19/10/09

Lo que es el barrio (IV) Peleas.






Bueno, pues sí: la otra noche hubo una pelea en la B.F.I. y Pcbcarp no estaba allí. Estuve el jueves, estuve el viernes… y estuve el domingo. Sí, pero no el sábado… ¡Ah! el sábado estaba haciendo otras cosas. Y va y tiene que ser el sábado. ¡Cagüenlapús…! Conste que yo sé que el 99 por ciento de las peleas en los bares son producto de una autoestima baja: si no me pego con ése, mi chica va a pensar que soy un bragazas; si no invado Polonia, los Franceses van a pensar que soy un bragazas… en fin todo eso. A mí es que me gusta observar.

Me han dado tanto el coñazo para que publique el resultado de mi encuesta, que lo hago y punto. No pretendo ser gracioso, conste; sólo relatar los hechos de forma fidedigna.

La verdad es que la última pelea digna de recordarse había sido muy graciosa. Los clientes nazis, por lo general inofensivos, aquella noche venían bastante motivados y cometieron el error de llevar a otros colegas suyos desconocedores de las reglas del bar, que le dijeron al camarero que pusiera un CD (algo aún habitual por entonces) de un grupo denominado Krasnij Bor [sic] (en esa batalla, en que la resistencia de la división 250 de la Wehrmacht evitó una ruptura del frente de Leningrado, estuvo mi tío Nano, que me contaba de pequeño cómo el coñac se te helaba en la cantimplora allí en Rusia). Por alguna misteriosa razón, los nuevos empezaron como posesos a levantar el brazo en actitud inequívoca mientras proferían gritos tan pintorescos como “¡Honor, honor a la División Azul!” y también algo que sonaba como “¡Sijail!”.

Yo estaba tomándola apaciblemente con un recién adquirido colega de bar, P***, que era cocinero y ruso de Ucrania, nieto de asturianos, quien, cerveza en mano, me miraba ante tal atrevimiento con una expresión calmosa que quería decir: “¿les metemos?” No hubo que hacer nada. Cuando el curioso tema eskinjed terminó, le dije al camarero (que, como era brasileño, le importaba una mierda todo esto):


-- Oye, Eric, pon la Internacional, a ser posible, en Ruso.


Y Eric, complaciente, se metió en Youtube y la puso. En Español, pero dio igual. La cantamos  P*** y yo, él en Ruso y yo en cristiano, acompañados de algunos espontáneos nostálgicos del padrecito Stalin; mientras los eskinjeds del barrio explicaban a los foráneos que se tranquilizaran, que esto era el barrio, o sea.

Luego, sin que ninguno de nosotros tuviera nada que ver, empezaron a volar botellas, porque los jóvenes ya se sabe cómo son de vehementes. Nosotros nos habíamos conformado con quedar por encima y que se aguantaran con otras canciones; pero, mientras, alguien había tenido tiempo de decidir que  la presencia de calvos en el local era inaceptable. Y menos mal que eran compañeros de colegio cuyos caminos se habían bifurcado.

Bueno, la cosa no iba con nosotros, de no ser porque uno de los implicados (facción roja) tenía una vaga relación familiar con alguien que a mí me interesaba y que, por si la situación no fuera bastante tensa, uno de mis vecinos generacionales, por lo general más bien socialdemócrata, se nos enardeció el hombre y decidió tomar cartas en el asunto, pidiendo efusión de sangre.

Ahí, ya tuve que intervenir. Pcbcarp siempre con el problema de tener que mantener el orden en la galaxia, lo que es gran putada. Me tocó ir al lidercillo nazi extrabarrial a decirle algo parecido a:

--“Bueno, vale, si os empeñáis, nos damos de hostias, pero oye: nada de navajas ni puños americanos, ¿vale?, ferplei, como en la taberna del irlandés, y cuando nos hayamos quedado a gusto, nos tomamos unas birras, ¿vale? [no sé por qué, con esta gente hay que decir “¿vale?” todo el tiempo para que te entiendan]. 

Al tipo le pareció guay. P*** me decía:

-Si hay que meterles, les metemos, pero yo no voy a razonar con un puto nazi, y menos si es maricón.

Lógico.

Bueno, ahí acabó la cosa. Los nazis del barrio pusieron paces, una chica que era compañera del colegio de todos ellos, nazis y rojos, se arrancó a llorar como una Magdalena y se marchó sollozándoles que si no les daba vergüenza, entre compañeros de colegio, lo que al parecer les tocó la fibra. No hubo necesidad de más, ni de mutilar a nazi alguno.

De hecho, acabamos todos, calvos incluidos, yendo a tomarla a otro bar. Todo habría acabado perfectamente, y P*** y yo hablábamos a las cuatro de la mañana de una minoría húngara de Ucrania que decía tales y cuales cosas con conflictos étnicos y tal, cuando los acontecimientos terminaron por eclosionar. Pero bueno, esa ya es otra historia y fue en otro bar. Sólo decir que no hubo daños personales de consideración, salvo algunos orgullos jodidos y unas gafas rotas.

