El escenario de los hechos: Zona de CHSF en la barra del Enredos (al fondo, la puerta del cuartito)
La primera pelea que recuerdo en nuestro añorado Enredos me dejó fatal. Me dejó fatal porque me desmintió, no vayáis a creer que yo soy uno de esos seres sensibles que se depilan, usan cosméticos para “hombres” y lucen una barba impecable de tres días (señal inequívoca de que follan poco)
Piolet acababa de venirse a vivir al barrio y, claro, lo primero era conocer el Enredos. Me preguntó que si era un sitio chungo (en aquel tiempo, el barrio aún conservaba algo de su antigua y bien ganada fama). Le dije que no, que era un sitio muy tranquilo.
Bueno, pues dicho y desmentido. Ipso facto. Acababa de presentarle a Arturo y estábamos brindando por una saludable estancia en la Transmanzanaria, cuando empiezan a oírse gritos en la puerta, gritos que degeneran en tumulto y, del tumulto, sale disparado el Escayolo, un cliente esporádico bastante bolinga, que al grito de
-- ¡Me quiere matar, me quiere matar!"
atraviesa el bar, pasa como un rayo a nuestro lado y se hace fuerte en el cuartito.
Arturo sale de la barra y empieza a aporrear la puerta.
Arturo: Escayolo, sal.
Escayolo: Ni de coña, que ese tío me quiere matar.
Arturo: Que no te quiere matar. Sal.
Escayolo: Que sí, que me mata, que está muy loco, que no salgo.
Arturo: Que salgas, cagoendiós.
Escayolo: Que no.
A todo esto, M***, que era quien supuestamente quería matar al Escayolo, hace su entrada en el bar, con el cubata en la mano y escoltado por una multitud apaciguante.
M*** parece calmado. Arturo inquiere:
Arturo: M***, ¿a que no vas a matar al Escayolo?
M***: No, que le den por culo. Yo estoy muy tranquilo.
Arturo (al Escayolo): ¿Ves? Sal.
Escayolo: No he oído nada, que ese tío está muy loco.
Arturo: M***, dile al Escayolo que no le quieres matar y que salga de una puta vez.
M*** (alto y claro): ¡Que no! ¿Para qué voy a matar a ese mierda?
Arturo: ¿Ves? Sal ya, joder.
Aquí es preciso hacer un inciso para los que no tuvieron la fortuna de conocer el Enredos en todo su esplendor:
El cuartito, estaba al fondo, entre la barra y el water de chicas. Y el trozo de barra reservado para los CHSF (que ahora custodia Capazorros en su búnker) estaba entre el cuartito y la puerta. En la cabecera de este postio puede apreciarse bastante bien. La puerta estaba en el punto de vista del lector.
Bueno, ahí estábamos Piolet y yo.
El Escayolo abre la puerta y asoma tímidamente la cabeza.
No pasa nada.
Sale. Sigue sin pasar nada.
De pronto, M*** debe considerar que ya lo tiene a tiro y le lanza el cubata, que pasa entre Piolet y Pcbcarp, con tan mala fortuna que, en su trayectoria, salpica la chaqueta de Piolet.
Al cubata le sigue en tromba el propio M***, sediento de la sangre y las vísceras del Escayolo, arrastrando en su pos a la multitud apaciguante, que no logra hacerse con él (es que es muy grande)
Se lía la de dios. Piolet me mira interrogativo, con esa expresión tan suya de alzar la ceja en plan Sr. Spock y me dice:
-- Tú me dirás a quién tengo que pegar, que yo no conozco a nadie.
Yo, me quito las gafas y me las guardo en el bolsillo mientras le contesto que puede meterle a cualquiera, menos a Arturo y a mí.
Mientras tanto –sólo han pasado unos segundos- se ha formado a nuestro lado una melée de brazos que intentan sujetar puños que no alcanzan su objetivo.
Manolo, el camello jefe de zona por aquel entonces, se mete a poner paces, confiando en su autoridad. En aquellos días aún estaba en forma, y faltaban unos años tpara que Arturo le prohibiera definitivamente la entrada, no ya por ir con pistola a su bar, sino por aquella vez que, encima, le pegó un tiro en el culo a uno después de salir. (Estaban todos bastante pedos, todo hay que decirlo)
Bueno, Manolo lo intenta, pero M*** está fuera de sí y Manolo se lleva un sopapo perdido.
Se hace un breve silencio (no olvidemos que, además de camello en jefe, Manolo era de esos tíos que se habían pasado media vida en el talego) El silencio lo rompe Manolo, que ladra:
--¡Cagüendiós!¡Vale ya! ¡Todos castigaos una semana!
Mano de santo, oye. Problema resuelto: todos sonrientes, dándose palmaditas unos a otros. Jijiji, si era broma, ¿Verdad, Escayolo? Verdad, verdad.
Todo va bien, todo resuelto. Pax.
Escayolo aprovecha para huir. M*** sale a la calle acompañado de sus colegas, comentando la jugada. Todo ha terminado.
¿Todo? No. Porque aún quedaba un Piolet irreductible que resistía entonces y siempre a los malos modos.
Piolet (a Pcbcarp): Ese tipo me ha manchado la chaqueta cuando le ha tirado el cubata al Escayolo.
Pcbcarp: ¿Y qué vas a hacer?
Piolet: Mear mi esquina.
Piolet, pues, sonríe –tétrico- y sale en pos de M***.
A estas alturas, M*** y sus colegas, no sólo comentan la jugada, sino que ya la están versionando entre grandes risas, construyendo el relato que legarán a la posteridad. Pero… no contaban con un nuevo factor en escena: el factor Piolet.
