7/7/06

Goebbels & Pavlov




Cada pixel de esas manchitas que hay detrás de Benito en su balcón, es una cabeza (por lo general, italiana) de alguien en principio pensante: maestros, amas de casa, médicos, currantes de la constru, abogados o auxiliares de Juzgado, alguna monjita, corredores de comercio o viajantes, que no es lo mismo, estudiantes, etc. gente que estudiaba, trabajaba, se enamoraba, apretaba tornillos, escribía, leía, follaba, rezaba o decía ser atea... Todos ellos, por alguna extraña razón, consideraban (cada uno de ellos por muy personales y meditadas razones) que Benito molaba un huevo y que era la solución de sus problemas.

La Oficina de Investigación de Operaciones Psicológicas de la Universidad John Hopkins (USA), sentenció ya en una fecha tan lejana como 1958:

"Si usted proporciona información correcta a una persona durante siete años seguidos, puede llevarse la sorpresa de que el primer día del octavo año, el receptor crea que es verídico algo que es incorrecto desde el punto de vista del difusor del mensaje."

Esto lo cuenta el Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido, del Ejército de Colombia, en un artículo publicado en el número de septiembre-octubre de 2003 de la Military Review. La conclusión es evidente: En 1958 determinaron científicamente que proporcionar información correcta era un modo incorrecto de proceder, ya que si un componente del vulgo lacayo dispone de información adecuada para formar su propio criterio, cabe la posibilidad de que piense por sí mismo. Eso es altamente inconveniente.

Siguiendo al mismo experto, diplomado por supuesto de la Escuela de las Américas:

"Existen diversas definiciones de la propaganda con fines militares, por ende es conveniente observar la literatura soviética para tratar de alcanzar alguna aproximación teórica, a partir de los experimentos de Pavlov y la teoría de los reflejos condicionados y las apreciaciones de rigor científico promulgadas por el psicólogo Chakotkin, para concluir que la propaganda es una lenta violación psicológica tendente a lograr que los individuos y las masas reaccionen por reflejo".

Tal proceder es, como todo el mundo sabe algo que hacían los pérfidos soviéticos y, hoy en día, tras el fin de la Historia, algo que sólo hacen los progres. No obstante, la referencia a la Unión Soviética no es irrelevante, ya que es sabido que multitud de antiguos comunistas, decepcionados por el hecho de que su doctrina científica no les elevara inexorablemente a la posición de Gran Hermano, renegaron de su fe y se arrimaron al sol que más calentaba en la era posthistórica, llegando en algunos casos a la posición -más modesta, pero no desdeñable para sus aspiraciones- de ministros o subsecretarios de ese gran hombre: Aznar. O de creadores de opinión en medios episcopales.

Algunos no renegaron, y siguen al pie del cañón en medios polanquistas. Si en estas ciberpáginas me refiero mayormente a El Mundo y la COPE no es debido a mi vis sectaria, sino por el simple hecho de que, desde el punto de vista pedagógico, el método se nota más en estos últimos.

Todos estos listillos tienen algo en común: seguro que leyeron en un momento inadecuado de su desarrollo neuronal esa obra insoslayable titulada "Técnica del golpe de Estado", debida a la pluma sin par del gran Curzio Malaparte. (Yo, personalmente, la leí por vez primera a los 17 y me valió un sobresalñiente en Historia en COU; claro que mi profe era un tipo decente y después del examen tuvimos una buena conversación de la que creo que salió más tranquilo)

Curzio Malaparte, cuando la escribió allá por los años 30 era fascista. Fascista de verdad, no en metáfora; fascista de los de camisa negra, viva il Duce y Giovinezza, giovinezza, primavera de bellezza. Por consiguiente, como buen fascista (de los de verdad, no lo olvidemos) profesaba devota admiración a Trotski. Admiración en el sentido técnico. Recomiendo el libro, pero enfocadlo con cierto distanciamiento. Al fin y al cabo, tras compartir sauna con ese gran hombre: Heinrich Himmler, Malaparte modificó un algo sus planteamientos y, cuando se murió, ya no era fascista.

No obstante, y por si acaso alguno de nuestros comunistas renegados tiene algo que ocultar, toda su vida adulta de demócrata burgués aunque díscolo, a Malaparte le persiguieron aquellos versos que escribiera en un juvenil arrebato siempre recordado por el sin par Paco Eguiagaray:

"Dispunta il sole,
canta il gallo
e Mussolini
monta a caballo"

Moraleja: así que mucho ojito con lo que escribimos: nunca se sabe cuándo vamos a cambiar de opinión.

Ya se que me repito. Por ejemplo:

5 comentarios:

  1. interesante, cuidate, y tu tambien escribes muy bien!

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  2. me interesa, si..aunque, cuantos años tienes tu? siempre esta bien probar cosas nuevas y experimentar,pq sino nunca lo sabras todo sobre la vida ;)nos leemos proximamente! me acercare al blog de tu amig@!

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  3. Es bueno evolucionar, aunque dudo de todo aquel que cambia radicalmente, algo falla, algo huele mal... aqui tenemos ejemplos, sin ir más lejos, el fundador del GRAPO, manda cojones que ahora se dedique a escribir... pero bueno si hoy escriben libros hasta Pau Gasol o Madonna... de qué nos vamos a extrañar.

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  4. É quilicuá: a ese me refería, entre tantos otros como paradigma del transformismo. Por otra parte, una cosa es cambiar radicalmente y otra hacerse mayor. >:)

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  5. Hola! bueno, me avisaras cuando empezeis... aunque sere la pequeñaja^^ nos leemos proximamente! cuidate!

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