Hoy me he levantado demagógico, hombre, y os voy a hacer el resumen de la discusión final de anoche. Y quede claro que yo no me considero responsable de nada, que soy pobre y sólo puedo intentar hacer el bien en mis cercanías.
La actual crisis económica (por llamarla de alguna manera) tiene dos vertientes. Una, coyuntural y otra estructural, que, al haber coincidido espaciotemporalmente, la hacen de compleja lectura.
El aspecto coyuntural tiene su manifestación en la crisis ésta destapada por la cagada de las hipotecas basura (en España, aunque el sistema bancario es más serio aunque no por ello menos cabrón que en USA, tenemos nuestra propia versión causada por años de pelotazo inmobiliario descontrolado y gozosamente jaleado por el gobierno del chico de las pulseras y quienes hoy se quejan tanto - da igual, la anterior fue cuando estaba el PSOE)
Lo de las subprime tiene su punto de justicia poética, ya que esas hipotecas de mierda, enmascaradas merced a la desregulación y a la libre circulación de capitales que culminó el inicio de la desaparición de los estados, son hipotecas basura porque se les daban a gente a la que no tenían que habérseles dado, es decir: en roman paladino, pobres.
Como no se les debían conceder préstamos, se falseaban los datos para ocultar que eran putos pobres y que igual no podían pagar. Mientras tanto, por todos los otros flancos, se los seguía apretando, que para eso eran pobres. Hasta que ya no podían pagar esas hipotecas que no tenían que haberles sido "concedidas" y, cuando los pobres exprimidos han dejado de pagar lo que no podían pagar porque aquellos a quienes tenían que pagar les estaban sacando la pasta por todos los demás flancos posibles, el chiringuito va y se derrumba.
Es que hay que ser gilipollas. Cuando yo era pequeño, ya lo decía mi abuela: "la avaricia rompe el saco". Pero eso, creo, no lo enseñan en las facultades de empresariales.
En cuanto a lo otro, ya se sabe: el alza de los precios del petróleo y otras materias primas imprescindibles (comida incluida) provocada, aparte de por las aventuras iniciadas para forrarse por los neocons que mandan en Estados Unidos (para forrarse ellos personalmente, pero sus presuntos enemigos más acérrimos también, lo que delata el interés meramente privado de cosas como la guerra de Irak), y otras cosillas y genocidios diversos, por novedades con vocación de permanencia que ya venían anunciándose tiempo ha, aunque los niñatos licenciados en empresariales que controlan el trasiego de las bolsas no se enteraran (como no se enteran de todo lo demás) es decir, por ejemplo la promoción de China e India al rango de potencias y la subsecuente pretensión de sus pobladores y de sus empresarios de vivir como vivimos los que así lo hacemos por derecho geográfico de nacimiento; o sea, tener coche, calefacción, lavadora y demás. Esto supone un marrón del que parece que no queremos terminar de percatarnos. Al menos, los citados niñatos de empresariales, no parecen terminar de percatarse. Por lo menos en los medios de comunicación.
El caso es que nuestro modo de vida (o lo que era hasta ahora nuestro modo de vida) presupone la existencia de una mayoría de la población mundial "pobre".
Como ejemplo, tomemos ese concepto, tan caro a los lectores del dominical de El País, definido como "brecha digital". Los pobres ciudadanos del así llamado "Sur" se encuentran en desventaja respecto de los "ricos" del así llamado "Norte" en cuanto al acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (T.I.C.) lo que los mantiene atrasados, a los pobriños.
Quienes defienden tal idea son, en el mejor de los casos, unos desalmados y, en el peor, unos perfectos imbéciles. Es de suponer que los equipos de trabajo adecuados de determinadas corporaciones transnacionales (antes se las llamaba "multinacionales" a secas, pero el término ha quedado muy devaluado por la propaganda fascista y ya no debe emplearse) tendrán calculado con todo detalle qué pasaría con nuestro auge tecnológico en el caso hipotético de que las materias primas que permiten funcionar a nuestros amados artilugios informático-comunicativos fueran comprados a precio de mercado, en lugar de robados previo asesinato de sus propietarios.