Piolet sale a la calle, muy calmado, y se dirige al grupito:
Piolet: M***, ¿verdad?
M***: Sí, ¿qué pasa?
Piolet: Me has manchado la chaqueta cuando le has tirado el cubata al escayolo.
Silencio sepulcral. Gasp.
M***: Pues tío, no haberte puesto en medio.
Piolet: No me he puesto en medio. Tú has tirado una copa al Escayolo y me has manchado la chaqueta.
Silencio atroz y expectante entre la concurrencia. Ya hay un corrillo.
M***: Bueno tío, ¿y qué quieres que le haga yo?
Piolet: Quiero que te disculpes formalmente.
Murmullos de auténtico horror entre el público. Estupor.
M***: ¿Que me…? ¡Tío, tú estás de coña!
Piolet: No. Sólo quiero que te disculpes formalmente. [pausa técnica] No es difícil.
Los menos amigos empiezan a poner tierra por medio.
Durante unos segundos, M*** calibra la enormidad de lo que le está sucediendo. Evita la mirada muerta de Piolet.
Humilla.
-- Bueno… pues… medisculpoformalmente.
-- Vale. – Piolet le tiende la mano a M***, que se la estrecha atónito.
Un suspiro de relajación recorre la acera. Piolet y yo volvemos a nuestro sitio en la barra. Arturo nos mira y me pregunta:
-- ¿Este tío es amigo tuyo?
-- Pues sí.
Pero eso ya es otra historia.
Epílogo: Al día siguiente, Manolo y yo nos encontramos en el Enredos. Su comentario: "Oye, Don Pcbcarp, ese amigo tuyo de la barba [Piolet] debe dar unas hostias como panes, ¿que no?"
ÉPICO!
ResponderEliminar¿Por las historias que contais, parece que sabiais pelear, esto es cierto o simplemente os faltaba un tornillo?
salu2!
Orayo, me inclino por la opción tornillo.
ResponderEliminar¿Merece tan historiado local visita turística alguna?
ResponderEliminarEfectivamente en la transmanzanaria ocurren esas cosas y mas ...un día hablo ....:)
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con que la barba de vagabundo arreglao es directamente proporcional a la falta de actividad sexual en compañía (sin pagar, se entiende).
ResponderEliminarEn cuanto a la actuación de Piolet... magnífica. Ni el mismísimo Clint Eastwood hubiera demostrado tanta profesionalidad.
¡Ah... Folken! Más quisiéramos. Por desgracia, estamos preparándonos para conmemorar el tercer aniversario de su cierre. Día aciago donde los haya.
ResponderEliminarPeggy: Vd. sabe, sin duda.
MJG: creo que Clint se inspiró en una actuación de Piolet para Harry el Sucio (la primera, claro)
Y como colofón a la historia, esas etiquetas tan logradas, ja, ja, ja, lo de educación para la ciudadanía, antropología cultural, ja, ja, ja!!!
ResponderEliminarSaludos!!!
Y al Piolet nunca le han pegado?, porque vamos... en lenguaje macho-ibérico eso es tenerlos bien puestos para defender su dignidad. Quiero más historias épica de estas. Por cierto ahora que lo veo, te voy a traer un regalito.
ResponderEliminarnada, que hoy no puedo. Mañana lo intento.
ResponderEliminarAloma, yo creo que el relato incide en ambos campos; ¿no? Educación para la ciudadanía y antropología cultural.
ResponderEliminarAgnóstico: A eso mejor que responsa el propio Piolet, que fuera del tatami yo no tengo noticia dello.
Me tienes intrigado, un regalito, caramba.
Me pregunto que música sonaba en ese momento. ¿Country o copla? Aunque en realidad es el mismo género.
ResponderEliminarLa culpa es de M por no disculparse cuando Piolet le indicó que le había salpicado la chaqueta. No hay de humillante en ello ya que esa no era la intención y al menos le debe una disculpa. Ahora, al ponerse gallito y luego echar para atrás, sí queda como un patético. Sí me divierte el personaje de Manolo, que en casa habría sido el "guapo" del barrio.
ResponderEliminarY te debo una respuesta, pero he estado muy complicado últimamente. Pero no creas, de vez en cuando leo algo o veo algo y me digo, caramba, esto es algo para discutir por con pcbcarp, pero la barra física queda lejos.
Dª Alicia, por la época y el lugar, es probable que los Blues Brothers.
ResponderEliminarGabriel Syme, precisamente, Piolet me dice que debería haber dado más chance a Manolo, así que añado un epílogo.
Por cierto, aunque seguimos yendo por el bar que tú conoces, yo personalmente me he trasladado a otro que está cerca, más acorde con mis intereses hosteleros. Si algún día nos vemos por Madrid, ya te lo enseñaré.
Una actitud correcta, sin duda. Un gran hombre, Piolet.
ResponderEliminarUna reflexión: para quedar con V. a tomar cervezas ¿es menester haber pasado anteriormente unos días en el gimnasio con el punching-ball, por si un caso?
La leche!
ResponderEliminarEl día que me pase por ahí quiero conocer este antro, a poder ser acompañado por Don Pcbcarp
Hans, Pau... lamentablemente, ya no será posible tomarnos algo en ese bar. Precisamente estamos preparando la conmemoración del tercer aniversario de su cierre. Día aciago donde los haya.
ResponderEliminarMuy señor mío:
ResponderEliminarEntre este postio y el anterior me reafirmo en la opinión de que no hay quien narre mejor las peleas que usía (y a Pérez-Reverte que le jodan).
Suyo decididamente,
Yo.
Una lagrima corre por mi mejilla. Y pensar que ahora es una peluqueria, no de señoras, no, ¡unisex!
ResponderEliminar