Eso sí, el nazi gordo responsable de aquello vino a la tarde siguiente ante el que se había llevado su última hostia a pedirle disculpas formalmente, como yo le había conminado la noche anterior. Públicamente y ante testigos: fue el primer éxito de mi campaña “Habla con tu facha”.

Lo de la otra noche fue muy distinto. Mucho más primario. Claro, que no estaba yo para darle colorido literario, que se me da muy bien adornar las situaciones tensas. Después de entrevistar a tres clientes habituales que fueron testigos presenciales, y a la camarera paraguaya, he reconstruido los hechos así:

Aparece en el bar una pareja que ya tiene prohibida su entrada en el Dalí, bajo el cargo de soliviantar a la clientela. Ella es una tía buenísima formato putón desorejado, él el correspondiente adicto a las feromonas. Ya este verano (la misma noche que fueron vetados en el Dalí) aparecieron por la B.F.I. Yo estaba con el afrikaner hablando de nuestras cosas, cuando él me dice sin cambiar el gesto:

-- Atención, a tus seis en punto.

Efectivamente: espectáculo curvilíneo, con vestido cuyo descote llegaba hasta la raja del culo, invitando a echar un euro a ver qué pasaba y, por delante, muy práctico para enseñar las tetas al menor movimiento. a la primera ocasión, la elementa se roza con el afrikaner y nos empieza a dar la brasa con no sé qué de que una vez ganó un Grammy. Nosotros le decimos que nos deje en paz, que si no ve que estamos hablando. La tía como que se ofende mucho y se dedica a provocar a todos los varones acodados en la barra, sin mucho éxito, porque se la veía venir. Por eso cambiaron de bar, supongo. Bueno, eso fue en julio o cosa así.

Así que el sábado que yo no estaba llegan, ella y el feromonófilo. Nadie los identifica. Se sientan a una mesa. Consumida la primera copa, el tipo se pone a hablar con la turba de divorciadas venenosas de la mesa del fondo, mientras la del grammy tontea con un grupo de hombres que hay en la mesa de la puerta. Como no la hacen mucho caso (iba vestida de forma más discreta, según todos los testimonios), se arranca a grandes voces llamando al macho alegando (infundadamente) que esos tíos se están pasando con ella. El macho (por llamarlo de alguna manera: un tipo que sale dos veces con esa tía es un enfermo), se revuelve como si le hubieran metido una aceituna picante del Ávila por todo el ojete y se encara con los de la mesa, especialmente –según coinciden mis fuentes- con uno grande que había. Vale, sí, el manual dice que siempre hay que empezar por el que parece más potente. Pero, ¡coño! si eres capaz de hacerte con él, o algo.

El tipo grande –coinciden los testimonios- trata de apaciguar al enfermo feromonófilo. Éste no se apacigua; antes bien, se enardece y se le abalanza, con el resultado (previsible) de que el hombre grande y tranquilo le pega un puñetazo en todos los morros que lo envía encima de la mesa en que estaba sentada su tronca, todo ello con gran estrépito: la mesa se rompe, la vajilla también, la tronca chilla que se ha cortado en una mano, mira, sangre, iniciando una melopea de alaridos incitando a la ultraviolencia. Lo estoy oyendo “¡mátalos, Pepe, que me han llamado puta!”.

(La mesa, desde luego, se rompió, que yo lo he visto - no es muy difícil, pura marmolina, la primera la rompió nuestro A*** hace año y pico en su curioso episodio de erección anal)

Momento de suspensión de acontecimientos mientras el enfermo –tal vez- intenta recapacitar, pero no, el zorrón insiste en sus gritos de guerra y el enfermo coge un tercio de Mahou (que, para más INRI, ni siquiera estaba vacío, lo que es gran sacrilegio, por la cosa del desperdicio) y se lanza nuevamente a defender el honor mancillado de su churri, cosa que debe ponerla mucho.

Resultado “como a cámara lenta”, me han dicho: mientras el enfermo ataca botella en ristre, el tipo grande y tranquilo se levanta, se quita las gafas con parsimonia y, cuando el otro llega, le calza una hostia (luminoso arrancado), otra hostia (esparrama otra mesa) y otra hostia (cae sobre la reunión de las divorciadas venenosas, que prorrumpen unánimes en gritos de espanto). La pécora del grammy grita y grita. Y grita.

Ahí, los CHSF presentes en la barra, que asisten a la performance temiéndose que al final les quieran cobrar suplemento de actuación, le dicen al dueño:

-- Oye, que te están rompiendo el bar.

Ante la estupefacción del chino (recordemos, no es nuestro chino original, que ya estaba medio adiestrado: hubo un traspaso), que mira todo con cara de haba, le dicen:

-- No sé, lo normal es que los eches; pero, si no los echas, llama a la Policía o algo, ¿no? es lo que se acostumbra. Y ponnos otra mientras, que nos tienes desasistidos.

-- El chico saca el móvil y les pregunta:

-- ¿Qué número Policía?

Se lo tienen que marcar. Él añade:

-- Mejor habla tú, que a mí no me entienden.

Lógicamente, un CHSF no está para llamar a los municipales por tan poca cosa, pero sí para indicar a los contendientes que la poli está a punto de llegar y, no sé, yo creo que mejor que os piréis, ¿no? Cosa que hicieron todos, por separado, claro está.