Supongo que una habitanta de Kivu norte, pongo por caso, renunciaría gustosa al acceso a un ordenador a manivela por sólo 100 $ (imprescindible para que una compañía foranea pueda venderle la conexión a internet) a cambio de no ser violada y torturada -valga la redundancia- por veinte sicarios enloquecidos que luego igual la matan, igual no, según de qué humor estén.
Da la casualidad de que esos salvajes -enloquecidos como digo- constituyen el escalón más bajo (pero imprescindible para que los niños de aquí no den el coñazo en casa o puedan grabar las palizas a sus compañeros del cole) del personal laboral de determinadas empresas dirigidas por respetables mecenas de las artes cuyos logotipos nos son tan familiares porque los vemos cada vez que -verbigracia- mandamos un mensajito con el móvil a un colega para decir cualquier gilipollez, cosa que, por cierto, acabo de hacer yo hace un momento.
Moraleja: si desde 1994 no hubiera habido en África unos seis o siete millones de negros muertos a consecuencia de diversas guerras, nosotros no viviríamos como vivimos y -lo que es infinitamente más grave- los márgenes y, por tanto, los emolumentos de los altos directivos y los dividendos de muchas compañías se habrían visto notablemente reducidos.
La verdad es que resulta la mar de desagradable hacerse a la idea de que esto de que podamos dedicarnos a bloguear gratis es posible merced al robo y asesinato masivo.
Nota bene: Anoche, uno de los discutientes, que es cliente de este vuestro blog, me decía que la culpa es de los africanos por no comportarse como ciudadanos y no ejercer sus derechos. Después de darnos unas cuantas voces, descubrí que lo decía en serio. Es profesor de secundaria y espero que se pique y diga algo, que para algo me publicita mucho. ;)
Nota más bene todavía: Hace un rato en el aperitivo o vermú, otro conocido que trabaja en una oenegé relacionada con salvar a los niños y frecuenta los Balcanes, me ha dicho que es que extrapolo y que eso de África son cosas étnicas y, poco más o menos, que es que los negros son así de brutos y ya está.
La actual crisis económica (por llamarla de alguna manera) tiene dos vertientes. Una, coyuntural y otra estructural, que, al haber coincidido espaciotemporalmente, la hacen de compleja lectura.
El aspecto coyuntural tiene su manifestación en la crisis ésta destapada por la cagada de las hipotecas basura (en España, aunque el sistema bancario es más serio aunque no por ello menos cabrón que en USA, tenemos nuestra propia versión causada por años de pelotazo inmobiliario descontrolado y gozosamente jaleado por el gobierno del chico de las pulseras y quienes hoy se quejan tanto - da igual, la anterior fue cuando estaba el PSOE)
Lo de las subprime tiene su punto de justicia poética, ya que esas hipotecas de mierda, enmascaradas merced a la desregulación y a la libre circulación de capitales que culminó el inicio de la desaparición de los estados, son hipotecas basura porque se les daban a gente a la que no tenían que habérseles dado, es decir: en roman paladino, pobres.
Como no se les debían conceder préstamos, se falseaban los datos para ocultar que eran putos pobres y que igual no podían pagar. Mientras tanto, por todos los otros flancos, se los seguía apretando, que para eso eran pobres. Hasta que ya no podían pagar esas hipotecas que no tenían que haberles sido "concedidas" y, cuando los pobres exprimidos han dejado de pagar lo que no podían pagar porque aquellos a quienes tenían que pagar les estaban sacando la pasta por todos los demás flancos posibles, el chiringuito va y se derrumba.
Es que hay que ser gilipollas. Cuando yo era pequeño, ya lo decía mi abuela: "la avaricia rompe el saco". Pero eso, creo, no lo enseñan en las facultades de empresariales.
