dos pasiones básicas: la pelotita y las perritas. Afortunadamente, la pasión por las perritas sólo se le desborda cada equis meses, cuando están en celo. Por ejemplo, ahora. Se pone de los nervios correteando arriba y abajo en pos de rastros olfativos de carácter –al parecer- marcadamente erótico. Eso transforma nuestros agradables paseos nocturnos por el parque en una actividad estresante, que me obliga a llamarlo con cierta vehemencia cuando veo que ha pillado el rastro y está a punto de salir galopando hacia un hipotético y canino vaso idóneo.

Pero por regla general nos limitamos a la pelotita, que es su instrumento fundamental de influencia sobre mí.

Tenemos nuestras rutinas, según toque Casa de Campo o Parque de los Pinos. Las rutinas vienen de que, en su día, yo tracé los itinerarios más cómodos para mí y él los asumió como Ley natural. Ahora, si me desvío o altero el orden del recorrido, me mira como diciendo: “¿dónde vas, hombre? Si es por aquí” en realidad, la cosa tiene su importancia, porque una regla no escrita determina que hay que cagar antes de jugar con la pelota. Y, claro, si nos acercamos al sitio de jugar antes de tiempo, el pobre se ve obligado a cagar en cualquier parte donde haya tierra o hierba y me mira con cierto reproche mientras yo saco la puñetera bolsita de recoger heces caninas.

En principio, antes de jugar tenía que obedecer órdenes. Ya se sabe: Nesta: chapa el culo; Nesta: dame la pata. A ver: saludito, etc. Ahora es él quien lo hace nada más llegar al sitio de jugar. Y estoy seguro de que el muy cabrón piensa: “cuidado que son simples estos humanos, que me siento y les doy la pata, y me tiran la pelotita.”

Eso se observa sobre todo cuando yo decido que ya está bien de pelotita y la guardo. Entonces, me da con la pata, me mira con ojos de cordero degollado, se sienta, se tumba, me da la pata y, si lo ve jodido, hasta me hace el saludito, que es el colmo de ser perrito bueno. Y yo, como tiene previsto, saco la pelota y se la tiro un rato más.

Gracias a Dios, ha acabado percatándose de que la acción directa formato ponerse a ladrar, cogerme del bajo del pantalón (de más pequeño me jodió dos) o morderme los zapatos, por alguna extraña razón me cabrea mucho en lugar de motivarme para seguir jugando. Así que, a medida que se hace mayor, va perfeccionando su panoplia argumental para condicionar el comportamiento humano. Me preocupa porque sólo tiene tres años.

Y es que Nesta tiene una mentalidad eminentemente científica. Hablaba el otro día con un amigo veterinario y coincidíamos en que el sistema de aprendizaje de los humanos y los perros es fundamentalmente el mismo. Nesta emplea claramente el método experimental y tiene muy claro lo que es la repetitividad del experimento.

Por ejemplo: cuando yo me siento en el banco a echar el cigarrito, él se tumba en la hierba y se dedica a jugar solo con la pelota. Entonces, suele darle con la pata para que se mueva y tirarse a cogerla como si él no tuviera nada que ver con el hecho de que se mueva. Un día, por alguna razón, la pelota da un bote y sale por los aires a gran distancia, lo que –evidentemente- es mucho más divertido que el habitual deslizarse cosa de medio metro. Pues bien: Una vez atrapada la pelotita, Nesta se vuelve exactamente al mismo sitio donde estaba, coloca la pelota minuciosamente en el lugar exacto en que estaba antes (corrigiendo la posición varias veces) y repite con minucia exactamente los mismos pasos que dio en la ocasión anterior. Como la pelota se resiste a cobrar vida, repite una y otra vez los mismos movimientos, con paciencia alquímica, de modo que casi parece una película vuelta a pasar.

Hasta que, a la quinta o sexta vez, ¡Hop!, la pelota choca con el bordillo en determinado ángulo, bota, y él salta tras ella la mar de contento. Le falta aislar el factor que lleva a la pelotita a botar por los aires, que es el ángulo y velocidad de impacto con el bordillo. Pero observo que ya sólo se preocupa de colocar igual la pelota, y no a sí mismo. Calculo que en unos meses, lo pillará. Hay que reconocer que el chaval no va desencaminado en el procedimiento.