Ya sé, tampoco es para tanto, pero es un bar tan pacífico que me jode perderme estos momentos.

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Colofón: Uno lo lee en los periódicos y no termina de creérselo: el típico caso del ladrón capturado porque se le había caído el DNI en el lugar de los hechos. Pues ocurre. Al día siguiente, el enfermo regresó contrito y orejibajo a ver si se le había caído el abono transportes. Se le había caído y se lo tenían guardado. País.

16 comentarios:

  1. Pero, hombre, ¿a qué bares me vas? Si eso parece, así descrito, el bar de los restos de la SDN... estabáis todos toditos... faltaba alguien partidario de la Asamblea Nacional India. Ún saludo, PCBCARP.

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  2. Yo no sabia que hubiera derecho de admision para las tetas en los bares ...:)

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  3. ¡Que gigante la historia!

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  4. Pues porque no estaba yo allí, que hubiera llevado palomitas.

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  5. Hola Pcbcarp: joer, joer... ¡yo también me la perdí!.
    Y.., ¡qué pena que no estuviese también Art*r* y el "simpar" *ñ*k*! ¿Te acuerdas???

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  6. Canichu, a veces no sé si soy yo quien va a los bares o son los bares los que vienen a mí... curiosa situación. Por cierto, a veces también tenemos Indios, y bengalís también. Tenemos de todo.

    Doña Peggy, a vecs hay que ponerse un poco rígido, que en cuanto abres un poco la mano, se sueltan y ya ve Vd. lo que pasa.

    Folken, no hace falta. Hay palomitas autóctonas. Eso, sí, en situaciones como las descritas, son muy necesarias.

    Venancio. Hay que joderse, ¿te acuerdas? tú y yo en esa barra el día antes y el día después... Tenemos el don de la oportunidad, ¿que no?

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  7. Joder!
    Cómo está el tinglado por allí!
    Ya me habían contado algo, pero chico, me lo tomé a broma.
    Ya decía yo que tanta Mahou no podía ser bueno.

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  8. Afortunadamente aún quedamos un reducto de hembras que sólo valoramos una demo masculina en la única situación realmente útil: en la cama.
    La testosterona de bar me parece un desperdicio.

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  9. Aisssssss que tierno todo, la verdad es que por cosas como esta merece vivir en este cochino país.

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  10. ¡Plas, plas, plas! Narra usted el altercado que apetece estar allí para colaborar en lo que se pueda, verbigracia, arrearle una colleja a la mamarracha, por inductora y por hortera. Por otro lado, absolutamente de acuerdo con el comentario de ese oráculo femenino que es Mara Jade Garland

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  11. Brutal y magnífico artículo, del cual me quedo, sin el menor atisbo de dudas, con dos grandes apuntes:
    a) la descripción de la personaja;
    b) la escena de acción.

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  12. ¿A nadie se le ocurrió grabar el episodio con el móvil??? ¡Qué falta de reflejos! Ahora podriamos ver la algarabía en el youtube.

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  13. Pau, no te creas, dos peleas en año y pico es un ranking miserable. Hubo otros tiempos más movidos. ¿Te habían contado algo? ¡Coño!, me has picado la curiosidad.

    MJG, mujer, se trata de verlo desde tu puesto táctico en la barra (al lado de la columna) mientras comes palomitas.

    Casshern: Ya, y yo me lo pierdo (bueno, estaba en cosas y lugares más interesantes, todo hay que decirlo)

    Reina de la Miel, Majestad, sólo he intentado trasladar la crónica para dejar constancia. Por otra parte, mi línea es de no intervención, salvo que esté implicado otro CHSF o peligre la integridad de la camarera.

    Fer, en directo es más diver.

    Estimada Sra. Liddell: Pues no. Lástima, porque la grabación habría encabezado el postio, con sus caras distorsionadas y todo.

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  14. Sr. Carp, hombre, con la demo masculina me refería a la actitud defensora machoman del enfermo feromonófilo inducido por la mamarracha hortera (y, dado su comportamiento, probablemente frígida), ávida de un primate que al menos le pueda ofrecer su testosterona midiéndola con la de otros. Jamás les atribuiría a ustedes, dignos espectadores de situaciones tan divertidas y engullidores de palomitas, semejante bajeza.

    Reina de la Miel, ¿oráculo femenino? ¡Jajajaja! Si me lo permite, hoy mismo inauguraré en mi Vaderlibreta una sección que se titule "Expresiones Dulces", evidentemente dedicada a usted. La del oráculo femenino la colocaré después del logradísimo "dedo shar-pei". Permítamelo, porfa.

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  15. Mara Jade Garland, me refería a "su" puesto táctico. Jamás pasó por mi imaginación que atribuyese bajezas a los CHSF (Bueno, a algunos puede ser, pero de los nuevos, no los clásicos)

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  16. Esto es una bobería, pero está ocurrente.

    http://www.francescjosep.net/humor-original-la-segunda-guerra-mundial-en-facebook/

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Soltad aquí vuestros exabruptos