En cuanto a lo otro, ya se sabe: el alza de los precios del petróleo y otras materias primas imprescindibles (comida incluida) provocada, aparte de por las aventuras iniciadas para forrarse por los neocons que mandan en Estados Unidos (para forrarse ellos personalmente, pero sus presuntos enemigos más acérrimos también, lo que delata el interés meramente privado de cosas como la guerra de Irak), y otras cosillas y genocidios diversos, por novedades con vocación de permanencia que ya venían anunciándose tiempo ha, aunque los niñatos licenciados en empresariales que controlan el trasiego de las bolsas no se enteraran (como no se enteran de todo lo demás) es decir, por ejemplo la promoción de China e India al rango de potencias y la subsecuente pretensión de sus pobladores y de sus empresarios de vivir como vivimos los que así lo hacemos por derecho geográfico de nacimiento; o sea, tener coche, calefacción, lavadora y demás. Esto supone un marrón del que parece que no queremos terminar de percatarnos. Al menos, los citados niñatos de empresariales, no parecen terminar de percatarse. Por lo menos en los medios de comunicación.
El caso es que nuestro modo de vida (o lo que era hasta ahora nuestro modo de vida) presupone la existencia de una mayoría de la población mundial "pobre".
Como ejemplo, tomemos ese concepto, tan caro a los lectores del dominical de El País, definido como "brecha digital". Los pobres ciudadanos del así llamado "Sur" se encuentran en desventaja respecto de los "ricos" del así llamado "Norte" en cuanto al acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (T.I.C.) lo que los mantiene atrasados, a los pobriños.
Quienes defienden tal idea son, en el mejor de los casos, unos desalmados y, en el peor, unos perfectos imbéciles. Es de suponer que los equipos de trabajo adecuados de determinadas corporaciones transnacionales (antes se las llamaba "multinacionales" a secas, pero el término ha quedado muy devaluado por la propaganda fascista y ya no debe emplearse) tendrán calculado con todo detalle qué pasaría con nuestro auge tecnológico en el caso hipotético de que las materias primas que permiten funcionar a nuestros amados artilugios informático-comunicativos fueran comprados a precio de mercado, en lugar de robados previo asesinato de sus propietarios.
Supongo que una habitanta de Kivu norte, pongo por caso, renunciaría gustosa al acceso a un ordenador a manivela por sólo 100 $ (imprescindible para que una compañía foranea pueda venderle la conexión a internet) a cambio de no ser violada y torturada -valga la redundancia- por veinte sicarios enloquecidos que luego igual la matan, igual no, según de qué humor estén.
Da la casualidad de que esos salvajes -enloquecidos como digo- constituyen el escalón más bajo (pero imprescindible para que los niños de aquí no den el coñazo en casa o puedan grabar las palizas a sus compañeros del cole) del personal laboral de determinadas empresas dirigidas por respetables mecenas de las artes cuyos logotipos nos son tan familiares porque los vemos cada vez que -verbigracia- mandamos un mensajito con el móvil a un colega para decir cualquier gilipollez, cosa que, por cierto, acabo de hacer yo hace un momento.
Moraleja: si desde 1994 no hubiera habido en África unos seis o siete millones de negros muertos a consecuencia de diversas guerras, nosotros no viviríamos como vivimos y -lo que es infinitamente más grave- los márgenes y, por tanto, los emolumentos de los altos directivos y los dividendos de muchas compañías se habrían visto notablemente reducidos.
La verdad es que resulta la mar de desagradable hacerse a la idea de que esto de que podamos dedicarnos a bloguear gratis es posible merced al robo y asesinato masivo.
Nota bene: Anoche, uno de los discutientes, que es cliente de este vuestro blog, me decía que la culpa es de los africanos por no comportarse como ciudadanos y no ejercer sus derechos. Después de darnos unas cuantas voces, descubrí que lo decía en serio. Es profesor de secundaria y espero que se pique y diga algo, que para algo me publicita mucho. ;)
Nota más bene todavía: Hace un rato en el aperitivo o vermú, otro conocido que trabaja en una oenegé relacionada con salvar a los niños y frecuenta los Balcanes, me ha dicho que es que extrapolo y que eso de África son cosas étnicas y, poco más o menos, que es que los negros son así de brutos y ya está.