Y así me lo paso la mar de bien mientras fumo en el parque, ya veis qué cosa tan tonta.
Nesta ya había sido presentado en el bar: Aquí está en plena acción.

10 comentarios:

  1. Observar a los animales en sus cotidianos devenires, juegos y expresiones es una de las cosas que más satisfacción me produce...(ahora mismo tengo dos gatos..pero desde que nací siempre he tenido mascotas, desde perros hasta tortugas...)

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  2. Hoy precisamente he decidido que en vez de buscarme un hombre me voy a buscar un chucho. No ofense, ¿eh?, es que los adoro...siempre y a los hombres sólo a ratos. Así que es la ley del rendimiento de la inversión de tiempo, cariño, etc...

    Como volveré, ya te contaré lo del regalito ;)

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  3. Mañana por la mañana voy a volver a aquel bareto del centro (si se puede seguir fumando, si no me piro) me voy a sentar en la misma mesa que aquel día de hace diez años; pediré un café corto como entonces, sacaré mi Pilot negro y el boleto de Primitiva del domingo, lo rellenaré con los mismos números que aquella mañana, me acercaré a la administración de loterías, lo sellaré, y el lunes a primera hora buscaré -como hace diez años- los números premiados en El País.
    Espero por tu bien y por tu experimentación, que sean cinco como antaño. Claro que si son seis, no te lo voy a contar. ;)
    Ya ves qué cosa más tonta.

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  4. Que menos que Nesta sea presentado en sociedad en este blog. Si por cuestiones de discreción no quiere escribir él mismo alguna entrada :)), qué menos que una foto y su chapa de identificación. Un ladrido para todos ;)

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  5. Nancicomansi: bienvenida al bar. Mi récord familiar estuvo en 1 perro, 3 gatos, 1 tortuga, 1 d'ab, mogollón de peces (cometas, guppys, limpiafondos, etc) y 1 canario (sin contar ocasionales tortugas de florida pequeñas, hamster chinos en explosión demográfica, y vencejos y palomas temporalmente hospitalizados) Afortunadamente, el zoo forma parte de mi pasado.

    Sorrow, pues también bienvenida al bar. No ofense en absoluto. Me parece una decisión sabia y madura la suya. Es como con las chicas: se trata de encontrar la relación calidad-precio óptima. (ansioso por conocer el regalito)

    Lady Moore: En virtud de la Ley del Eterno Retorno, cualquier cosa puede volver a ocurrir. Bueno, tiene que volver a ocurrir necesariamente, mientras sigamos ligados a la rueda del Samsara...

    D. Luis: Ya lo había presentado en sociedad a Nesta, ¡Amos hombre! He puesto el enlace, de todas formas. Saludos.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. La envidiable rutina de un perro ¿cómo no filosofarla? El mío tiene la extraña costumbre de arrastrarse sobre la cama gateando, acercarse a mí y morirse de cariños sobre mi almohada. Si no me pasa en las mañanas dejo de ser un ser humano. Si no me pasa igual terminaré junto a él y mi compañero en la sala bebiéndonos una botella de ron bajo su mirada rutinaria, como la mía. Entonces nace la comprensión.

    Un besazo a esa barba prieta y hermosa.

    Saludos con colas desde el caribe violento,
    sonia

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  8. ¿Está Vd.seguro de que ese "zoo", pertenece a su pasado?.
    Y tiene fallos de memoria, querido "capi", le faltan bichos.
    Espero, por su bien, que algún día
    vuelva a la realidad.
    Soy alguien que le quiere bien.

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  9. Sonia m g: Bienvenida a éste su bar. Entiendo que la barba prieta y hermosa es la del perrito, ¿no?

    Raquel: no lo dudes.

    Luz: el zoo pertenece al pasado desde que la última gata se murió este verano. No son fallos de memoria: no pretenderá Vd. que aburra a los clientes detallando con fechas, nombre y descripción todos y cada uno de los antiguos habitantes. No se puede volver a la realidad porque ella nunca nos deja que nos vayamos.

    Defina "querer bien", señora mía; porque hay mucha gente, o sea, muchas mujeres que dicen eso y es más bien una simple excusa para regañarme.

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